Ventajismo del PP
EL PARTIDO Popular prefiere la dignidad a los votos.... siempre que esa opci¨®n le favorezca. El interminable caso Hormaechea est¨¢ poniendo a prueba la solidez de los principios de algunos dirigentes de ese partido, m¨¢s dispuestos a predicar con la palabra que con el ejemplo.Desde que rompieron definitivamente (segunda ruptura definitiva) con Hormaechea, los populares han venido pidi¨¦ndole que dimita. Hormaechea dijo, en enero, que lo har¨ªa si era condenado. Ya lo ha sido. Ahora hace saber, a trav¨¦s de su partido, que no piensa irse porque la dimisi¨®n podr¨ªa interpretarse como una aceptaci¨®n de culpabilidad. Sorprendente argumento que supone erigir a la propia conciencia en juez y parte de su propia causa. En todo caso, las declaraciones a una emisora de radio del dirigente popular local Jos¨¦ Luis Vallines, el lunes por la noche, parec¨ªan indicar que ese partido confiaba todav¨ªa en una retirada voluntaria de Hormaechea y q ue por eso no consideraba la oferta socialista de negociar un pacto que permitiera forzar la salida del presidente mediante una moci¨®n de censura. Pero el martes por la ma?ana era su partido quien la presentaba ganando por la mano a los socialistas.
Para que cualquiera de las mociones prospere son necesarios los votos conjuntos del PP y del PSOE. Luego es imprescindible un acuerdo previo entre ambas formaciones. Los socialistas hab¨ªan ofrecido una negociaci¨®n. "sin condiciones", es decir, sin imponer que el candidato alternativo fuera de su partido (el PSOE tiene 16 esca?os frente a 9 del PP). Una alternativa razonable ser¨ªa presentar a un independiente o a un representante del minoritario Partido Regionalista. Pero el portavoz popular, Federico Trillo, ha tomado pie en esa oferta para emplazar al PSOE a apoyar al candidato popular, "ya que dicen que no ponen condiciones previas". Es un sofisma de abogado listillo. M¨¢s expl¨ªcito ha sido el secretario general, ?lvarez Cascos: no pactar¨¢n con el PSOE porque ya lo hicieron una vez y "el resultado fue extraordinariamente perjudicial para el Partido Popular".
Es cierto que su partido obtuvo 19 esca?os en 1987, cuando la candidatura la encabezaba Horm¨¢echea, y no pas¨® de: 6 en 1991 (a los que luego se sumar¨ªan tres tr¨¢nsfugas de Hormaechea), tras la moci¨®n que condujo a un Gobierno de gesti¨®n con participaci¨®n de socialistas y populares. Pero de lo que se trata es precisamente de marcar distancias respecto a dicho personaje, condenado por prevaricaci¨®n y malversaci¨®n de fondos p¨²blicos: por eso no es posible salvar a la vez los barcos y la honra; si los votos dependen de la presencia de Hormaechea, el PP tendr¨¢ que elegir entre la dignidad y las papeletas.
Por lo mismo, es tambi¨¦n sofistico afirmar que en Cantabria existe una "mayor¨ªa natural" de centro-derecha, y que ser¨ªa traicionar la voluntad popular cualquier soluci¨®n que no pase por un Gobierno de esesigno. ?se fue el argumento de Mart¨ªn Villa para justificar que el PP. se: envainara su dignidad y repescara a Hormaechea tras haberle reprobado unos meses antes. Y, o bien se Considera que aquella decisi¨®n fue acertada, en cuyo caso no tiene sentido plantear la moci¨®n de censura, o bien se admite que la experiencia demuestra que fue un error, en cuyo caso no es posible articular pol¨ªticamente esa supuesta mayor¨ªa. Adem¨¢s, ya se sabe que una parte de la misma sigue apoyando a Hormaechea y, por tanto, no va a respaldar la moci¨®n contra ¨¦l.
Cantabria es una de las regiones cuya econom¨ªa ha retrocedido m¨¢s en estos a?os, pese al enorme endeudamiento producido por la gesti¨®n de Hormaechea. Es tambi¨¦n seg¨²n la famosa macroencuesta del CIS sobre las regiones espa?olas de fines de 1992- la comunidad cuyos ciudadanos tienen peor opini¨®n de sus gobernantes. El PP ha perdido al menos media docena de ocasiones de desligarse de Hormaechea por motivos de inter¨¦s general; pero cuando lo ha hecho ha sido una vez por sus insultos contra Aznar u otros dirigentes populares en una noche de copas y la otra porque su candidatura al Senado priv¨® al PP de una posible victoria en ese territorio en las generales de 1993.
La conclusi¨®n es que la arrogancia que afect¨® a los socialistas una vez en el poder est¨¢ atacando a los populares antes de llegar a ¨¦l. Reprochan a Gonz¨¢lez supeditar los intereses del sistema a los de su partido, y ellos ni siquiera se plantean que pueda existir contradicci¨®n entre lo uno y lo otro. Les resulta moralmente intachable todo lo que les favorezca e inmoral lo que pueda perjudicarles.
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