La defensa del Madrid sube al escenario
La victoria en Mestalla frente al Valencia da el liderato a los de Valdano
Alg¨²n d¨ªa recoger¨¢n el cr¨¦dito que merecen. Son los defensas del Madrid, jugadores que han vivido bajo sospecha o medio an¨®nimos. Quique, Hierro, Sanchis. Ellos ganaron el partido en Mestalla, donde se libr¨® un encuentro bravo, imperfecto en muchos aspectos, pero apasionante, como pod¨ªa esperarse de dos equipos con tradici¨®n y buenos futbolistas. El Madrid, que nunca termin¨® de agarrar el partido, sac¨® el m¨¢ximo rendimiento a la clase de sus defensas y a la dedicaci¨®n de todos sus futbolistas. Pero su juego tuvo zonas grises. Es el precio que paga un equipo que ha elevado su nivel de exigencia hasta unos l¨ªmites imprevistos hace dos meses. En otros tiempos, una victoria en Valencia se habr¨ªa analizado por el valor del resultado. Ahora se mide el juego. Y en Mestalla hubo m¨¢s detalles que f¨²tbol madridista.El gol de Amavisca cambi¨® el curso del encuentro, que comenz¨® favorable a los intereses del Valencia. Parreira, uno de esos entrenadores que prefiere explotar las carencias de los rivales que las cualidades de su equipo, eligi¨® una alineaci¨®n conservadora, por decirlo en lenguaje pol¨ªtico. En realidad, tuvo miedo. Adelant¨® a Mijitovic y llen¨® el campo de defensas y centrocampistas. Su objetivo era desactivar el juego del Madrid en el centro del campo y buscar el contragolpe. Estuvo a punto de tener ¨¦xito en el primer cuarto de hora, pero la actitud de Parreira fue claudicante.
Estamos ante un entrenador que tiene una visi¨®n chata del f¨²tbol, aunque la vida le ha ido bien. Es campe¨®n del mundo con el Brasil m¨¢s plano de la historia. ?se es Parreira: un t¨¢ctico que cambia la emoci¨®n por las tretas del sistema.
Su intenci¨®n era cortar la circulaci¨®n del Madrid con la pelota. Lo consigui¨® en el primer tramo del encuentro, en los primeros 20 minutos. El Madrid, que vive del bal¨®n, se encontr¨® sin ¨¦l. La amplia red de centrocampistas del Valencia sirvi¨® para interceptar la pelota con rapidez y provocar frecuentes llegadas al ¨¢rea de Buyo. Roberto y Fernando lanzaron a su equipo.
Con el paso del partido, Roberto perdi¨® gas, pero Fernando se mantuvo al frente del Valencia hasta el final. Le pasa como a los defensas del Madrid. No ha recibido la atenci¨®n que merece. Fernando es un futbolista de primer orden, cuidadoso con la pelota y mortal sin ella. Te mata porque lee el juego con una extraordinaria precisi¨®n y siempre encuentra espacio para ganarse el metro final.
El Madrid tuvo graves problemas para encontrar el bal¨®n y hacerlo circular. No fue casualidad que su primera combinaci¨®n produjera el gol de Amavisca. La jugada comenz¨® a fabricarse con tranquilidad en el centro del campo, cerca de la banda izquierda. Toco y vuelvo a tocar, y parec¨ªa que no pasaba nada, hasta que lleg¨® el cambio de juego hacia la banda derecha, donde Quique apareci¨® libre. Su centro busc¨® el segundo palo. All¨ª salt¨® Zamorano, que busc¨® con la cabeza la llegada de Amavisca. Lleg¨® y descarg¨® un remate duro con la derecha que super¨® a Zubizarreta.
La jugada fue muy reveladora de lo que es el f¨²tbol, de lo que necesita el Madrid y de lo que significan algunos jugadores. El gol naci¨® de la distracci¨®n: no suced¨ªa nada hasta que lleg¨® el momento de cargar la escopeta. Se toca para eso, para enga?ar, confundir y navajear. El gol surgi¨® tambi¨¦n del alimento que condiciona la vida del Madrid: el bal¨®n. En cuanto lo tuvo, sucedi¨® algo. Y por ¨²ltimo, el gol reivindica a Amavisca, un jugador que desmiente su precario f¨ªsico con una capacidad ins¨®lita para alcanzar el ¨¢rea. Lo har¨¢ en el primer minuto y en el ¨²ltimo, cuando todos sospechen que no le queda un gramo de aliento. Hace alg¨²n tiempo apareci¨® un futbolista de corte similar. Se llamaba Gordillo.
Con el gol, el partido vir¨® a madridista. Sin embargo, la maquinaria ten¨ªa desajustes. Laudrup tuvo el mismo aspecto deprimido del partido frente a Espa?a. Por ese lado, le falt¨® pegamento al Madrid, aunque Redondo volv¨ªa a demostrar su liderazgo y Michel jugaba con inteligencia. El cuadro general ten¨ªa un aspecto menos atractivo que en las ¨²ltimas jornadas. A pesar de su ventaja, al Madrid le costaba manejar el partido, con todo lo que eso supon¨ªa: la posibilidad de una revitalizaci¨®n del Valencia, cosa que sucedi¨® en la segunda parte, cuando Parreira tuvo que admitir otra verdad del f¨²tbol: los equipos funcionan mejor cuando los jugadores est¨¢n en su sitio. Entr¨® Penev y se coloco en su posici¨®n. Delantero. Mijatovic abandon¨® la delantera para abandonar su espacio natural. Media punta. Entonces se produjo el arre¨®n del Valencia, que desbord¨® al Madrid en el centro del campo y comenz¨® a frecuentar el ¨¢rea.
?se fue el momento m¨¢s grande de los defensas del Madrid. Uno por uno subieron al escenario. Quique, tan sigiloso como siempre; Sanch¨ªs, dispuesto a adivinar con astucia; Hierro, lleno de jerarqu¨ªa e intuici¨®n. Su actuaci¨®n fue impecable frente a la carga constante del Valencia, que se gan¨® el derecho al empate en un gol de Fernando -libre, por detr¨¢s de los defensas, con el instinto del cazador- que fue anulado de mala manera por el ¨¢rbitro. La jugada marc¨® otro momento de inflexi¨®n.
El Valencia perdi¨® aire y el Madrid gan¨® un poco de solidez. Vino el gol de Zamorano y la firma final de Mijatovic en un remate escandaloso, pero el partido se hab¨ªa decidido antes, Lo 'hab¨ªan decidido los defensas del Real Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.