La extra?a comisi¨®n
La comisi¨®n del Congreso sobre financiaci¨®n de partidos pol¨ªticos parece un bodrio. Ya fue un bodrio al nacer, con un objetivo en el que se alud¨ªa expresamente a los casos Filesa y Naseiro, y un etc¨¦tera que no se sab¨ªa muy bien d¨®nde empezaba y d¨®nde terminaba. Pero es que el bodrio ha ido mejorando; ahora quieren meter (?o han metido ya?) la financiaci¨®n de diversos partidos comunistas con cargo al anta?o famoso oro de Mosc¨², y creo que van a llevar all¨ª al se?or De la Rosa, porque ¨¦ste quiz¨¢ haya financiado a diversos partidos a lo largo del tiempo. No dejo de maravillarme. Puesto as¨ª, ?por qu¨¦ hacer esa distinci¨®n con el se?or De la Rosa? En Espa?a hay mucha gente con capacidad de financiaci¨®n irregular grande o peque?a; millones de personas; decir que pregunten a todos ser¨ªa demostrar mala fe, porque equivaldr¨ªa condenar a la comisi¨®n a la inoperancia. Pero se pueden insacular unos cuantos nombres, y que la cosa quede reducida a ocho o diez, y as¨ª intervendr¨ªa el azar, el arbitraje ciego, que de mejor grado se tolera por el p¨²blico.Las noticias sobre el oro de Mosc¨² han proporcionado mucho relajamiento y solaz. Ya nadie va a poder mirar por encima del hombro a los dem¨¢s en el seno de la comisi¨®n. Pero los pol¨ªticos son a veces gente muy peculiar. Aunque nadie est¨¦ libre de pecado, todos van a tirar piedras. Cierto que no todos los pecadores son iguales; los debe haber con un saco de pecados y otros con unos pocos, y hasta veniales. Ahora bien, en este caso, ?qui¨¦n es la mujer ad¨²ltera a la que apedrear? Pues la mujer ad¨²ltera son los otros. Por donde vendr¨¢ a resultar que todos tirar¨¢n contra todos, es decir, que tirar¨¢n, en el fondo, contra s¨ª mismos. A lo mejor los vemos salir un d¨ªa del Congreso, en singular pedrea multilateral, a modo de procesi¨®n de flagelantes, con sambenitos de distintos colores en consonancia con la gravedad de las respectivas fechor¨ªas.
No me atrevo a decir que esta comisi¨®n no tiene pies ni cabeza, pero si que, si se conoce el principio, no el fin, ni en el espacio ni en el tiempo. La ambig¨¹edad es su propia esencia, y fruto, a su vez, del temor que los se?ores diputados se deben inspirar a s¨ª mismos, sujetos y objetos de la investigaci¨®n; comisi¨®n, por tanto, reflexiva, absorta en s¨ª misma, en un principio parec¨ªa una comisi¨®n ad hoc, y al menos es comisi¨®n-acorde¨®n, porque se llena y vac¨ªa, aunque sin m¨²sica; comisi¨®n que engulle residuos s¨®lidos conforme van llegando, y tambi¨¦n comisi¨®n acr¨®bata; de ella se vislumbran piruetas, y sin red, pues no fija un l¨ªmite temporal hacia atr¨¢s en su ansia investigadora.
Ya s¨¦ que la prescripci¨®n es una instituci¨®n jur¨ªdica exigida, entre otras cosas, por la seguridad jur¨ªdica, y que como tal no es aplicable a cuestiones pol¨ªticas. Pero, ?qu¨¦ pasa si se investiga lo prescrito? ?Es que puede investigarse lo prescrito? El investigado tendr¨¢ derecho a no ser investigado, tanto si est¨¢ vivo como difunto. La prescripci¨®n es el olvido legal, y los investigadores pol¨ªticos no podr¨¢n olvidar ese olvido. Quiz¨¢ lo que pretende hacer la comisi¨®n es historia, que puede ser de interesantes efectos pol¨ªticos, sobre todo si afectan a sujetos que, adem¨¢s de historia, tienen presente y aspiran a un futuro pol¨ªtico. Que sea buena historia ya es otra cosa.
Mientras tanto, dicen que la comisi¨®n va a resolver el problema de la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos. Es una buena idea, y todos quedar¨ªamos muy agradecidos si lo consiguieran. No tendr¨ªamos que aguantar la sonrisa impertinente de los antidem¨®cratas, que los hay, yo se lo aseguro. Pero, de verdad, m¨¢s que las sabias medidas que tomen para autolimitarse en financiaciones, ser¨ªa estupendo que adquirieran, entre ellos, el compromiso, firme, cre¨ªble, de cumplir la ley, su ley, la pasada o la futura, tanto da. Y no hace falta ni que nos lo digan. Basta con que lo hagan, que se notar¨¢ enseguida.
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