La ¨²ltima p¨¢gina
La ¨²ltima p¨¢gina ha sido siempre un quebradero de cabeza para los directores de peri¨®dicos. Y de hecho los diversos diarios del mundo la resuelven de modos muy diferentes, aunque todos son conscientes de que es una de las m¨¢s le¨ªdas. Algunos prefieren llenarla con publicidad.M¨¢rcia Romiti-Klein, una mujer profesional, casada y madre de tres hijos, dos de ellos en, la cr¨ªtica edad de la adolescencia, ha escrito al Defensor del Lector una carta firmada por otras cinco madres de familia en la que se dice: "Siempre he sido una lectora asidua de EL PA?S, pero en los ¨²ltimos tiempos algunos reportajes aparecidos en la ¨²ltima p¨¢gina empiezan a preocuparme. Me pregunto si es justo abordar en dicha p¨¢gina -una de las m¨¢s vistosas y le¨ªdas- temas sensacionalistas como el tratado el 5 de noviembre-pasado acerca de la 'madre que mata a sus hijos por un nuevo amor', o el publicado s¨®lo tres d¨ªas despu¨¦s (martes 8) sobre otra madre que 'arroja a su beb¨¦ por la ventana". "No s¨¦ si ustedes los periodistas se dan cuenta", siguen escribiendo las madres que firman la carta, "de la influencia que tales noticias, presentadas con tanto relieve en ¨²ltima p¨¢gina, tienen en nuestros adolescentes, quienes pueden pensar que son esas madres, y no los millones que aman y se sacrifican por sus hijos, los modelos m¨¢s frecuentes dentro de nuestra sociedad".
Es evidente que aqu¨ª no se trata de si tales noticias se deban publicar o no, ya que un peri¨®dico nunca debe ocultar una noticia por truculenta que sea. S¨®lo los reg¨ªmenes dictatoriales han obligado a los medios de comunicaci¨®n a esconder noticias desagradables. El problema que plantean estas madres es otro: el de su colocaci¨®n y relieve dentro de un diario como EL PA?S, que se ha impuesto algunos principios ¨¦ticos incluso muy severos, como, por ejemplo, el referente a los suicidios.
Sin duda, hoy el problema de la violencia, junto con el de las drogas, preocupa profundamente a las familias. Se est¨¢n dando cuenta de ello hasta las firmas publicitarias que empiezan a negarse a aparecer en programas especialmente violentos. Y es que el bombardeo de esos miles de escenas de violencia, escritas o visualizadas, a las que est¨¢n sometidos los ni?os y j¨®venes de hoy empieza a preocupar no s¨®lo a psic¨®logos y soci¨®logos de todo el mundo, sino a los medios de comunicaci¨®n m¨¢s responsables.
No existe voluntad sensacionalista
El defensor del lector ha consultado con el director del peri¨®dico, Jes¨²s Ceberio, la carta preocupada de las madres que se han dirigido a este departamento. El director desea ante todo subrayar que "no existe ninguna voluntad de dar relieve en la ¨²ltima p¨¢gina" -que todas las encuestas se?alan como una de las m¨¢s le¨ªdas- "a historias particularmente truculentas". Y a?ade que es bien conocida la l¨ªnea "nada sensacionalista" que siempre ha caracterizado a este diario.
El defensor del lector ha buceado en los casi 19 a?os de historia de EL PA?S y ha podido ver c¨®mo la ¨²ltima p¨¢gina ha ido evolucionando a lo largo de los a?os. El primer n¨²mero, salido a la calle, muerto ya Franco, el 4 de mayo de 1976, llevaba en la ¨²ltima p¨¢gina una historia sobre desv¨ªos de fondos en la Universidad Complutense de Madrid. Y hasta el a?o 1983 en la ¨²ltima aparec¨ªan historias de todo tipo, incluso una muy llamativa de violencia sexual: la de una joven brit¨¢nica que mat¨® a su padre, que la hab¨ªa forzado a mantener relaciones incestuosas. A partir de 1983 y hasta pr¨¢cticamente 1989, en la ¨²ltima se publicaron m¨¢s bien perfiles de personajes, a veces desconocidos, que se hab¨ªan distinguido por algo curioso o ejemplar. Despu¨¦s, y hasta hoy, la selecci¨®n de los temas ha sido m¨¢s bien variada.
Jes¨²s Ceberio explica que la ¨²ltima p¨¢gina va a seguir en la l¨ªnea de "contar historias con palpitaci¨®n humana, lo m¨¢s actuales posibles, de hondo inter¨¦s para la sociedad". Y en esa l¨ªnea, seg¨²n el director, "puede haber d¨ªas en que una historia nos revele el fondo m¨¢s oscuro de un hombre o de una mujer, como las que alude la se?ora M¨¢rcia". Y piensa que, precisamente por su excepcionalidad, no por su espectacularidad, "la sociedad necesita conocer esas historias y el diario no debe minimizarlas si quiere ser fiel reflejo de la. compleja historia humana".
El defensor del lector s¨ª piensa, como el director, que lo m¨¢s alienante para la sociedad es que se le oculten sus llagas. El poder siempre prefiere el silencio. Aunque tambi¨¦n le gustar¨ªa a?adir que, para el informador, tan importante como la objetividad puede ser el modo y la intenci¨®n con la que se brinda una informaci¨®n, sabiendo que nunca, somos del todo inocentes.
Por eso espero que nuestros lectores vigilen para que, como afirma el director, este diario contin¨²e sin ser tentado por esos demonios, hoy tan abundantes, del sensacionalismo y el esc¨¢ndalo gratuitos.
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