Jazz Alfaro
A esos negros que cantan su pena azul con voz de madera; a los clarinetes y saxos cuyo sonido es un licor muy largo; a todos los pianos que en los antros del sur tambi¨¦n sirven de f¨¦retros; a Billie Holliday, la primera, y a todos los grandes del jazz ha dedicado el escultor Andreu Alfaro su ¨²ltima inspiraci¨®n. El jazz es un producto del alma que se extrae despu¨¦s de exprimirla absolutamente. Cualquier raza oprimida comienza a cantar como la vid libera el vino cuando la aplastan y esa m¨²sica acaba por convertirse en su m¨¢xima estructura. Las esculturas de Alfaro me han hecho pensar en la forma en que los blancos han sido colonizados por los negros. Las boquillas de todos los saxofones son transl¨²cidas, y de ellas, con lenguas de fuego, los negros han sacado la f¨®rmula para encantar a las serpientes. Ca¨ªn fue el primer artista negro. Un Dios en el desierto le hab¨ªa dicho que, all¨¢ por donde el sol se ocultaba, exist¨ªa un para¨ªso que desbordaba toda la imaginaci¨®n. Dios pronunci¨® el nombre de Nueva York y Ca¨ªn qued¨® fascinado con ese sonido y no ces¨® de viajar hasta dar con el jard¨ªn. En el camino alguien le dijo que all¨ª todas las flores eran de sangre y se cultivaban bajo la tierra. ?Qu¨¦ se podr¨ªa hacer en ese lugar? Vestirse de pavo real, introducir el coraz¨®n en un helado de vainilla, asesinar a alguien s¨®lo para sentirse maravilloso, morder las pantorrillas de una princesa, ponerse unas zapatillas y correr por el culo de saco de la historia, tomar vitaminas, participar en un concurso de mendigos en la Quinta Avenida. Despu¨¦s de haber sido aplastado por el rubio Abel, protestante y anglosaj¨®n, a Ca¨ªn s¨®lo le quedaba una salida para sobrevivir. Escogi¨® una quijada de asno y la convirti¨® en un saxof¨®n. Comenz¨® a extraer toda su pena azul y vio c¨®mo el alma de Abel se iba transformando. No tuvo necesidad de asesinarlo esta vez. Abel tambi¨¦n quer¨ªa ser m¨²sico de jazz. Le dieron un clarinete, pero enseguida se vio que como artista era un impostor. Hoy, todo el alma de Occidente ya es negra. La exposici¨®n d¨¦ Alfaro es eso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.