La quinta Quinta
Desde la llegada de la Quinta del Buitre han sido varios los intentos fallidos de consagrar nuevas promociones de jugadores. Cuando desapareci¨® el Buitre de las alamedas de Chamart¨ªn, los cronistas lo cales hablaron sucesivamente de la Quinta del Sabio, la Quinta del Profe y de la Quinta de la Galleta, en lo que parec¨ªa una incontenible degradaci¨®n pastelera. Sin embargo, ahora va en serio. Recluta do por el estupendo buscador de diamantes Ram¨®n Mart¨ªnez y movilizado por Jorge Valdano, se prepara en los cuarteles del Real Madrid un verdadero estado mayor del f¨²tbol del tercer milenio. Est¨¢ formado por siete hombres; a saber, Sandro, Dani, Ra¨²l, ?lvaro, V¨ªctor, Guti y Mor¨¢n, y animado por Rivera, Torres, Garc¨ªa Calvo, Luis Mart¨ªnez, Vaqueriza, S¨¢nchez, Molina y otros grandes talentos en expansi¨®n. Conviene dejar muy claro que ¨¦sta no es una quinta m¨¢s: estamos, por fin, en presencia de una quinta-quinta. Si nos atenemos al orden sucesorio, es, exactamente, la quinta Quinta.Aqu¨ª, el comandante se llama Sandro es canario y, por una curiosa coincidencia, cuando lleg¨® a Madrid no pesaba m¨¢s que un pajarito. Su calidad fue homologada r¨¢pidamente: m¨¢s que conducir la pelota, revoloteaba cucamente con ella por las glorietas del campo. Su juego, algre y melodioso, ten¨ªa el sonido inconfundible de la m¨²sica barroca y era un continuo alarde, una sucesi¨®n ininterrumpida de quiebros, recortes y fantas¨ªas.
Sandro representa indudablemente un antiguo fen¨®meno sin explicaci¨®n; apunta la misma escuela tropical que Garrincha, el mismo empaque bohemio que Maradona y la misma alegr¨ªa orquestal que Antonio Vivaldi o Roberto Baggio. Su llegada es, pues, un misterio; dado su or¨ªgen, cabe la posibilidad de que sea un futbolista volc¨¢nico. En todo caso, viene de las profundidades. Como todas las gemas.
Su socio Dani, en cambio, procede del mismo horno de fundici¨®n que Dennis Bergkamp. Como ¨¦l est¨¢ montado sobre una osamenta met¨¢lica; como ¨¦l conoce todos los secretos del manual del juego, y como ¨¦l podr¨ªa haber hecho una brillante carrera pugil¨ªstica en el peso welter. Apoyadas en un porte atl¨¦tico y en una cabeza de profesor de esgrima, sus maniobras tienen una elegancia muy acad¨¦mica: brilla por sus recursos y simetr¨ªas, puede progresar por todas las calles del campo, y maneja todos los perfiles. Es, sin duda, un deportista geom¨¦trico, pero tambi¨¦n un artista de repertorio: sale indistintamente por la derecha y por la izquierda, toca la pelota con las dos piernas, y por alto es una bomba volante. Se distingue de las anteriores generaciones de delanteros centro por una cualidad sider¨²rgica, pero sutil: la misma que separa el hierro del acero.
A su lado, Ra¨²l, amigo y compa?ero de l¨ªnea, parece una anomal¨ªa gen¨¦tica. ?Es zurdo irremediable? Naturalmente, colega. ?Tiene las piernas combadas? Por supuesto, tio. ?Se desguaza en plena carrera como un barco de papel? Se desmonta debuten, socio. ?Esconde los hombros, dobla las rodillas y fuerza la columna vertebral? Mismamente, coleguita.O sea, que no hay forma de meterle en el cat¨¢logo. Como dice Ferm¨ªn, su apoderado y amigo, el secreto de este chico es que est¨¢ hecho de tres o cuatro futbolistas diferentes. Se rumorea que el doctor Frankenstein cogi¨® un pu?ado de Brutrague?o, cuarto y mitad de Rafa Gordillo, un taco de Rivelino, dos ¨¢ngulos de Romario y un pellizco veneno. Luego se encerr¨® en su castillo, y esper¨® la tormenta para darle electricidad al monstruito. Poco despu¨¦s, de all¨ª sal¨ªa Ra¨²l, jugando de tac¨®n. Dice la leyenda que abri¨® los ojos, control¨® un tubo de ensayo, le tir¨® un ca?o a su fabricante, y grit¨® gol. El muy jod¨ªo.
No obstante, la banda izquierda es de ?lvaro. Contra lo que algunos han dicho este chico no es el zurdo por antonomasia: sino el zurdo por excelencia. Tiene una zocata como una escopeta repetidora. Con ella caza los balnes al vuelo, los deja muertos en el c¨¦sped, les da rosca, los pone a ,zumbar, y se inventa historias, siempre largas y curvas, que terminan en el segundo palo; ya sea en la frente vertical de Ra¨²l, ya sea en el pie quebrado de Ra¨²l: de Frank Ra¨²l, se entiende.
No hay partido de ?lvaro sin alg¨²n control exquisito; sin un quiebro inesperado, sin una escapada rectil¨ªnea hasta el bander¨ªn. No hay un partido en el que ?lvaro no deje el sello inconfundible de los zurdos de oro. Y el que quiera saber, que vaya a Salamanca.
La banda derecha es de V¨ªctor. Su historia est¨¢ llena de casualidades vecinales y parentescos insospechados. Procedente de Getafe, un d¨ªa lleg¨® a las oficinas del Real Madrid el industrial del autom¨®vil Pepe P¨¦rez, un excepcional aficionado al f¨²tbol, y dijo: "Aqu¨ª traigo a tres futbolistas: ¨¦ste es mi hijo Alfonso, y ¨¦ste es mi hijo Iv¨¢n", y los ni?os eran, en efecto, Iv¨¢n y Alfonso P¨¦rez, dos de las grandes esperanzas blancas. ?Qui¨¦n es el otro? "Es V¨ªctor S¨¢nchez, el hijo de un amigo m¨ªo: dadle un bal¨®n y una banda derecha, y mover¨¢ el Bern¨¢b¨¦u". Los ojeadores miraron al chico y dijeron acoro "a m¨ª me recuerda a alguien". ?A qui¨¦n pregunt¨® un rezagado. "A Michel, por supuesto: es id¨¦ntico" respondieron a coro los ejeadores. "Ni que fuera su hijo", sugiri¨® una voz malintencionada. "Imposible: Michel naci¨® el veintitres del tres del sesenta y tres, y este clon naci¨® el veintitres del dos del setenta y seis. Cierto que ambos son Aries, pero cuando naci¨® V¨ªctor, Michel cumpl¨ªa doce a?os y ten¨ªa coartada: estaba jugando a las chapas en Villaverde, despu¨¦s de fumarse la clase de religi¨®n". ?Ah, bueno! Acto seguido, el grupo desapareci¨®. Sin mover un m¨²sculo, Pepe P¨¦rez le hab¨ªa dejado al Real Madrid una reserva de centros desde la banda derecha hasta el a?o 2010, m¨¢s o menos.
Para la mediapunta, y quiz¨¢ para el c¨ªrculo central, Ram¨®n Mart¨ªnez recomend¨® a Guti, a Guti¨¦rrez: el segundo clon. Estamos de nuevo ante un zurdo espigado y vertical que lleva una br¨²jula en la cabeza, que interpreta los partidos como si el f¨²tbol fuera legible, que rompe las l¨ªneas defensivas como si fuesen l¨¢minas de cristal, que mete el cuerpo para proteger la pelota, que se atusa una melena modelo pr¨ªncipe valiente despu¨¦s de cada regate, y que tiene un sentido circular del juego es decir, que juega muy redondo. ?Y ¨¦ste no ser¨¢ hijo de Fernando? Imposible. Por supuesto que pero el primer hijo de Redondo naci¨® hace un mes, y Guti est¨¢ en don edad juvenil. Adem¨¢s, Fernando tambi¨¦n ha presentado una coartada: cuando naci¨® Guti, ¨¦l cumpl¨ªa siete a?os, estaba en Argentina y divid¨ªa su tiempo en dos actividades muy absorbentes: so?ar con Alfredo Di Stefano y morirse por un bal¨®n.
A pesar de todo, no faltar¨¢ quien diga que aqu¨ª hay mucho genoma.
El s¨¦ptimo es Mor¨¢n. ?O acaso es el primero? Desde luego, estamos ante un genio disfrazado de aprendiz de pescader¨ªa. Tiene alargada cabeza de afilador y el f¨ªsico estrecho de los ni?os de posguerra. Pero no hay que dejarse enga?ar: bajo este delgado uniforme viven un hombre de una pieza y un futbolista de dos. En realidad vive un prodigio.
Por el momento no hay explicaci¨®n para el enigma, pero conviene seguir busc¨¢ndola. Hasta ahora, las ¨²ltimas mutaciones del futbolista moderno llevaban al jugador ambidextro; un diestro que supiera utilizar la zurda o un zurdo que mostrase un cierto grado de destreza. Con ello, los hinchas del siglo XXI descubrir¨ªan por fin el futbolista completo.
Sin embargo, Mor¨¢n llega m¨¢s lejos. Con ¨¦l estamos ante una paradoja, porque es realmente la suma de dos especialistas. Por fin ha llegado al f¨²tbol un diestro puro que convive con un zurdo cerrado.
Cada d¨ªa, Mor¨¢n, que es adem¨¢s un estudioso del esfuerzo, se cruzar¨¢, camino de las aulas del Instituto Nacional de Educaci¨®n F¨ªsica, con enjambres de atletas que primero le ignorar¨¢n, y despu¨¦s tendr¨¢n que aprender a recitar su nombre. Conviene decirles ya que no le pierdan de vista, porque todos los secretos del f¨²tbol pasan por ¨¦l.
Al margen de lo dicho, esta Quinta de los Raulitos o Quinta del Pupitre no termina as¨ª. La brillantez del Pitufo sabio Rivera, la agilidad de Valbuena, la elegante solidez de Vaqueriza, la utilidad m¨²ltiple de Luis Mart¨ªnez, la clarividencia de Torres, la vibraci¨®n de S¨¢nchez y la precisi¨®n del central Garc¨ªa Calvo, un blindado que se mueve entre los defensores con la precisi¨®n de un reloj suizo, permiten anunciar una Quinta Columna e incluso una Quinta Esencia.
Aunque, bien pensado, tal vez no convenga tentar la magia de los n¨²meros: ser¨¢ mejor respetar el orden din¨¢stico que comenz¨® cuando la Quinta del Buitre alzaba el vuelo.
Por consiguiente, esta es la quinta Quinta.
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