?Es inocuo el cannabis?
En la mayor¨ªa de los pa¨ªses, los ministerios de Sanidad regulan cuidadosamente la indicaci¨®n y comercializaci¨®n de cualquier tipo de intervenci¨®n supuestamente terap¨¦utica aplicable a humanos o animales, sea un alimento, un f¨¢rmaco o una t¨¦cnica espec¨ªfica. Los criterios exigidos son muy estrictos con el fin de determinar la eficacia y, sobre todo, los posibles efectos contraproducentes a corto y largo plazo que muchas de estas intervenciones conllevan. Si los pertinentes ensayos controlados determinan que los efectos contraproducentes derivados de la utilizaci¨®n de un f¨¢rmaco o droga de reconocida eficacia son mayores que los beneficios, su consumo debe ser cuestionado o rechazado si es recomendado o propuesto desde posturas no profesionales. Una vez establecidas las limitaciones de su uso -dosis, frecuencia y duraci¨®n-, el m¨¦dico debe ser quien indique su utilizaci¨®n y, m¨¢s a¨²n, se responsabilice de los resultados.Sorprendentemente esta actitud cautelosa no es ejercida por quienes, desconociendo sus efectos nocivos, utilizan las denominadas, "drogas de abuso" sin que exista ning¨²n tipo de indicaci¨®n terap¨¦utica propuesta por un m¨¦dico. En el caso concreto del hach¨ªs o de su principio activo el THC (tetrahidrocannabinol), es importante que el consumidor, para reducir os riesgos derivados de su uso, conozca estos efectos, sean inmediatos o tard¨ªos. Aunque la intensidad y naturaleza de los s¨ªntomas inmediatos puede variar seg¨²n la susceptibilidad individual y la concentraci¨®n de cannabinol en cada dosis, en general el consumidor aprecia un cierto est¨ªmulo psicol¨®gico seguido de una euforia moderada y sensaci¨®n, de bienestar que, subjetivamente, interpreta como un incremento de la calidad de sus actividades tanto mentales como f¨ªsicas. Desgraciadamente, esta sensaci¨®n inicial de recompensa o placer se asocia a percepciones an¨®malas de la realidad que pueden ser interesantes para quien la experimenta pero que impiden modular sus efectos si, en esas condiciones, ejecuta complejas actividades de alto riesgo (toma de decisiones, conducci¨®n de veh¨ªculos a motor, etc¨¦tera).
Esta primera fase placentera (embriaguez) se sigue de otra de tranquilidad, sedaci¨®n o somnolencia (mucho m¨¢s dura dera que la que se asocia a la in gesti¨®n de alcohol) y de una distorsi¨®n de la apreciaci¨®n subjetiva del transcurrir del tiempo (intemporalidad). Todos estos s¨ªntomas o experiencias son consecuencia de la activaci¨®n que el THC ejerce sobre los potentes sistemas de recompensa o placer existentes en el cerebro de los animales que la evoluci¨®n ha encontrado para mejorar la supervivencia del individuo, (ejemplo: saciar el hambre y la sed) y la conservaci¨®n de la especie (placer sexual) y que en los humanos han alcanzado una gran sofisticaci¨®n.
En condiciones normales estos sistemas constituidos por numerosas agrupaciones de neuronas, se activan en presencia de est¨ªmulos ambientales a intracorporales. Para que las neuronas dialoguen entre s¨ª y elaboren la respuesta placentera apropiada es necesaria la intervenci¨®n de un delicado mecanismo de comunicaci¨®n constituido por sustancias bioqu¨ªmicas (neurotransmisores) sintetizadas por el propio cerebro que se acoplan a los receptores o antenas correspondientes localizados en los puntos de contacto existentes entre las neuronas (sinapsis). Estos delicados sistemas han evolucionado para que sus transmisores espec¨ªficos los activen y no para permanecer durante millones de a?os en espera de que sustancias ajenas al organismo los estimulen. Una de ¨¦stas, el THC del hach¨ªs, tiene una estructura molecular semejante a la del neurotransmisor fisiol¨®gico, la anadamida, que le permite enga?ar a los receptores y producir respuestas placenteras correspondientes. Este procedimiento de conseguir recompensas a placer no es excesivamente fiable. En condiciones fisiol¨®gicas la cantidad de la anadamida que activa sus receptores est¨¢ exquisitamente regulada seg¨²n la intensidad del est¨ªmulo, inicial (deseo) para lograr la respuesta adecuada (placer). Este dif¨ªcil c¨¢lculo es imposible cuando los receptores neuronales son estimulados excesivamente durante sucesivas inhalaciones de cannabis. La exquisita sensibilidad de los receptores se altera y las respuestas cl¨ªnicas son imprevisibles, sobre todo en individuos con una especial susceptibilidad como son los adolescentes. Estos, sorprendidos, en lugar de recompensa habitual, deseada, pueden experimentar v¨¦rtigos, reacciones de p¨¢nico, sentido de impotencia ejecutiva, confusi¨®n, ansiedad o depresi¨®n e ideas delirantes. En dosis altas pueden sufrir alucinaciones semejantes a las que produce el LSD (¨¢cido lis¨¦rgico) y amnesia por alterarse, desordenadamente, la acci¨®n de dos neurotransmisores, la serotonina y la acetilcolina, respectivamente. En ciertas personas susceptibles, si consumen hach¨ªs con frecuencia creciente, se pueden desencadenar verdaderos estados psic¨®ticos con falsas percepciones de la realidad y deterioro cognitivo.
El consumo habitual se puede traducir en abulia observ¨¢ndose una reducci¨®n de las rnotivaciones y cambios de la personalidad. Aunque la dependencia f¨ªsica es d¨¦bil, aquellos consumidores habituales que posean un personalidad compulsiva o est¨¦n sometidos a situaciones ambientales que incrementen su ansiedad pueden iniciar una adicci¨®n al hach¨ªs o el paso al consumo sucesivo de otras drogas.
Es cierto que toda esta compleja sintomatolog¨ªa no se manifiesta en todos los consumidores y son muchos los ejemplos de individuos especialmente resistentes que controlan perfectamente tanto el consumo de cannabis como su interrupci¨®n sin s¨ªntomas de abstinencia. Desgraciadamente el n¨²mero de personas susceptibles, particularmente entre los adolescentes, puede ser elevado. Por esta raz¨®n, los argumentoss que utilizan en favor del consumo quienes disfrutan del cannabis sin que desarrollen dependencia o s¨ªntomas adversos, no son aplicables al grupo porque, en ¨¦ste, es muy dif¨ªcil identificar a quienes poseen caracter¨ªsticas gen¨¦ticas espec¨ªficas o han desarrollado su personalidad en ambientes especiales que les hacen susceptibles a la adicci¨®n.
Existen muchas otras alteraciones, bioqu¨ªmicas que pueden modificar las funciones del cerebro y de otros ¨®rganos que obligan a la clase m¨¦dica a informar a la sociedad para que se desarrolle una actitud defensiva general e individual en el caso de que las autoridades permitan la libre comercializaci¨®n del hach¨ªs. Si esto ocurriera, esta liberalizaci¨®n no deber¨ªa interpretarse como una notificaci¨®n oficial de que el cannabis es inocuo. As¨ª, los consejos m¨¦dicos no merecer¨ªan la calificaci¨®n ole informaci¨®n vac¨ªa de contenido o excesivamente alarmista. Si tal ambiente surgiese, la medicina preventiva, basada en directrices atendidas y cumplidas. dejar¨ªa de ser eficiente y el n¨²mero de casos complicados aumentar¨ªa. Para protejer a los consumidores ser¨ªa necesario que se dictasen normas de utilizaci¨®n y protecci¨®n personal y se enumerasen aquellas actividades a evitar, como las actualmente vigentes para los consumidores de alcohol.
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