Parlamento con vida Propia
Clinton ha comprobado en sus dos a?os de mandato que un Congreso dem¨®crata no le garantiza el apoyo a su programa de Gobierno
Es tal el escepticismo que existe sobre las posibilidades de colaboraci¨®n con el futuro Congreso, que hasta el ¨²ltimo momento de esta campa?a hubo divisi¨®n de opiniones en la Casa Blanca sobre si era preferible un triunfo dem¨®crata o republicano. Al fin y al cabo, dec¨ªan los partidarios de la segunda opci¨®n, si ganan los republicanos siempre se les podr¨¢ echar a ellos la culpa por la falta de resultados en Washington.El presidente Bill Clinton ha podido comprobar durante estos dos a?os que un Congreso de mayor¨ªa dem¨®crata no le garantiza el tr¨¢nsito suave de su programa legislativo por las colinas del Capitolio.
Este sistema pol¨ªtico, basado en lo que sus padres fundadores llamaron check and balance, est¨¢ dise?ado para que cada poder encuentre su perfecto equilibrio en otro poder, de forma que nadie lo acumule en exceso. Congreso y Presidencia est¨¢n, en ese sentido, inventados como rivales m¨¢s que como colaboradores.
Hoy eso hace que la tarea de Gobierno sea una verdadera pesadilla, y Washington se ha convertido entre la poblaci¨®n en el s¨ªmbolo del burocratismo, los intereses creados y la ineficacia, como ha quedado claramente en evidencia en esta campa?a electoral. primera prueba del check and balance son las elecciones mismas. De forma casi instintiva, el electorado coloca fuerzas de signo diferente en la Casa Blanca y en el Capitolio.
Solamente seis de los ¨²ltimos 26 a?os han coincidido un presidente y un Congreso dem¨®cratas; nunca en 40 a?os ha podido un presidente republicano trabajar con un Congreso del mismo partido.
La segunda y m¨¢s decisiva expresi¨®n del check and balance es el funcionamiento del Congreso. ?ste es un Parlamento en el que, simplemente, no existe la cultura de la mayor¨ªa.
El sistema pol¨ªtico norteamericano se pens¨® sobre la idea extendida en el siglo XVIII de que la ley era un obst¨¢culo a la libertad del individuo, y fue construido para hacer dificil el proceso de aprobaci¨®n de leyes, no para facilitarlo.
En realidad, los redactores de la Constituci¨®n norteamericana crearon un marco que reflejaba su rechazo al principio de la democracia inglesa de que el voto de la mayor¨ªa doblegaba a la minor¨ªa.
Por esa raz¨®n, el Congreso norteamericano est¨¢ lleno de mecanismos, normas y tradiciones que pueden ser utilizados para obstaculizar el proceso legislativo. El filibusterismo, la facultad de un congresista de extender el tiempo de debate hasta impedir la aprobaci¨®n de la ley, es la manifestaci¨®n m¨¢s clara de ese sistema.
, Es imprevisible cu¨¢ndo un partido va a hacer fil¨ªbusterismo contra un ley, y es imprevisible tambi¨¦n en qu¨¦ condiciones lo va a hacer. Lo m¨¢s frecuente es que ese derecho lo ejerza un grupo parlamentario completo por instrucci¨®n de su l¨ªder.
Para vencer el filibusterismo son necesarios 60 de los 100 votos del Senado. Sin esa pr¨¢ctica, cuyo uso ha sido extraordinariamente extendido en el ¨²ltimo a?o, una ley puede pasar la C¨¢mara Alta por mayor¨ªa simple o pueden ser necesarios los dos tercios cuando se trata de reformas constitucionales o cambios que afectan al mecanismo del propio Congreso.
'Ta regla es que no hay regla. Un Dole o un Gramn pueden decidir en cada momento. Y el resultado es que este es el ¨²nico pa¨ªs del mundo en el que no se sabe cu¨¢ntos votos hacen falta para pasar una ley", afirma el abogado Tom Geoghegan, autor de varios libros sobre materia constitucional.
Esto explica que, aunque los dem¨®cratas tuvieran mayor¨ªa en el anterior Senado, el presidente Clinton no obtuviese la aprobaci¨®n de sus principales iniciativas pol¨ªticas.
Ser¨ªan necesarios, al menos, 60 esca?os para que un partido pudiera legislar con cierta comodidad, pero una mayor¨ªa de esa naturaleza es casi impensable en Estados Unidos.
Incluso con m¨¢s de 60 esca?os del mismo partido -poniendo el Senado como ejemplo: en la C¨¢mara de Representantes ocurre otro tanto, y ninguna ley puede pasar, sin la aprobaci¨®n de ambas c¨¢maras, m¨¢s la ratificaci¨®n del presidente- se puede dar por descontada la aprobaci¨®n de una ley, porque los senadores no responden a disciplina de partido.
De hecho, en el ¨²ltimo Congreso hubo parlamentarios dem¨®cratas del sur que votaron m¨¢s veces con los republicos que con su propio grupo.
Los congresistas s¨®lo se sienten ligados a los intereses de los votantes que los eligieron en su circunscripci¨®n, y esos intereses est¨¢n representados por los llamados lobbys o grupos de presi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.