Naci¨®n, patria, pa¨ªs
Una pregunta que inquieta al autor de estas l¨ªneas desde sus tiempos de oyente-lactante: "Mam¨¢, yo quiero saber de d¨®nde son los cantantes..." ?Significa ¨¦sto que los int¨¦rpretes vocales hacen alg¨²n tipo de patria, merced al ejercicio de su que hacer art¨ªstico? ?Es esa naci¨®n enmarcable en alg¨²n tipo de mapa? ?Se exige al ciudadano un determinado pasaporte o documento, que certifique la actividad de su glotis?Qued¨® clar¨ªsimo que los Blur, sin ir m¨¢s lejos, eran tan condenadamente brit¨¢nicos como la Guinness, la pirater¨ªa o Michael Robinson. Hacen gala de su condici¨®n de cachorros del imperio de su Graciosa Majestad. Siempre orgullosos y con estilo, como James Bond y El Santo. El caso de Hilario Camacho est¨¢, no obstante, algo m¨¢s oscuro. En su pasaporte figura espa?ol y en su coraz¨®n madrile?o. Pero alguien con esa voz y esa manera de cantar a los veinte a?os, con cuerpo de ola, merece m¨¢s un pa¨ªs que sea una quimera rom¨¢ntica, con lagos de ternura y cordilleras de enso?aci¨®n. Todos los d¨ªas sol y cada noche una historia de amor, coronada de sexo, ternura y fuegos artificiales.
Por contra, tres grupos de energ¨²menos, llamados Pitch Shifter, Atrocity y Obituary, desembarcaron esta semana de forma abrupta en nuestro mundo e hincaron en su castigado suelo la bandera del planeta Pesadilla. Desde el p¨²lpito, bramaron contra el fascismo, la violencia, las agresiones al medio ambiente, la mentira que rodea a las drogas y lo implacable de una civilizaci¨®n humana que, parad¨®jicamente, no deja resquicios a lo mejor de la naturaleza del hombre. La viva encarnaci¨®n de la muerte de los sue?os, el fin de los ideales, la revuelta perpetua. Duros de o¨ªr y de comprender y, sin embargo, buenos chicos de coraz¨®n tierno.
La patria de Raimundo Amador es la calle. En ella creci¨® su genio y sus dedos comenzaron a echar carreras por un m¨¢stil de guitarra. Su veneno, con denominaci¨®n de origen pata negra, corre por las venas de todos aquellos que a¨²n no han trocado su sangre por horchata. Este fen¨®meno nada sabe de fronteras. Es embajador de s¨ª mismo y del arte y nadie puede apropi¨¢rsele del todo, aunque muchos lo intentan.
Nos queda Beck, personaje que hinc¨® su pu?o en el plexo solar de su propio pa¨ªs, EE UU, al cantar La M.T.V. me hace fumar crack. Ya es menos loser que cuando empez¨® y en directo, con banda y ruido, resulta m¨¢s Nirvana de lo que se desprende de sus discos. Pero cuando empu?a la guitarra ac¨²stica, vuelve a asomar una personalidad repleta de excentricidad que tanto recuerda a la de nuestro Poch, tambi¨¦n cantante y, aunque nacido en Donosti, ciudadano-pinza del mundo.
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