Pase¨ªto por el bosque
St¨¦phane GrappelliSt¨¦phane Grappelli (viol¨ªn y piano), Mare Fosset (guitarra y voz) y JeanPhillippe Viret (contrabajo). Teatro Monumental. Madrid, 7 de noviembre.
El p¨²blico recibi¨® en pie a quien, nunca con m¨¢s justicia, puede ser elevado a categor¨ªa de leyenda viva. Aplaud¨ªa 86 vigorosos a?os casi por entero dedicados al estilo que, en t¨¢ndem con el inolvidable guitarrista Django Reinhardt, puso a Europa en el mapa del jazz. La nariz aguile?a, la media sonrisa perenne y unas exuberantes camisas de flores indescriptibles conforman el perfil de uno de los m¨²sicos m¨¢s singulares que haya dado el jazz: contempor¨¢neo.
La m¨²sica de Grappelli tiene la rara virtud de traer buenos recuerdos a los mayores y de sonarles a cuento, fant¨¢stico a los ni?os.
Empieza con "?rase una vez" y contin¨²a adentr¨¢ndose en id¨ªlicos bosques, llenos de mariposas y p¨¢jaros cantarines, envuelta en un swing ligero y elegante, como de sal¨®n parisiense. Con el jazz del franc¨¦s se puede ir a cualquier parte con la certeza de que no molestar¨¢ a nadie.
Casi veinte temas conformaron su recital madrile?o a modo de sencillos, de a cuatro minutos la pieza, ideales para resumir una trayectoria recta y quiz¨¢ poco ambiciosa, pero apasionada y absolutamente sincera. A los conciertos de Grappelli no se va a descubrir nada nuevo; se acude a reencontrarse con canciones como Honeysuckle Rose o Sweet Georgia Brown tocadas como ya nadie sabe tocarlas. Mediada la noche, y a despecho de una hemiplej¨ªa sufrida en enero de este mismo a?o, el violinista se sent¨® al piano y expuso un delicioso medley con serena profundidad, con ceremonioso detenimiento, con la relajada concentraci¨®n propia de un curtid¨ªsimo artesano de la expresi¨®n.
Le guardaron las espaldas sus dos fieles escuderos como dos personajes antag¨®nicos del mismo cuento. Jean-Phillippe Viret desempe?¨® su papel con correcci¨®n de actor secundario, pero en el guitarrista Marc Fosset, que altern¨® extra?os cantos de excursionista voluntarioso con gemidos de escaldado, se adivin¨® m¨¢s de una vez el terrible aullido del lobo feroz. Una nota surrealista en un cuadro rom¨¢ntico localizado en el mism¨ªsimo Ed¨¦n.
Se despidi¨® a Grappelli todav¨ªa con m¨¢s entusiasmo que el mostrado en el saludo inicial, y muchos adolescentes se acercaron a pedirle aut¨®grafos. Un ni?o aplaud¨ªa abrazando su peque?o viol¨ªn con fuerzas reci¨¦n cobradas. Quiz¨¢ esa noche hab¨ªa descubierto la belleza del instrumento que estudia.
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