Los compa?eros del cabo del 'caso Pan Bendito' dicen que dispar¨® para defenderse
Los polic¨ªas municipales que estaban en el portal del inmueble del barrio de Pan Bendito (Carabanchel) cuando se produjo el disparo que mat¨® al delincuente Juan Andr¨¦s Gonz¨¢lez avalaron ayer la tesis de la leg¨ªtima defensa; o sea, que el presunto homicida, el cabo Jos¨¦ Manuel Villarejo, dispar¨® cuando la v¨ªctima se hab¨ªa apoderado del rev¨®lver de su compa?ero y apuntaba con el arma hacia el cabo. Los vecinos del barrio, que testificar¨¢n en breve, sostienen, en cambio, que Villarejo dispar¨® cuando Gonz¨¢lez ya estaba esposado y acorralado en el portal, donde se hab¨ªa refugiado tras una persecuci¨®n.
O ten¨ªan muy claro lo ocurrido el 23 de agosto de 1991 en Pan Bendito o estaban bien aleccionados. Lo cierto es que los testimonios prestados ayer ante la Audiencia por los agentes apenas ofrec¨ªan fisuras. La misi¨®n de la Secci¨®n Primera de la Audiencia en el caso Pan Bendito es resolver si la muerte de Juan Andr¨¦s Gonz¨¢lez, que dej¨® cuatro hijos y una esposa embarazada, fue inevitable (leg¨ªtima defensa) o si el cabo Villarejo se excedi¨® y dispar¨® sobre un hombre semiesposado e indefenso, como sostiene el fiscal.El primer agente que declar¨® fue Carlos Ib¨¢?ez, pareja ese d¨ªa de Villarejo. Ib¨¢?ez relat¨® que en la tarde del 23 de agosto una mujer les inform¨® de que hab¨ªa visto a un hombre forzando la cerradura de un coche en la plaza de Ramales. Una vez all¨ª vieron que la v¨ªctima ya hab¨ªa entrado en el veh¨ªculo y, sin escucharles, hu¨ªa a toda velocidad.
"Su conducci¨®n era temeraria; no le importaba la vida de los dem¨¢s", dijo Ib¨¢?ez. Juan Andr¨¦s abandon¨® el coche en el n¨²mero 21 de la calle de Besolla, en Pan Bendito, y se meti¨® en un portal, seguido por el cabo.
Ib¨¢?ez, seg¨²n relat¨® ayer en la sala, se baj¨® del coche patrulla y sac¨® su arma, "empu?¨¢ndola hacia arriba". Con la precipitaci¨®n, dijo, cay¨® al suelo e, inconscientemente, apret¨® el gatillo. Fue el primero de los cuatro disparos que se oyeron esa tarde en la terriza plaza de Pan Bendito. Se incorpor¨® y entr¨® en el portal, donde ya "hab¨ªa seis o siete vecinos, encrespados e insult¨¢ndonos", destac¨®. "Vi a mi compa?ero bajar las escaleras detr¨¢s de Juan Andr¨¦s. Llevaba una navaja en la mano. 'Cuidado', alert¨¦ a mi compa?ero, y me abalanc¨¦ sobre ¨¦l. Ca¨ªmos al suelo, yo encima de ¨¦l. Logre sujetarle por el hombro, y mi compa?ero pudo colocarle un grillete [esposa] en una mano. Cuando cre¨ª que casi le ten¨ªa inmovilizado, Juan Andr¨¦s le dio una patada a mi compa?ero, y se revolvi¨® hac¨ªa m¨ª con mucha fuerza. Sent¨ª un tir¨®n del rev¨®lver y, de pronto, vi que me apuntaba con ¨¦l. Yo estaba tumbado en el suelo, y ¨¦l, sentado sobre mis piernas y apunt¨¢ndonie". A preguntas del fiscal, Ib¨¢?ez afirm¨® que Juan Andr¨¦s tuvo tiempo de sobra para disparar si hubiese querido. Aquellos segundos, aclar¨®, "se hicieron una eternidad". Ib¨¢?ez agreg¨® que, antes de o¨ªr la detonaci¨®n, su compa?ero, que estaba detr¨¢s de ellos, pidi¨® varias veces a la v¨ªctima que soltara el arma. Al o¨ªr la detonaci¨®n, Ib¨¢?ez crey¨® que el herido era ¨¦l. "Me tent¨¦, aturdido, por el abdomen y el costado, buscando el impacto". Pero, en realidad, la v¨ªctima era Juan Andr¨¦s, quien cay¨® al suelo gravemente herido. En el Doce de Octubre s¨®lo certificaron su defunci¨®n.
Dos de los polic¨ªas que declararon ayer dijeron al tribunal que presenciaron el disparo entre los vecinos congregados en el portal. Seg¨²n ellos, el cabo dispar¨® cuando la v¨ªctima ten¨ªa el rev¨®lver en su mano y le apuntaba. Tambi¨¦n coincidieron en se?alar que, tras el disparo y el desplome de la v¨ªctima, terminaron de colocarle las esposas en, la mano libre. "Fue esposado con las manos por delante, no por detr¨¢s", matizaron.
"Apoyo moral"
El concejal responsable de la Polic¨ªa Municipal de Madrid, Carlos L¨®pez Collado, se acerc¨® ayer la Audiencia para mostrar su apoyo al cabo Villarejo. "He venido para darle ¨¢nimos y expresarle mi apoyo moral", se limit¨® a decir a los periodistas.En el Ayuntamiento existe la convicci¨®n de que el cabo Villarejo actu¨® correctamente y que incluso arriesg¨® su vida en su intento de detener a Juan Andr¨¦s Gonz¨¢lez.
Dos polic¨ªas (de los cerca de 30 que acudieron ayer al juicio en solidaridad con Villarejo) tuvieron que dejar sus sillas para que se sentaran, L¨®pez Collado y un mando de la Polic¨ªa Municipal que le acompa?aba. La sala estaba abarrotada, y el presidente del tribunal, Jos¨¦ Manuel Maza, desaprueba que haya gente de pie durante la vista.
L¨®pez Collado presenci¨® el juicio durante una hora; luego, se march¨®, no sin antes saludar -aprovechando un receso- al presidente del tribunal. "Que se note que estamos unidos y con ¨¦l [con Villarejo]", coment¨® un polic¨ªa local a las puertas de la sala de vistas.
Menos arropada estaba Mar¨ªa Soledad Barrul, esposa del fallecido Juan Andr¨¦s y madre de cuatro hijos. Mar¨ªa Soledad, enlutada y de unos 36 a?os, fue detenida en la anterior sesi¨®n de esta vista -la semana pasada- porque pesaba sobre ella una orden de busca y captura. Despu¨¦s qued¨® en libertad. Declarar¨¢ el d¨ªa 7.
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