"Somos como los remeros del Volga achicando petr¨®leo"
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A temperaturas inferiores a cero grados, con vientos del Norte y nieve, la brigada trabaja noche y d¨ªa. Veinte cent¨ªmetros de petr¨®leo lamen las botas de los obreros que rompen el hielo y luego, con ayuda de troncos, arrastran los t¨¦mpanos. r¨ªo abajo. "Somos como los remeros del Volga", dice Yuri M¨¢rchenkov, buscando una imagen para una tarea tan desproporcionada como los trabajos de S¨ªsifo.El esp¨ªritu de rapi?a de los amos del petr¨®leo ruso se refleja en las aguas negruzcas y grasientas del Palmik-Chor. Por este riachuelo, cercano al c¨ªrculo polar ¨¢rtico, se desliza el veneno de reflejos met¨¢licos de una cat¨¢strofe ecol¨®gica dif¨ªcil de evaluar.
Pasa a la p¨¢gina 26
Los obreros denuncian el total descontrol de los oleoductos que causaron la marea negra de Rusia
Viene de la primera p¨¢gina .El descontrol empresarial de los oleoductos del ?rtico ruso permitir¨ªa explicar, seg¨²n algunos trabajadores, por qu¨¦ el petr¨®leo fluy¨® durante semanas o meses sin que nadie prestara atenci¨®n. La comisi¨®n oficial rusa que investiga el vertido dado a. conocer esta semana afirm¨® ayer que el desastre ecol¨®gico es menor que el estimado en Occidente: seg¨²n los rusos s¨®lo se habr¨ªan derramado 14.000 toneladas. Una empresa petrolera estadounidense hab¨ªa asegurado que se hab¨ªan vertido 270.000 toneladas.
A 57 kil¨®metros de la ciudad de Usinsk, en el cruce del Palmik-Chor con la carretera que llega a los yacimientos de m¨¢s al norte, una brigada de petroleros separa el agua del crudo. Desde la carretera, un cami¨®n les suministra agua caliente a presi¨®n.
Con ayuda de una estaci¨®n de bombeo y un par de mangueras, el petr¨®leo es metido en cisternas, y el agua marr¨®n vuelve al r¨ªo. "Est¨¢ casi limpia", seg¨²n dice uno de los trabajadores con el cigarrillo encendido en la boca, mientras una excavadora sumerge una y otra vez su pala dentada en la masa cenagosa.Un poco m¨¢s arriba, en los pantanos que caracterizan el paisaje entre la taiga y la tundra, hay mares de petr¨®leo que nadie ha comenzado a limpiar. Por ellos pasa el oleoducto que una docena de compa?¨ªas utilizan para transportar petr¨®leo hacia Rusia central y Occidente bajo el patrocinio de la empresa Komineft. El gaseoducto sigue funcionando, seg¨²n afirma el peri¨®dico Rep¨²blica de la ciudad de Siktivkar, capital de Komi, y por sus agujeros sigue saliendo el petr¨®leo, seg¨²n dice Oleg, un parado local, que no quiere ver publicado su nombre completo por miedo al "monstruo".
El "monstruo" es para Oleg la sociedad an¨®nima Komineft y sus m¨²ltiples ramificaciones, una t¨²pida red de compa?¨ªas que antes fueron eslabones del sistema estatal de producci¨®n de petr¨®leo y que hoy son peque?as entidades unidas por un objetivo com¨²n: extraer cuanto m¨¢s petr¨®leo, mejor. A cualquier precio. Komineft dicta su voluntad e impone su ley en estos parajes. Es el interlocutor obligado de todas las petroleras extranjeras que se asientan en la cuenca del Pechora para extraer petr¨®leo en Rusia.
El distrito de Usinsk (70.000 personas y 50.000 kil¨®metros cuadrados) es un feudo de Komineft. Seg¨²n el vicejefe de la administraci¨®n V¨ªktor Molch¨¢lnikov, la empresa no paga su contribuci¨®n al presupuesto "entre el 70% y 80% del total". Ni tampoco Koinineft paga a sus empleados, algo m¨¢s de 25.000 personas en plantilla en proceso de recortes. Durante la privatizaci¨®n, la miseria oblig¨® muchos obreros a vender sus acciones a especuladores que llegaron de fuera. En lugar de dinero Komineft da a su gente unos billetitos llamados leonidvki, en referencia al apellido del director Le¨®nidov. Con ellos se puede comprar v¨ªveres en los comercios locales, donde el pescado no es fresco y la carne apenas se ve.
Parados
La condici¨®n de parado de Oleg puede estar relacionada con el accidente. Oleg se cans¨¦ de trabajar en la reparaci¨®n de los pozos de petr¨®leo despu¨¦s de 8 meses de no cobrar. Y lo mismo hicieron centenares de personas que trabajaban con ¨¦l. Finalmente, la Unidad de Reparaci¨®n de Pozos dej¨® de funcionar y los obreros se quedaron en la calle.
La manifestaci¨®n que organizaron en junio en la plaza central de Usinsk no les sirvi¨® de nada, pero la reacci¨®n en cadena no se ha hecho esperar. "Como las brigadas de reparaci¨®n no trabajan, no hay nadie que detecte los cambios de presi¨®n que indican la existencia de fugas en las conduccione?, dice Oleg.
Oleg muestra docenas de camiones oxidados sobre la nieve de Usinsk. Pertenecen a la URB (la Unidad de reparaci¨®n de pozos).
No lejos de aqu¨ª la bandera brit¨¢nica ondea junto a la sede de Articoil, un edificio funcional y confortable que contrasta con las desoladas viviendas, donde han quedado atrapados los que llegaron a estas tierras del norte con la esperanza de vivir mejor. Hoy cobran poco, viven mal y est¨¢n condenados al no poder siquiera vender sus casas. Quien va a venir a vivir aqu¨ª. Lo peor de Usinsk y de la b¨¢rbara explotaci¨®n del hombre y de la naturaleza que aqu¨ª tiene lugar es que la desgracia se ha hecho cotidiana. Los incendios, las fugas, las explosiones en el oleoducto son algo normal en el feudo de Komineft. Y el pescado tiene sabor a petr¨®leo desde hace ya a?os.
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