Un candidato republicano al Senado propugna un Gobierno "que no haga nada"
Nadie lo conoc¨ªa, no defiende m¨¢s idea que la del der6cho a hacer dinero ni promete m¨¢s acci¨®n que la de acabar con todo intervencionismo por parte del Estado. "Yo quiero un Gobierno que no haga nada" proclama en una costos¨ªsima campa?a electoral pagada de su propio bolsillo. Michael Huffington, el peculiar candidato republicano al Senado por California, es para algunos un luchador solitario contra el sistema, y para otros, un oportunista mediocre. Su adversaria es la dem¨®crata progresista Dianne Feinstein.
The New Yorker ha dicho de ¨¦l, que cuando le miras a los ojos le ves el fondo del cr¨¢neo. Pero es, la opini¨®n de un semanario intelectual y liberal que, naturalmente, est¨¢ horrorizado al comprobar que este personaje, cuyo ¨²nico m¨¦rito conocido es el de heredar la fortuna que su padre hizo con el petr¨®leo en Tejas, supera en las encuestas a la actual senadora dem¨®crata Dianne Feinstein, un peso pesado de su partido y un orgullo para quienes proponen una California tolerante y centrista.Michael Huffington se ha gastado m¨¢s de 25 de los 75 millones en que se calcula su fortuna en una intensa campa?a de publicidad en televisi¨®n con mensajes breves, claros y, por lo que se demuestra, al gusto del consumidor. [Ayer fue denunciado por una televisi¨®n de haber empleado a una trabajadora indocumentada pese a su campa?a contra la inmigraci¨®n ilegal].
Con ese ¨²nico instrumento, -no hay m¨ªtines, apariciones en p¨²blico ni conferencias de prensa-, Huffington se ha convertido en el fen¨®meno mas apasionante de las elecciones californianas y en uno de los principales objetos de curiosidad.
Michael Huffington, de 47 a?os, presume de ser el s¨ªmbolo del sue?o americano: "Fui educado en una escuela p¨²blica y nac¨ª en una familia de clase media que se hizo a s¨ª rnisma". Tiene el apoyo de la derecha cristiana del Partido Republicano -"comparte el 75% de nuestras posiciones", dice el l¨ªder de esa coalici¨®n en California- Pero, incluso en su propio partido, algunos creen estar apoyando un fiasco. Dianne Feinstein, tambi¨¦n multimillonaria, ha declarado que "ser¨ªa terrible, muy duro, perder frente a un tipo que no tiene ning¨²n inter¨¦s en California".Todo indica que la verdadera art¨ªfice de este fen¨®meno pol¨ªtico es Arianna Stassinopoulos Huffington, la mujer del candidato. Todos los retratos que la prensa californiana hace de esta pareja es la de un pelele en manos de una peligrosa mujer. Arianna Huffington, nacida en 1950 en Atenas, es una ferviente seguidora de una secta religiosa integrista llamada Movimiento del Renacimiento Espiritual, cuyas siglas en ingl¨¦s, MSIA, se pronuncian mes¨ªas, y est¨¢ considerada como una visionaria sin escr¨²pulos ni l¨ªmites. Ella coordina el trabajo de los comit¨¦s de campa?¨ªa, prepara los mensajes televisivos y, b¨¢sicamente, dirige la actuaci¨®n de su esposo.
El inter¨¦s por Huffington ha restado protagonismo incluso a una de las actuaciones m¨¢s trascendentales de estos comicios, la del gobernador republicano Pete Wilson, que, intenta -con grandes posibilidades de conseguir-su reelecci¨®n. Una victoria de Wilson, que desde hace a?os coquetea con la idea de su candidatura. presidencial, lo colocar¨ªa en inmejorable posici¨®n para alcanzar ese objetivo. California representa un quinto de los votos electorales que se requieren para ser designado candidato por un partido.
Pete Wilson, de 61 a?os, afirma que, por el momento, no piensa en eso, sino en ganar el 8 de noviembre. Las encuestas le dan un margen dem¨¢s de 10 puntos sobre otra mujer dem¨®crata, Kathleen Brown, de 47 a?os, hija y hermana de anteriores gobernadores de California. Si los votos se emitieran con el coraz¨®n, Brown, lo que se llama una mujer con encanto, tendr¨ªa todo a favor frente a un ex marine con los resabios de un pol¨ªtico veterano. Pero a veces no se vota con el coraz¨®n, sino con el cerebro. Y las propuestas de Brown -no a la pena de muerte, no a la supresi¨®n de los servicios p¨²blicos a los inmigrantes ilegales- no son tan populares como las de Wilson.
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