La ¨²ltima batalla del viejo Mario
Cuomo, el veterano l¨ªder dem¨®crata, se enfrenta a una dura lucha para lograr un cuarto mandato como gobernador
Nacido y crecido en Puerto Rico, cuando Roberto Ram¨ªrez lleg¨® a Nueva York no hablaba un sola palabra de ingl¨¦s. Veinte a?os m¨¢s tarde no s¨®lo domina ese idioma, sino que se ha convertido en el presidente del Partido Dem¨®crata en el Bronx, derrotando nada menos que a un miembro de la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos. En sus manos, o en su capacidad de reclutar el voto hispano y negro de esa importante circunscripci¨®n, est¨¢ buena parte de las posibilidades de que el gobernador Mario Cuomo gane el pr¨®ximo 8 de noviembre su cuarto mandato de cuatro a?os."No va a ser f¨¢cil" reconoce Ram¨ªrez: "Ganar la reelecci¨®n para un gobernador que ha tenido que convivir con la peor recesi¨®n de las ¨²ltimas d¨¦cadas la gran epidemia de crack y los a?os de la Administraci¨®n de Ronald Reagan y George Bush no va a ser nada f¨¢cil, ni siquiera trat¨¢ndose de un hombre como Mario Cuomo, que representa uno de los fen¨®menos m¨¢s fascinantes de la historia de Estados Unidos".
Mario Cuomo, uno de los grandes caudillos del Partido Dem¨®crata norteamericano y uno de los ¨²ltimos testimonios del viejo progresismo de este pa¨ªs, est¨¢ pr¨¢cticamente empatado en las encuestas con su rival republicano, George Pataki, de 49 a?os, y en serio peligro de desaparecer, no s¨®lo del m¨¢gico escenario de la Gran Manzana, sino de la vida pol¨ªtica de una naci¨®n de la que nunca pudo ser presidente.
Mario Cuomo, a sus 62 a?os, es demasiado liberal, demasiado ret¨®rico, demasiado italiano y ha sido gobernador durante demasiado tiempo como para tener una sencilla reelecci¨®n. "Despu¨¦s de 12 a?os de gesti¨®n, a Cuomo se le ve como a alguien a quien ya le ha llegado la hora de irse. Eso es m¨¢s importante en estos momentos que sus m¨¦ritos como gobernador", afirma Frank Lombardi, comentarista pol¨ªtico del diario New York Daily News.
Sus m¨¦ritos, fuertemente discutidos por la poblaci¨®n alta de clase media que llena los barrios residenciales y las ciudades del norte del Estado, tampoco le ayudan. Entre 1989 y 1993, Nueva York perdi¨® 548.000 puestos de trabajo, que equivalen al 7% del total de su fuerza laboral y al 25% de los empleos destruidos en ese periodo en el conjunto del pa¨ªs. Los impuestos de ese Estado son los m¨¢s altos de Estados Unidos, despu¨¦s de Alaska, y un 62% m¨¢s elevados que la media nacional. El sector privado neoyorquino est¨¢ situado en el puesto 400 de los 50 del pa¨ªs en cuanto a su capacidad de generar mano de obra.
Firme defensor de la pol¨ªtica de new deal implantada en Nueva York en los a?os sesenta por Nelson Rockefeller -el ¨²nico gobernador que gan¨® cuatro mandatos en la historia del Estado-, Mario Cuomo ha sido en su puesto un estatista y un impulsor de programas sociales. En 1991, por ejemplo, mientras California gast¨® 7.500 millones de d¨®lares en los cuatro millones de pobres que reciben all¨ª asistencia sanitaria gratuita por parte del Estado, Nueva York dedic¨® 13.700 millones de d¨®lares s¨®lo para 2,4 millones de personas. Casi un mill¨®n y medio de neoyorquinos trabajan para el gobierno local, y los expertos calculan que casi cuatro millones de puestos de trabajo est¨¢n vinculados al Estado, lo que iguala la cantidad de empleados que tienen las empresas manufactureras, de turismo y de servicios financieros juntas. De esta manera, Mario Cuomo ha creado en Nueva York la reproducci¨®n m¨¢s cercana en Estados Unidos del Estado de bienestar europeo, aunque una reproducci¨®n cara y probablemente insostenible.
"Gracias a esa pol¨ªtica, Mario Cuomo, que deb¨ªa ser el candidato de los italianos y los irlandeses, el candidato de la clase media blanca a la que pertenece, se ha convertido en el hombre de los negros y los hispanos", afirma Roberto Ram¨ªrez.
Los grupos minoritarios temen que la victoria de George Pataki les prive de los beneficios conseguidos en los ¨²ltimos a?os. Pataki ha prometido reducir los impuestos del Estado en un 60%, incluidos los que se aplican a los beneficios de las empresas. El candidato republicano afirma que, para no arruinar las arcas p¨²blicas con ese recorte, disminuir¨¢ dr¨¢sticamente el volumen de la burocracia. Pero expertos de Wall Street advierten que la consecuencia inmediata del recorte de impuestos en Nueva York ser¨¢ un brusco corte de los programas sociales.
Las comunidades minoritarias respaldan tambi¨¦n la posici¨®n de Cuomo contra la pena de muerte. Es l¨®gico. Son ellos los que delinquen y ser¨ªan ellos los que ir¨ªan a la silla el¨¦ctrica si gana Pataki y, como ha prometido, reinstaura la m¨¢xima pena. Cuomo ha vetado numerosas propuestas del Congreso neoyorquino en favor de: la pena de muerte, y se niega a convocar un refer¨¦ndum al respecto, consciente de que, como muestran las encuestas, una mayor¨ªa de la poblaci¨®n del Estado es partidaria de esa extrema medida de combate contra el crimen. "Este Estado tiene que seguir siendo la ¨²ltima gran voz por el civismo", ha declarado Cuomo.
Las elecciones para la gobernatura de Nueva York son una carrera entre una leyenda de la pol¨ªtica norteamericana y un perfecto desconocido que era alcalde de la min¨²scula ciudad de Peekskill cuando Cuomo gan¨® su primera elecci¨®n para gobernador. Desde entonces, George Pataki, un producto del blanco y desarrollado norte del Estado, no ha llegado m¨¢s lejos que a un puesto en el Senado local. Pero eso no cuenta demasiado. Cualquier candidato designado por los republicanos tendr¨ªa casi id¨¦nticas posibilidades de batir a Mario Cuomo, porque Mario Cuomo, como otras grandes figuras dem¨®cratas, este 8 de noviembre, est¨¢ lidiando esta batalla contra s¨ª mismo. "La popularidad que gana Pataki equivale exactamente a la popularidad que pierde Cuomo", opina Ram¨ªrez.
Nacido en el neoyorquino barrio, de Queens, en una familia de emigrantes italianos, Cuomo progres¨® c¨®mo abogado unido casi siempre a causas de car¨¢cter social. Cada vez que su nombre son¨® como candidato a la presidencia, se mencionaron sus posibles conexiones con la mafia en el pasado.
Perder en Nueva York, un Estado dem¨®crata desde hace m¨¢s de 20 a?os, no seria un problema s¨®lo para Cuomo, sino un p¨¦simo s¨ªntoma para todo el Partido Dem¨®crata con vistas a las elecciones presidenciales de 1996. Una derrota significar¨ªa para Mario Cuomo el final de su carrera pol¨ªtica. En una entrevista con The New York Times, Mario Cuomo afirma que no piensa en absoluto en esa posibilidad: Me sentir¨ªa muy desafortunado si pierdo, porque ¨¦ste es un momento diferente de la historia norteamericana. Existe un negativismo y un miedo en el entorno que me preocupa. Pero ?qu¨¦ voy a hacer si pierdo? Eso no le interesa a nadie. Dentro de unos pocos d¨ªas, si pierdo, nadie se molestar¨¢ en hacerme esa pregunta".
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