Sainz Rodr¨ªguez, organicista
Pedro Sainz Rodr¨ªguez fue un historiador de la literatura espa?ola que, desde su juventud, dedic¨® la mayor parte de sus esfuerzos a la conspiraci¨®n, pri mero contra la II Rep¨²blica y, a partir de 1940, contra Franco. No fue un doctrinario pol¨ªtico; pero, si de sus escritos hubiera que deducir una concepci¨®n del Estado, esa ser¨ªa la monarqu¨ªa tradicional con representaci¨®n corporativa de intereses, que es lo que en 1917 Fernando de los R¨ªos hab¨ªa denominado "democracia org¨¢nica,, y que Madariaga teorizar¨ªa en su libro Anarqu¨ªa o jerarqu¨ªa (1934).En el verano de 1934, Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, en nombre de Falange, y Pedro Sainz Rodr¨ªguez, en representaci¨®n de los mon¨¢rquicos, redactaron y firmaron un texto program¨¢tico denominado Los diez puntos de El Escorial. El punto cuarto dec¨ªa: "El liberalismo es una actitud err¨®nea, ya superada". El punto quinto era uno de los m¨¢s concretos: "La condici¨®n pol¨ªtica del individuo se justifica solamente cuando cumple una funci¨®n dentro de la. vida nacional. Por tanto, se proscribe el sufragio universal inorg¨¢nico y la necesidad de los partidos pol¨ªticos". La paternidad de la primera parte de este punto hay que atribu¨ªrsela a Sainz Rodr¨ªguez, puesto que expresaba la tesis funcionalista que, desde sus a?os ingleses, propugnaba Ramiro de Maeztu, en cuya revista Acci¨®n Espa?ola colaboraba el joven diputado santanderino. Como una consecuencia del anterior, dec¨ªa el punto sexto: "La representaci¨®n popular se establecer¨¢ sobre la base de los municipios y las corporaciones-. De este modo se cerraba el c¨ªrculo de la democracia org¨¢nica en su m¨¢s pura formulaci¨®n.
El punto d¨¦cimo parece una adici¨®n extempor¨¢nea, pero en aquel momento ten¨ªa una gran significaci¨®n operativa: "La violencia es l¨ªcita al servicio de la raz¨®n y de. la justicia". Quiz¨¢ para Primo de Rivera se trataba de una versi¨®n sobria de su "dial¨¦ctica de los pu?os y las pistolas"; para Sainz Rodr¨ªguez era, sin duda, la legitimaci¨®n y, en cierto modo, la apelaci¨®n al alzamiento militar que no cesaba de alentar y que, finalmente, se produjo.
Los diez puntos de El Escorial, no se quedaron en simple declaraci¨®n de principios, sino que fueron la base del acuerdo que el 20 de agosto de 1934 suscribieron el propio Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera y Antonio Goicoechea, que, a este efecto, se autodenominaba Jefe de los mon¨¢rquicos espa?oles, y que era el l¨ªder de Renovaci¨®n Espa?ola. En ese acuerdo, Goicoechea suscrib¨ªa los falangistas "anhelos de una justicia social m¨¢s perfecta" y se obligaba. a subvencionar con 10.000 pesetas mensuales a Falange. Por su parte, Primo de Rivera se compromet¨ªa a "no atacar en. sus propagandas orales o escritas ni al partido Renovaci¨®n Espa?ola ni a la doctrina mon¨¢rquica". Dichos Diez puntos, plenamente aceptados por ambos signatarios, se incorporaron como anejo al acuerdo.
Simult¨¢neamente, Sainz Rodr¨ªguez public¨® en la revista Acci¨®n Espa?ola unas colaboraciones que luego fueron recogidas en el op¨²sculo La tradici¨®n nacional y el Estado del futuro (1935), dedicado al marqu¨¦s de Luca de Tena, director de Abc. All¨ª expuso criterios coincidentes con los puntos de El Escorial. As¨ª calificaba a los partidos pol¨ªticos: "Excrecencias sociales extra?as.... par¨¢sitos que dicen vivir de la opini¨®n y que luego lo que hacen es ejercer en el Estado un chantaje p ara sacar dinero a las arcas p¨²blicas, con el cual comprar o sobornar a la opini¨®n". El autor pide que "la vida pol¨ªtica radique en la organizaci¨®n aut¨¢rquica del municipio", defiende 1as corporaciones y los gremios", y concluye reafirmando el esquema organicista: "Es preciso que el Parlamento futuro de Espa?a tenga en cuenta estas dos realidades: que para ser una representaci¨®n efectiva debe fundamentarse en la ¨²nica c¨¦lula real de la vida pol¨ªtica, que es el municipio, y, adem¨¢s, en hacer que intervengan con representaci¨®n parlamentaria los organismos intermedios del Estado.... que no tienen hoy una representaci¨®n adecuada en la vida p¨²blica",
Sainz Rodr¨ªguez mantuvo su defensa de la democracia org¨¢nica despu¨¦s- de' su destituci¨®n como ministro del primer Gobierno de Franco, y ya desde el exilio lisboeta. All¨ª redact¨®, en colaboraci¨®n con Jos¨¦ Mar¨ªa-Gil-Robles, el programa pol¨ªtico del conde de Barcelona, denominado Bases de Estoril (28-2-1946), cuya base octava dec¨ªa: "Las Cortes estar¨¢n constituidas por un solo cuerpo colegislador. Un tercio de sus miembros ser¨¢ elegido por sufragio directo, otro tercio por municipios y provincias integrantes de la naci¨®n, y el tercero por las entidades culturales y profesionales". No hubo concesi¨®n alguna por parte de Gil-Robles, ya que el punto duod¨¦cimo de las Juventudes de Acci¨®n Popular dec¨ªa: "Antiparlamentarismo. Antidictadura. El pueblo se incorpora al Gobierno de un modo org¨¢nico". Gil-Robles, desde el debate constituyente de 1931, en que propuso un Senado estamental, hasta las v¨ªsperas de la guerra civil, se mostr¨® partidario de la representaci¨®n corporativa.
Las notas definitorias del modelo estatal de Sainz Rodr¨ªguez fueron la democracia org¨¢nica y el repudio de los partidos pol¨ªticos. Jam¨¢s abdic¨® por escrito de tal concepci¨®n.
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