El club de las democracias
"Con el paso de la d¨¦cada de los ochenta a la de los noventa se abri¨® repentinamente un cr¨¢ter ante los ojos at¨®nitos del mundo, un cr¨¢ter que ahora vomita la lava de las sorpresas poscomunistas".V¨¢clav Havel (1992)
Durante una reuni¨®n del Club de Roma celebrada en Santander en 1985, suger¨ª por vez primera que alguien deb¨ªa abordar la tarea de realizar una "planificaci¨®n de posguerra sin una guerra previa". En 1986, mucho antes del drama de las "sorpresas poscomunistas", escrib¨ª a mis colegas de 24 pa¨ªses para sugerirles que emprendi¨¦ramos juntos la tarea de dise?ar un "tercer proyecto para el orden mundial". Uno de mis colaboradores m¨¢s pr¨®ximos en esta constructiva empresa fue el espa?ol Ricardo D¨ªez Hochleitner, hoy presidente del Club de Roma.
Decidimos, casi desde un principio, que el objetivo del "tercer intento" (los dos primeros hab¨ªan sido la Liga de las Naciones y las Naciones Unidas) no pod¨ªa ser el "orden mundial". Tal expresi¨®n hab¨ªa significado con demasiada frecuencia la defensa del statu quo por parte de quienes eran, en ese momento, los m¨¢s fuertes. El nuevo "intento" deb¨ªa tener como objetivo garantizar el cambio pac¨ªfico, asegurando a la vez que la paz diera margen a Ia transformaci¨®n.
Como resultado de varios a?os de trabajo en com¨²n -que culminaron con un seminario de integraci¨®n en Barcelona- surgi¨® un libro, Birth of a new world (Nacimiento de un nuevo mundo).
El futuro siempre ha de tener sus ra¨ªces en el pasado. Por ello, el punto de partida obvio para un nuevo intento era la Carta de las Naciones Unidas. Hace anos, mientras tom¨¢bamos una copa en el sal¨®n de los delegados, un diplom¨¢tico asignado a la ONU en Nueva York me ofreci¨® una pista importante. "No hay nada malo en las primeras cinco p¨¢ginas de la Carta", me dijo. "Son las otras 50 las que estorban".
Se trataba de una penetrante observaci¨®n acerca del futuro de las Naciones Unidas -y de su historia hasta el momento-. En el ¨²ltimo medio siglo, los organismos e iniciativas que han funcionado razonablemente bien en la pr¨¢ctica son aquellos que han permanecido fieles a los prop¨®sitos y principios de la Carta, aunque ignorando en buena medida los procedimientos establecidos por ¨¦sta.
Veamos un ejemplo. El papel pacificador de la ONU (interposici¨®n entre partes beligerantes) no est¨¢ previsto en forma clara en la Carta. Aun as¨ª, le ha valido un Premio Nobel y est¨¢ claramente. en consonancia con el objetivo de ¨¦sta de "garantizar", como se dice en la introducci¨®n, "... que no se recurrir¨¢ a las fuerzas armadas, salvo cuando lo requiera el inter¨¦s com¨²n".
Otroejemplo: la Carta describe los procedimientos para las votaciones, pero no impone dichas votaciones. La mayor parte de las acciones abordadas con ¨¦xito por los organismos dependientes de las Naciones Unidas han sido acordadas "por consenso". Cuando se ha recurrido a una votaci¨®n ha sido fundamentalmente para confirmar lo que ya se hab¨ªa aprobado por consenso -o para dejar constancia, como en el caso del Tratado de la Ley del Mar, de aquello sobre lo que no se hab¨ªa alcanzado un acuerdo pleno.
Cuando los Gobiernos desean hacer patentes sus desacuerdos ("dividir la casa", como dicen los parlamentarios occidentales), recurren a las votaciones. Pero cuando tienen que trabajar conjuntamente para cambiar algo, es cada vez m¨¢s frecuente que recurran al consenso desde un principio. En las muchas culturas acostumbradas a esta pr¨¢ctica, la palabra consenso no es sin¨®nimo de "unanimidad". Representa m¨¢s bien la aquiescencia (acerca de una decisi¨®n en particular) de quienes est¨¢n interesados, respaldada por la apat¨ªa de los que no lo est¨¢n.
Un tercer ejemplo: los procedimientos de la Carta corresponden a una organizaci¨®n de gobiernos. Hasta llegar al art¨ªculo 71, a sus redactores no se les ocurri¨® pensar que podr¨ªa ser necesario consultar a las organizaciones no gubernamentales -e incluso entonces, s¨®lo sobre cuestiones econ¨®micas y sociales, no sobre asuntos de paz y seguridad, administraci¨®n fiduciaria o leyes internacionales- En el cap¨ªtulo dedicado a la Secretar¨ªa General se asume que el trabajo de administraci¨®n, internacional ser¨¢ realizado exclusivamente por funcionarlos de la ONU.
Con todo, la historia de los
¨²ltimos 49 a?os est¨¢ repleta de ejemplos en los que las iniciativas no parten de los Gobiernos. En la ONU, la formaci¨®n orientada al mantenimiento de la paz ha sido, b¨¢sicamente, responsabilidad de la International Peace Academy, una organizaci¨®n no gubernamental. La mayor¨ªa de las investigaciones y publica ciones sobre violaciones de los derechos humanos garantiza dos por la Carta han sido obra de grupos emprendedores, como Amnist¨ªa Internacional. Y buena parte de las mediaciones y conciliaciones asumidas por el secretario general han sido obra de colaboradores no pertenecientes al funcionariado internacional.
As¨ª pues, "fortalecer la ONU" en los a?os noventa significa tomarse muy en serio sus objetivos y principios, pero para ponerlos en pr¨¢ctica es preciso incluir dentro del marco de la Carta nuevas instituciones que reflejen las realidades probables del siglo XXI.
Desde esta perspectiva, la ONU es m¨¢s necesaria que nunca. Si se pidiera hoy a un grupo de hombres de leyes que reescribieran la Carta, no obtendr¨ªan tan buenos resultados como sus predecesores a la hora de definir dos objetivos interrelacionados: conseguir un cambio pac¨ªfico y hacer que la paz sea susceptible de transformaci¨®n.
Hoy d¨ªa es necesario desarrollar nuevos modos de trabajo -sin ignorar los objetivos expuestos en la Carta, pero s¨ª algunos de sus procedimientos, que han quedado obsoletos- para sacar partido a este momento de apertura:
- Para crear un sistema de seguridad a nivel mundial que "garantice la diversidad".
- Para desarrollar un "sector p¨²blico" que regule la econom¨ªa mundial, un sistema interdependiente en el que no mande nadie.
- Para lograr un impulso que permita generar un crecimiento justo a nivel mundial que no dependa de una ayuda otorgada a rega?adientes y de unos pr¨¦stamos en malas condiciones.
- Para negociar internacionalmente un acuerdo operativo sobre las condiciones del entorno humano, o lo que es lo mismo, un Parlamento mundial.
Vivimos hoy en un mundo que no est¨¢ controlado por ning¨²n Estado, "naci¨®n", "raza", religi¨®n o cultura. La gobernabilidad del mundo ser¨¢ un complejo ejercicio de un nuevo tipo de liderazgo. Los viejos estilos -imperial, dirigista, "de autoridad y control"- han pasado de moda, han perdido su magia y, adem¨¢s, han perdido sus talonarios. Ser¨¢n reemplazados por aquello que, desde un punto de vista pragm¨¢tico, funcione: un liderazgo acotado por consultas genuinas, iniciativas contrapesadas por un reparto de las cargas, una gesti¨®n pluralista de sistemas no centralizados.
Tres de los grandes n¨²cleos de sociedades con un nivel de informaci¨®n avanzado -la Uni¨®n Europea, Jap¨®n y Norteam¨¦rica- est¨¢n ya ¨ªntimamente asociados en un club de las democracias, abierto y sin l¨ªmites. Los pa¨ªses de Europa que no pertenecen a la Comunidad Europea y buena parte de los principales pa¨ªses en desarrollo -los m¨¢s grandes o los de mayor ¨¦xito- alcanzar¨¢n antes o despu¨¦s el status de Estados influyentes gobernados por consenso y se "unir¨¢n al club" -les guste o no a las democracias establecidas-
El club de las democracias no es una nueva "organizaci¨®n", con su secretariado y una sede permanente en un lugar determinado. Es una confederaci¨®n de quienes est¨¢n intere-
Pasa a la p¨¢gina siguiente
El club de las democracias
Viene de la p¨¢gina anteriorsados, una "coalici¨®n de los dispuestos", un centro de iniciativa, un h¨¢bito de efectuar consultas.
El club de las democracias fue el n¨²cleo de la resistencia contra la agresi¨®n iraqu¨ª en el Golfo. Es la columna vertebral de la funci¨®n pacificadora de la ONU, la mayor¨ªa decidida del Consejo de Seguridad, la principal fuente de apoyo al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la fuerza motriz que hay detr¨¢s de acontecimientos tan dispares como los tratados para proteger la capa de ozono y la "cumbre de los ni?os", celebrada por la ONU en 1990.
Se esperaba que su n¨²cleo econ¨®mico quedara patente en las cumbres peri¨®dicas del Grupo de los Siete sobre cuestiones comerciales y monetarias. Pero el Grupo de los Siete ha resultado ser un club demasiado restringido y cauteloso como para hacerse cargo del liderazgo econ¨®mico mundial. En especial porque sus miembros (como han demostrado recientemente en varias ocasiones) ni siquiera son capaces de ejercer una influencia decisiva en los mercados cambiarios extranjeros, que mueven un bill¨®n de d¨®lares al d¨ªa. El club de las democracias coordina pol¨ªticas en las que los principales protagonistas son los Gobiernos. Pero necesita incorporar a sus consultas a las organizaciones no gubernamentales all¨¢ donde ¨¦stas son tambi¨¦n protagonistas -en la econom¨ªa mundial, el desarrollo internacional, el medio ambiente a nivel global-.
Si se agrupan las naciones actualmente gobernadas mediante el consenso y se les suman aquellas que intentan a su modo -en Am¨¦rica Latina -y otros lugares- alcanzar ese status, nos encontramos ante el grueso de la producci¨®n econ¨®mica, las v¨ªas de comunicaci¨®n, la ciencia y la tecnolog¨ªa y el poder¨ªo militar mundiales.
Si trabajan juntos, aquellos que est¨¢n interesados en un mundo aut¨¦nticamente democr¨¢tico disponen de los recursos para conseguir que el cambio sea pac¨ªfico y pr¨®spero y, por consiguiente, para contribuir a, que la democracia florezca en sus propias y diversas formas.
Su atractivo, su voluntad de ayudarse los unos a los otros y a las Naciones Unidas a mantener la paz, frustrando la agresi¨®n, potenciando el crecimiento econ¨®mico y promoviendo la justicia y los derechos humanos deber¨ªa atraer al club de las democracias a muchos pueblos a¨²n lastrados por la tiran¨ªa y el terror -aunque esto suponga que previamente deban desembarazarse de los tiranos locales y neutralizar a los terroristas-.
Desde este punto de vista, Espa?a tiene un papel especial que desempe?ar como miembro de la Uni¨®n Europea y como naci¨®n integrada en la Alianza Atl¨¢ntica. Dados sus estrechos v¨ªnculos con las nuevas democracias latinoamericanas, la influencia espa?ola puede atraer a buena parte de Latinoam¨¦rica hacia la ¨®rbita del club de las democracias. Esto ser¨¢ clave para la construcci¨®n de un "nuevo mundo" que funcione.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.