Informaci¨®n y sospecha
LOS GOBERNANTES no s¨®lo deben ser honrados, sino parecerlo, y quien no haya recurrido alguna vez a la met¨¢fora de la mujer del C¨¦sar, que tire la primera piedra. Pero que no esconda la mano. Porque si ser y parecer honrados es algo exigible a los pol¨ªticos, ¨¦stos tienen derecho a esperar, en contrapartida, que no se juegue a la ligera con su credibilidad. Algo que es para esa profesi¨®n tan importante como sus manos lo son para el pianista.Resulta hip¨®crita que quienes han puesto al presidente del Gobierno en la picota, con sus insinuaciones de haber favorecido desde el poder los negocios de su cu?ado, aseguren que, por supuesto, ellos no acusan de nada, que se limitan a constatar unos hechos de los que derivan ciertas sospechas, y que la investigaci¨®n aclarar¨¢ si ¨¦stas ten¨ªan fundamento o no.
De entrada, es falso que no existan acusaciones. Por supuesto que no es lo mismo una imputaci¨®n penal que un reproche ¨¦tico. Pero ese reproche ha sido brutal y directo. La prueba es que cuando han intentado compulsar el efecto de sus insinuaciones sobre la opini¨®n p¨²blica (mediante encuestas), lo que han preguntado a la gente ha sido si piensa que el presidente ha favorecido a sus allegados y si considera que se ha enriquecido ¨¦l mismo desde el cargo. Se le llame prevaricaci¨®n, nepotismo, abuso de poder o comportamiento poco ¨¦tico, ¨¦se es el reproche que se ha lanzado. No es limpio esconder ahora la mano.
Trat¨¢ndose de la honra de los pol¨ªticos, la diferencia entre insinuaci¨®n y acusaci¨®n se diluye. Por eso es hip¨®crita escudarse en que ser¨¢ la propia investigaci¨®n la que aclarar¨¢ si la suspicacia estaba. justificada y si de ella se deduce alguna acusaci¨®n concreta. Una vez echada a rodar, es muy dificil detener la sospecha cuando se refiere a la honradez personal de un pol¨ªtico. De ah¨ª que sea exigible que quienes acusen (o insin¨²en) desde tribunas p¨²blicas no lo hagan a la ligera. Ahora bien, al margen de ello hay que asumir que a los gobernantes cabe exigir un comportamiento m¨¢s escrupuloso que el que normalmente se espera de cualquier ciudadano.
Es posible que la respuesta del Gobierno haya pecado de falta de sobriedad, especialmente por la forzada identificaci¨®n entre ataques a la persona del presidente y ofensiva contra las instituciones; pero, tal como la cosa se plante¨® en la pr¨¢ctica, el Gobierno no ten¨ªa m¨¢s remedio que responder, y precisamente en el terreno de la informaci¨®n: por supuesto, respondiendo a las preguntas de los diputados en, el Parlamento, pero tambi¨¦n ofreciendo a la opini¨®n p¨²blica datos sobre los hechos en que haya intervenido la Administraci¨®n. Los sarcasmos de Aznar sobre el ri6,m1o que supone ver a un Gobierno polemizando con un peri¨®dico resultan, por ello, algo artificiosos. Pero es cierto que esa inc¨®moda posici¨®n del Gobierno se ha debido en parte al silencio del propio cu?ado de Gonz¨¢lez y de la empresa que le compr¨¦) su empresa. Ni comprador ni vendedor de los pol¨¦micos Talleres Palomino han abierto la boca hasta ahora.
La oferta, reiterada ayer por el ministro Rubalcaba, de comparecencia de representantes de todas las empresas p¨²blicas que han sido relacionadas con el caso es oportuna. Es necesario que el Congreso tenga toda la informaci¨®n disponible. Pero la Constituci¨®n tambi¨¦n considera la posibilidad de crear comisiones de investigaci¨®n sobre asuntos "de inter¨¦s p¨²blico". Es posible que haya que hacerlo en este caso. Pero ello ser¨ªa el resultado de la insuficiencia de las explicaciones e informaciones ofrecidas por la v¨ªa normal de las preguntas, interpelaciones y comparecencias. Se trata, por tanto, de una posibilidad, no de una obligaci¨®n. Para que fuera esto ¨²ltimo tendr¨ªan que existir, si no pruebas en el sentido judicial, s¨ª al menos indicios muy s¨®lidos. En caso contrario, se estar¨ªa distorsionando la funci¨®n del Parlamento, convirti¨¦ndolo en escenario de una moci¨®n de censura permanente contra el Gobierno, al margen de los mecanismos constitucionales previstos para ello. Y se estar¨ªa estimulando comportamientos irresponsables: acusar a voleo con la coartada de que tal vez la investigaci¨®n descubra algo.
?Demostrar¨¢ el proceso puesto en marcha que, efectivamente, Felipe Gonz¨¢lez dispens¨® un trato de favor a su cu?ado? Hoy por hoy nada permite afirmarlo. ?sa es la conclusi¨®n provisional de la investigaci¨®n realizada por este peri¨®dico sobre las distintas operaciones mercantiles que fueron presentadas como indicios acusatorios. Si nuevos datos o una valoraci¨®n m¨¢s adecuada de los existentes demostrasen que esa conclusi¨®n no es acertada, no dudar¨ªamos en reconocerlo. Por el momento, lo que cabe afirmar es que una gran parte de las acusaciones se basan en informaciones err¨®neas, cuando no abiertamente falsas.
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