La comunicaci¨®n y el amor
En esta ¨¦poca de luchas tribales, violencia, desigualdades tr¨¢gicas, conflictos de clase que nos ha tocado vivir, parece un ideal inalcanzable buscar la fraternidad, la comunicaci¨®n humana real y efectiva. Sin embargo, debemos empe?arnos, al menos, en. practicar el di¨¢logo, el intercambio de dones, la ayuda mutua para salvarnos de la desesperaci¨®n en que podemos caer. Son los actos, las ambiciones personales y la historia misma, con sus contradicciones dial¨¦cticas, que han tra¨ªdo estas situaciones l¨ªmite.En su obra La comunicaci¨®n humana, el profesor Aranguren anticipa el valor de la comprensi¨®n rec¨ªproca, y La incomunicaci¨®n, de Castilla del Pino, se?ala los peligros del aislamiento del mundo, de la soledad individualista. La ciencia confirma estas hip¨®tesis esperanzadoras por la teor¨ªa evolucionista de Vollmer, que, en una reciente obra el profesor Nicanor Urs¨²a, Cerebro y conocimiento (editorial Anthropos), analiza l¨²cidamente, y concluye que el conocimiento objetivo requiere ser comprobado por la aprobaci¨®n de unos y otros, es decir, el cultivo de la intersubjetividad.
A trav¨¦s de la palabra se intercambian los resultados del saber, comunicaci¨®n necesaria para llegar al entendimiento mutuo. Claro est¨¢ que caben diferencias, discrepancias, pero siempre subyace el prop¨®sito de lograr un acuerdo, porque la raz¨®n cient¨ªfica es objetiva y vale para todos los hombres.
La comunicaci¨®n nos descubre la presencia de los otros como posibilidades propias, pero a la vez nos enfrenta a extra?os con voluntades ajenas. As¨ª surge la lucha a vida o muerte de las conciencias opuestas, "el reino animal del esp¨ªritu" (Hegel), o cabe la armon¨ªa entre el yo y el otro al verse cada uno un doble de s¨ª mismo ' alter ego encerrado en silencio solipsista.
.Por el contrario, si hablamos unos con otros abrimos nuestras soledades a la comunicaci¨®n real. Esta filosof¨ªa del di¨¢logo, del ¨²ltimo Sartre y Buber, descubre la presencia del T¨², compa?ero de la existencia que llevamos a nuestro lado siempre, aunque lo ignoremos o rechacemos muchas veces. Hablemos, cantemos a coro nuestras alegr¨ªas, compartamos tristezas para crear el Nos, celebrado por el poeta Antonio Machado como una realidad apasionante, "que surge paso a paso por vernos, o¨ªrnos, entendernos, pues nos entendemos y entendemos un mundo que es inteligible" (Garc¨ªa Bacca), confirmando que el conocimiento objetivo es posible al comunicarnos por la palabra. En su obra La voix humaine, Jean Cocteau nos maravilla con un personaje que se descubre a s¨ª mismo a trav¨¦s de una conversaci¨®n telef¨®nica desesperada sin respuesta, lo que prueba la naturaleza dial¨®gica de toda comunicaci¨®n verbal.
La palabra puede ser un medio ¨²til para llegar a una acci¨®n eficaz, raz¨®n instrumental que aumenta la cooperaci¨®n entre hombres, explica Sartre en su teor¨ªa del grupo, al unir individuos aislados para conquistar un bien o la prosperidad, y que se separan una vez logrado el prop¨®sito. En este caso, el di¨¢logo es s¨®lo funcional. Tambi¨¦n se puede encontrar gusto en hablar por la magia y encantamiento de la palabra, de su raz¨®n ling¨¹¨ªstica. K. 0. Apel defiende "una comunidad ilimitada de comunicaci¨®n generosa y abierta", sin objetivos pragm¨¢ticos. Piensa que hablando se entienden los hombres, pues est¨¢ en su inter¨¦s llegar a conocerse, y dice: "As¨ª, la estrategia de supervivencia recibe su sentido a trav¨¦s de una estrategia de emancipaci¨®n a largo plazo". En consecuencia, el ideal comunicativo se realizar¨¢ en una comunidad humana, cuando se logre la verdadera igualdad sin clases, "y eliminaci¨®n de las asimetr¨ªas del di¨¢logo interpersonal, condicionadas socialmente".
?Qu¨¦ sucede cuando hablamos? Podemos hacerlo a tontas y a locas, sin prop¨®sito ni sentido. Por ello Habermas exige un discurso racional, operativo, es decir, que la palabra sea comprensible, veraz, recta, base impl¨ªcita en el lenguaje cuya finalidad es el entendimiento entre los hombres. El acuerdo de los que hablan no debe venir impuesto por ninguna de las partes, sino llegar, por la acci¨®n comunicativa, a soluciones que armonicen la. sociedad o la transformen radicalmente.
La l¨®gica formal ling¨¹¨ªstica como vemos, predomina sobre la afectividad consustancial humana de la comunicaci¨®n. La palabra, dec¨ªa Heidegger, es reveladora del Ser que se ha ocultado a nuestros ojos, y s¨®lo al nombrarlo se manifiesta sin tapujos, di¨¢fano. Esta desvelaci¨®n del enigma de una criatura nos aproxima a ella, pero no nos une. Cada cual permanece en su morada ¨ªntima, aunque hablen y puedan entenderse, porque no hemos llegado a la verdadera ra¨ªz del yo del otro.
Una mirada, sin mediar palabra, basta, a veces, para iniciar la comunicaci¨®n. Los j¨®venes de anta?o llamaban "timarse" a esta fulminante atracci¨®n rec¨ªproca entre un hombre y una mujer, que abr¨ªa un camino lleno de posibilidades. Para ello es necesario Einbruch, irrumpir en el terreno de los otros, saltar desde s¨ª a la existencia com¨²n de todos, internarse en sus vidas, conocer sus problemas, ayudarles a resolverlos.
Sin embargo, la verdadera comunicaci¨®n es muy dificil. Por ejemplo, en las tertulias el di¨¢logo suele ser abstracto, impersonal. Se habla de toros, de literatura, de cine, de pol¨ªtica, de pol¨ªticos, pero nadie sabe nada o muy poco de los problemas ¨ªntimos de cada uno, y persiste la separaci¨®n, las distancias entre los individuos all¨ª reunidos. Cuando la comunicaci¨®n es apertura de s¨ª, y se intercambian confidencias, abrazado el yo al de los otros que tambi¨¦n narran sus experiencias, entonces no hay m¨¢s yoes. separados ni escindidos, porque el di¨¢logo cre¨® una verdadera covivencia. Los secretos, al aparecer, no atormentan, pues ninguno los guarda ya celosamente. La transparencia reciproca se establece como conquista preciosa y crea s¨®lidas relaciones, hasta tal punto que cuando muere un amigo que sabe mucho de m¨ª, tambi¨¦n una parte esencial de mi ser se va con ¨¦l. Comunicaci¨®n y amor se corresponden al realizar la aut¨¦ntica entrega a una s¨®lida fidelidad afectiva. En la novela de Dostoievski Noches blancas de San Petersburgo, dos j¨®venes se cuentan sus vidas, y desnudando totalmente sus corazones bordean el 'amor, porque en todo amor hay una transparencia an¨ªmica que nace de la confianza rec¨ªproca, de la verdad objetiva que conocemos y vivimos. La ignorancia y despreocupaci¨®n cognoscitiva, impide el amor en muchos amantes. La preocupaci¨®n por el otro, saber todo lo que siente y piensa, constituye la base firme de la comunicaci¨®n amorosa.
La creaci¨®n art¨ªstica es la expresi¨®n del amor universal, como el personaje de Doctor Faustus, de Thomas Mann, cuya finalidad es un perfeccionamiento creciente de sus sinfon¨ªas, para penetrar en la conciencia de los oyentes y sumergirlos en ellas. Este acto creador es un canto de amor al Amor mismo, a todos los seres sensibles capaces de captar el atonalismo geom¨¦trico de, la m¨²sica sonora del alma. Esta entrega f¨¢ustica es la consumaci¨®n del amor, su realidad final, proeza metaf¨ªsica, de la que muy pocos son capaces. Qued¨¦monos, pues, con la serenidad del amor comunicativo. ?Existe el amor sin pasi¨®n? Muchos pueden dudarlo al sentir el af¨¢n posesivo de un objeto amoroso que deslumbra y arrastra.. Sin embargo, la pasi¨®n no es s¨®lo fogoso ¨ªmpetu veloz para aferrar al otro; es tambi¨¦n conocimiento objetivo, realidad profunda de la comunicaci¨®n humana.
Carlos G¨²rm¨¦ndez es ensayista, autor de Sentimientos, b¨¢sicos de la vida humana.
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