De lo testicular a lo florentino en Alemania
Las negociaciones para formar coaliciones de Gobierno estos d¨ªas en Aleman¨ªa han impuesto un giro en los estilos habituales de hacer pol¨ªtica en este pa¨ªs. La disminuci¨®n de la mayor¨ªa de que dispon¨ªa la coalici¨®n de centro-derecha entre democristianos (CDU/CSU) y liberales (FDP) de 134 a 10 diputados obliga al canciller Helmut Kohl a cambiar el estilo testicular, a base de depositar encima de las mesas de negociaciones toda la fuerza disponible, por el florentino de imponerse sin pisar ni un solo callo, si desea contar con la mayor¨ªa que exige la Constituci¨®n para resultar elegido canciller. A Helmut Kohl no le queda m¨¢s remedio que despojarse de la arrogancia del poder. De lo contrario, correr¨ªa el riesgo de que media docena de diputados de la coalici¨®n demoliberal le pasen la factura y se quedar¨ªa sin la mayor¨ªa necesaria para ser elegido canciller. Ser¨ªa un hecho ins¨®lito en la historia de la Rep¨²blica de Bonn que el candidato propuesto al Parlamento Federal (Bundestag) no saliese elegido en la primera votaci¨®n.
Esta tradici¨®n habla a su favor, pero tambi¨¦n se puede argumentar en su contra que, en las cuatro ocasiones en que Kohl (CDU) se present¨® a la elecci¨®n de canciller en el Bundestag (en 1982, 1983, 1987 y 1990) los diputados traidores, que en secreto no le votaron, superaron con mucho el n¨²mero de cinco y en la ¨²ltima ocasi¨®n llegaron a 20.
Kohl se mueve por el filo de la navaja. Esto le obliga a tomar toda clase de precauciones, para asegurarse de que el n¨²mero de disidentes no llegue a cinco. Por eso se ver¨¢ obligado a realizar un aut¨¦ntico encaje de bolillos porque, como se dir¨ªa en la jerga circense, el menor desliz puede poner en peligro la vida del artista. Para empezar, Kohl ha optado porque en las negociaciones de coalici¨®n no se discutan a fondo los temas, ni se decida nada sobre el posible reparto de carteras. Se trata a toda costa de evitar que un enfrentamiento por un qu¨ªtame all¨¢ ese ministerio ponga en peligro la reelecci¨®n del canciller. Primero, la reelecci¨®n de Kohl, y despu¨¦s se repartir¨¢n las carteras. En segundo lugar, Kohl ha tra¨ªdo a la mesa negociadora de la coalici¨®n a uno de sus mayores enemigos. Desde el Este profundo Kohl ha sacado al llamado rey de Sajonia, Kurt Biedenkopf, quien regresa a Borin en olor de triunfo tras haber logrado la reelecci¨®n como presidente de Gobierno de Sajonia con m¨¢s de un 58% de votos, el porcentaje m¨¢s alto logrado por un democristiano en la Aleman¨ªa actual.
Al sacar a Biedenkopf de la chistera, Kohl da muestras de manejo florentino de la situaci¨®n. El canciller consigue involucrar a uno de sus adversarios en las tareas de definir la futura coalici¨®n, se aprovecha y saca partido del talento pol¨ªtico y la capacidad intelectual de un Biedenkopf a quien un d¨ªa repudi¨® y ech¨® de la secretaria general de la CDU.
Al mismo tiempo, Kohl ata corto y tiene cerca a un potencial candidato a canciller en una gran coalici¨®n. Si las cosas se tuercen mucho y Kohl no resulta elegido, se especula en los mentideros de Bonn con la posibilidad de una gran coalici¨®n entre democristianos (CDU-CSU) y socialdem¨®cratas (SPD) y se baraja el nombre de Biedenkopf como un posible canciller de esa boda de los elefantes. Por eso a Kohl le conviene atar corto a este posible competidor.
El socio de coalici¨®n de Helmut Kohl, los liberales (FDP) del ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller Klaus Kinkel, se encuentran en plena crisis tras su apurada salvaci¨®n. Kinkel ha saldado a su favor el primer enfrentamiento dentro de sus filas a base de pol¨ªtica testicular. El inquieto presidente del FDP de Renania del Norte y Westfalia, J¨¹rgen M¨®llemann, ha dimitido de su cargo porque Kinkel no le quer¨ªa ni en la mesa de negociaciones de la coalici¨®n, ni, por supuesto, en el futuro Gabinete.
No se puede lamentar mucho la ca¨ªda de M?llemann, un aut¨¦ntico zascandil que demuestra que hasta en un pa¨ªs del peso de Alemania un chisgarab¨ªs puede llegar a ocupar nada menos que la cartera de Econom¨ªa. El problema ahora para Kinkel, y en definitiva para Kohl, ser¨ªa que el diputado M?llemann o alguno de los suyos no les pasen la factura a la hora de la elecci¨®n de canciller.
El 6,9% con que entr¨® en el Bundestag es un espejismo. La fuerza real del FDP se mueve hoy por debajo del 3% y el resto son votos prestados. A Kinkel tambi¨¦n le espera la tarea florentina de conseguir que el FDP gane perfil en la futura coalici¨®n, pero desde una posici¨®n debilitada.
Los liberales han conseguido menos votos que el, hermano b¨¢varo de la CDU, los socialcristianos b¨¢varos (CSU), que no est¨¢n dispuestos a dejarse imponer recortes en el programa y que les quite puestos este devaluado FDP.
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