Ni bohemios ni famosos
Los dos ganadores del concurso de escritura rapida, que comparten el premio, nunca hab¨ªan participadoen otros cert¨¢menes literarios
Dos, y no uno, son los ganadores del concurso de escritura r¨¢pida convocado por la FNAC, EL PA?S y Alfaguara el pasado s¨¢bado 22 de octubre con el tema general La plaza de Callao. Cr¨ªmenes, desencuentros, mendicidad, amores alegres y otros mucho menos: casi 800 escritores menores de 30 a?os desnudaron hasta el ¨²ltimo mil¨ªmetro de la c¨¦ntrica plaza para quedarse con su alma en las 12 horas de plazo que marcaban las bases. Los ganadores, Clemente Corona y Luis Gal¨¢n, comparten el premio ¨²nico de 100.000 pesetas en cheques para comprar en la macrotienda. Una mujer desesperada que ve su mundo ya sin amor reflejarse en los charcos de la plaza y un chico capaz de robar el material al trafica son los protagonistas de los relatos.
Uno fue de los primeros en en tregar el cuento. El otro lleg¨® poco antes de que se cerra el concurso, Clemente Corona, de 22 a?os, y Luis Gal¨¢n, de 18, nunca hab¨ªan participado antes en un concurso literario y los dos comparten ahora un primer premio de 100.000 pesetas, la mitad para cada uno otorgado, por los convocantes de concurso de escritura r¨¢pida que se celebr¨® el s¨¢bado 22. Corona es escritor: este a?o no volvi¨® a matricular se en Derecho para acabar la novela que no le deja quieto, Decidle a Gavir¨ªa que ha muerto. Su obra abarca por ahora unos 50 cuentos. Gal¨¢n no sabe qu¨¦ har¨¢ con sus ganas de escribir. Estudia primer a?o de Psicolog¨ªa y lee a Henry Miller y William Burroughs.Ninguno de los dos ha visto nunca un cuento propio impreso. Corona ni siquiera los saca de la memoria de su ordenador. "No ense?o nada de lo que escribo. Mis padres y un amigo le yeron Sabor a m¨ª el viernes pasado, cuando me enter¨¦ de que era uno de los ganadores", dice. Nadie sabe qu¨¦ ara?a en su habitaci¨®n, cuando se encierra a escribir su novela. A veces, ni siquiera el lo sabe.
"Escribo, reescribo y corrijo. Es posible incluso que no, acabe la novela, porque no paro de retocar. Pero me he propuesto terminarla este invierno", anuncia. Una mujer muerta, un comisario , poca intriga y un final qu¨¦ Corona conoce pero al cual no sabe c¨®mo llegar a¨²n, le man,tendr¨¢n ocupado durante los pr¨®ximos meses.
Gal¨¢n defiende a Ray Loriga, al menos su primer libro, Lo peor de todo. No disfrut¨® tanto de la novela de Jos¨¦ ?ngel Ma7 ?as, el jovenc¨ªsimo autor de Historias del Kronen, pero su haza?a le impact¨® y le hizo acercarse a ¨¦l en la puerta de un cine y darle la mano, apretando con fuerza. Gal¨¢n no sabe si quiere ser como ellos, si acabar¨¢ Psicolog¨ªa o si deber¨ªa haber estudia do Filosof¨ªa, pese a la oposici¨®n radical y militante de sus padres contra esa carrera. Para escribir, se encierra en su habitaci¨®n y coloca un folio en la m¨¢quina. 'Empiezo muchas cosas, algunas las dejo sin acabar, las olvido en un rinc¨®n y luego vuelvo sobre ellas... no s¨¦ ad¨®nde me conducir¨¢ esto", se?ala.Situaciones oscuras
La plaza de Callao les sugiri¨® a ambos situaciones oscuras, pero coinciden en que podr¨ªa ser cualquier plaza de Madrid. Corona opt¨® por contar un pedazo de la vida de una mujer porque le planteaba m¨¢s retos. "S¨®lo lo hab¨ªa hecho una vez antes. Mis protagonistas no son mujeres".La historia ocurre en el ¨¢tico del edificio situado en la esquina de Preciados, pared con pared del cine Callao. "Durante a?os vi en ese ¨¢tico un cartel de 'se vende' y alucinaba con ese piso. Ahora he visto que por fin han quitado el anuncio".
Luis, ni siquiera por jugar un rato don su imaginaci¨®n, consider¨® la posibilidad de ganar el premio. "Cuando iba en el autob¨²s a casa de un amigo para imprimirlo, aprovech¨¦ para corregirlo", explica. "Lo escrib¨ª de un tir¨®n a medida que la historia se me iba ocurriendo".
Por una vez, sus padres y algun¨®s amigos pudieron leer algo de lo que teclea a solas en su habitaci¨®n. "No mezclo mis mundos. Cuando estoy con los colegas no discuto con ellos sobre los elementos autobiogr¨¢ficos de la obra de Henry Miller. Cuando cierro el libro, lo cierro, hasta que vuelvo a mi habitaci¨®n", comenta. Sus amigos leen ,algo", algunos las historias de terror de Stephen King, otros las de J. R.Tolkien.
En casa de Corona, los libros del C¨ªrculo de Lectores iban directamente a la estanter¨ªa. "Fue en el instituto cuando empec¨¦ a profundizar en mis lecturas", dice. Aprecia a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Alejo Carpentier y Mario Benedetti; y entre los espa?oles, a Camilo Jos¨¦ Cela y a Francisco Umbral. Enfrascado en su novela, trata de no dejarse intimidar por los ruidos, alaridos y peleas propias de una casaen la que ¨¦l es el mayor de seis hermanos.
Dentro de su bunker -su habitaci¨®n llena de sus libros y sus discos y sus 50 cuentos- escribe, a veces seis horas al d¨ªa, a veces una.Fe ciega
Nada ha modificado su afici¨®n a leer el peri¨®dico en un caf¨¦ situado cerca de su casa, en Arganzuela. "No conozco a nadie. No tengo ni un solo contacto. No s¨¦ qu¨¦ har¨¦ para publicar m¨ª novela, pero lo conseguir¨¦. Confio ciegamente en ella", afirma. Est¨¢ dispuesto a conseguir un trabajo para ya no depender de sus padres, ojal¨¢ de funcionario, para dedicar las tardes a la escritura.
Ni Corona ni Gal¨¢n van con un cartel en la frente que anuncie que se dedican a la escritura. "No lo oculto, pero no lo proclamo. Algunos amigos lo saben, otros no", dice Luis. Desde que supo que hab¨ªa ganado el premio, Clemente est¨¢ alegre, "como si me hubiera fumado un porro", dice, y no precisamente por los altavoces que se comprar¨¢ con el dinero ganado. "Aunque sea est¨²pido pensarlo, creo que esto es el comienzo de algo".
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