Las fundaciones Alberti y Allende alientan la uni¨®n entre arte y pol¨ªtica

Fue una conjura encabezada por la hija de Salvador Allende, Isabel, y secundada por el poeta F¨¦lix Grande, por el actor Jos¨¦ Luis Pellicena..., por todos cuantos ayer participaron en El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz) en el acto de hermanamiento entre las fundaciones Alberti, de Espa?a, y Allende, de Chile. Todos contribuyeron a meternos en el t¨²nel del tiempo.

De repente, ya no est¨¢bamos en la luminosa Casa Museo Alberti, sino en Santiago de Chile. Era el 11 de septiembre de 1973 y el presidente chileno Salvador Allende mor¨ªa en el asalto al Palacio de la Moneda por defender hasta las ¨²ltimas consecuencias su compromiso de mantener la democracia. Un d¨ªa despu¨¦s, y estamos en Roma. Alberti, a¨²n en el exilio, hac¨ªa p¨²blico un poema dedicado a Allende: "Mirad. Han matado a un hombre./ Ciega la mano que mata./Cay¨® ayer. Pero su sangre/ hoy ya mismo se levanta".F¨¦lix Grande puso su granito de arena en el emotivo ambiente tarareando unas notas de La Internacional. La sala qued¨® casi sin aliento. Fue un festival de la memoria y la nostalgia.

Pero, ojo, vinieron a decir Isabel Allende y Mar¨ªa Asunci¨®n Mateo, directoras, respectivamente, de las fundaciones Allende y Alberti. No se puede vivir s¨®lo del recuerdo y ambas reivindicaron el papel actual y de futuro de las instituciones que dirigen. "En estos tiempos que corren, hay momentos en que hablar de poes¨ªa, arte, cultura o justicia social pareciera evocaci¨®n nost¨¢lgica de un pasado que se desvanece", dijo Allende. Pero el hermanamiento entre las dos fundaciones, a?adi¨®, "es la expresi¨®n concreta y necesaria de un nuevo compromiso entre el arte y la pol¨ªtica, de un compromiso de di¨¢logo entre iguales, por el noble fin de decirles a los hombres algo m¨¢s sobre el sentido de la vida y de la realidad". Para Mar¨ªa Asunci¨®n Mateo, esposa de Alberti, las dos fundaciones unidas tienen la obligaci¨®n de "salvaguardar la memoria hist¨®rica, tantas veces amenazada, tantas veces amordazada, y transmitirla es una de las tareas m¨¢s dignas y nobles que todav¨ªa le quedan a las mujeres y hombres de hoy".

Rafael Alberti, que el 16 de diciembre cumplir¨¢ 93 a?os, y Hortensia Bussi, la viuda de Allende, que presidieron el acto, no pronunciaron palabra, aunque a Tencha, como todos llaman a Hortensia, se le escap¨®, tras o¨ªr a F¨¦lix Grande: "Impresionante". Alberti, con ciertas dificultades de movimiento, sigui¨® atentamente las diversas intervenciones. Cuando Pellicena recit¨® sus poemas, ¨¦l los dec¨ªa tambi¨¦n sin voz, moviendo ¨²nicamente los labios. Hortensia y Rafael se emocionaron sobre todo cuando se habl¨® de la muerte de Allende. Cogidos de las manos cerraron los ojos como si no pudieran soportar tantos recuerdos.

F¨¦lix Grande habl¨® sobre la influencia de autores como Neruda y Alberti en los j¨®venes poetas espa?oles de los sesenta. "Nos ense?aron que se puede escribir poes¨ªa social, civil o pol¨ªtica sin renunciar a las excelencias del idioma espa?ol". Grande defini¨® la muerte de Allende como un supremo acto po¨¦tico: "Hab¨ªa dado su palabra y cuando lleg¨® la hora de defenderla dio su vida por ella".

Jos¨¦ Luis Pellicena puso el punto final con el recital po¨¦tico Chile en el coraz¨®n. Ley¨® un fragmento de La araucana y poemas de Pablo Neruda, Nicol¨¢s Guill¨¦n y Alberti. El ¨²ltimo, el dedicado a Salvador Allende, lo recit¨® de memoria, con voz potente y emocionada, y arranc¨® c¨¢lidos y continuados aplausos. No hay duda, el hermanamiento de las fundaciones Alberti y Allende fue todo un viaje a la memoria. No es de extra?ar que, acabado el acto, los asistentes, con los ojos brillantes, se preguntasen unos a otros: "oye, y t¨², ?d¨®nde estabas el l 1 de septiembre de 1973?".