El socio que aspira a la herencia
Uni¨® Democr¨¢tica, el aliado de Converg¨¨ncia, se ha consolidado a la sombra de Pujol.
Converg¨¨ncia ha hecho la casi totalidad de su recorrido hist¨®rico en alianza con otro partido, Uni¨® Democr¨¢tica de Catalunya (UDC), que constituye una rara avis en el panorama pol¨ªtico espa?ol. Uni¨® es un partido profundamente catalanista de ideolog¨ªa democristiana, fundado en noviembre de 1931 con la finalidad de defender los criterios de los cat¨®licos, que cre¨ªa amenazados por la Segunda Rep¨²blica, y la doctrina social de la Iglesia. Pese a su car¨¢cter cat¨®lico, Uni¨® no se sum¨® en 1936 al conglomerado franquista y permaneci¨® leal a la legitimidad republicana hasta el final. Durante la dictadura estuvo en la clandestinidad.Esta fidelidad le otorg¨® un pedigr¨ª democr¨¢tico sin igual entre las fuerzas de la derecha en toda Espa?a, compartido s¨®lo por el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Sus dirigentes defienden ahora este capital hist¨®rico, moral y pol¨ªtico con u?as y dientes, pues el Partido Popular (PP), formado a partir de la derecha franquista evolucionada, ha sido admitido en la Internacional Democristiana y pretende satelizarlo.
Antes que el PP, sin embargo, otras fuerzas han procurado hacerlo. La absorci¨®n de Uni¨® Democr¨¢tica ha sido uno de los objetivos permanentes de Miquel Roca como secretario general de Converg¨¨ncia. Y ha constituido una de las fuentes de conflicto recurrente durante los 16 a?os de vida de la coalici¨®n CIU. Adolfo Su¨¢rez lo intent¨® tambi¨¦n en 1978 a beneficio de Uni¨®n del Centro Democr¨¢tico (UCD), y a punto estuvo de lograrlo, pues provoc¨® una escisi¨®n que dej¨® exang¨¹e, pero no muerto, al partido catal¨¢n.
Uni¨® es un partido que bebe de unas fuentes ideol¨®gicas muy singulares. Es cat¨®lico, aunque no confesional, y naci¨® como una fuerza relativamente muy progresista respecto a. los dem¨¢s partidos de la derecha de aquel momento. Era el catolicismo que intentaba aplicar la doctrina social cat¨®lica de Le¨®n XIII. Su sentido social llev¨® a su ¨²nico diputado en el Parlamento catal¨¢n de 1933 a votar a favor de la ley de contratos agrarios que la derecha, representada por la Lliga Regionalista de Francesc Carab¨®, rechazaba con gran esc¨¢ncialo.
La lealtad de Uni¨® a la Rep¨²blica le cost¨® la vida a su principal dirigente, Manuel Carrasco 1 Formiguera, a quien los franquistas fusilaron en Burgos en 1938. Carrasco hab¨ªa sido uno de los firmantes, en 1930, del Pacto de San Sebasti¨¢n, que sell¨® el acuerdo de los partidos republicanos para acabar con la Monarqu¨ªa.
Durante la guerra civil y la dictadura, Uni¨® permaneci¨® ligada al sector minoritario de la Iglesia que rechazaba dar el car¨¢cter de cruzada a la sublevaci¨®n encabezada por Franco. El grueso del episcopado espa?ol, encabezado por el primado de Toledo, cardenal Gom¨¢, tambi¨¦n catal¨¢n, dio oficialmente su bendici¨®n al bando franquista y al r¨¦gimen que instaur¨®. En cambio, este sector minoritario, cuya principal figura catalana era el cardenal Vidal i Barraquer, muerto en el exilio en 1943, en Suiza, mantuvo viva una l¨ªnea catalanista y democr¨¢tica que se expres¨®, en la etapa final de la dictadura, en la defensa de los derechos humanos y el derecho de Catalu?a al autogobierno.
Bloque ideol¨®gico
La escisi¨®n de 1978 dej¨® moribunda a Uni¨®. Pero, poco a poco, se ha rehecho. Pegada a Converg¨¨ncia y al mismo tiempo rechazando en¨¦rgicamente la absorci¨®n. Son dos partidos muy parecidos, pues gran parte de su crecimiento se ha producido gracias al atractivo que ofrece la creaci¨®n de la Administraci¨®n de la Generalitat. Les une el catalanismo. Sin embargo, tienen una diferencia radical: Converg¨¨ncia alberga gentes de, variada adscripci¨®n ideol¨®gica, con predominio liberal. Uni¨® es un solo bloque ideol¨®gico.
Converg¨¨ncia cuenta ahora con 25.000 afiliados; Uni¨®, con 13.000. Uni¨® tiene, adem¨¢s, otra cosa que provoca un gran nerviosismo en sus aliados: un l¨ªder ambicioso y -gran detalle- mucho m¨¢s joven que Jordi Pujol y Miquel Roca. A sus 42 a?os, Josep Antoni Duran Lleida puede permitirse el lujo de aspirar a que el futuro pospujolismo, o el grueso del pospujolismo, se llame Uni¨® Democr¨¤tica.
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