Obligados a ganar
Defensa. Tenerife y Real Madrid utilizaron el mismo sistema defensivo. Ambos repartieron e terreno proporcionalmente. De esta forma ocuparon grandes espacios y consiguieron no descolocarse cuando el contrario atacaba. Las ayudas las realizaron los hombres libres, Hierro y Mata. Los dem¨¢s componentes se hicieron cargo del jugador que entraba por su zona. Las dos defensas estrecharon mucho el terreno de juego, consiguiendo que hubiera demasiados jugadores en la zona central y unos movimientos m¨¢s dif¨ªciles.Ataque. Tambi¨¦n coincideron en este aspecto. Utilizaron dos delanteros. Por los madridistas, Zamorano y Amavisca. Por los tinerfe?os, Pizzi y Latorre. Aqu¨ª las diferencias est¨¢n en las caracter¨ªsticas de cada uno. El argentino Latorre, m¨¢s h¨¢bil y peligroso con el bal¨®n controlado. El nuevo nacionalizado Pizzi, con m¨¢s rapidez y recorrido. El chileno Zamorano, pendiente de los centros desde los laterales. El espa?ol Amavisca, que sigue a gol por partido, penetrando por la banda izquierda para tratar de llegar con peligro.
Tirar a puerta. Precioso el gol conseguido por Mart¨ªn V¨¢zquez. Tanto que daba a su equipo la tranquilidad de cara al tramo final del partido. Hac¨ªa pocos minutos que Rafa lo hab¨ªa intentado sin mucho peligro. El p¨²blico le reproch¨® ese intento. Sin embargo, en la siguiente oportunidad que se le present¨®, carg¨® de nuevo sin importarle lo sucedido anteriormente. Tuvo distinto premio por parte de los asistentes. Con este gesto demostr¨® poseer personalidad a la hora de tomar decisiones. Jugadores como el madrile?o consiguen dar a los partidos el color que en muchos momentos le hace falta a los partidos. Realizan lo que su cabeza les dicta en ese momento, siendo ¨¦sta la mejor manera de sacar el mayor provecho a sus condiciones.
No resignarse. Al Tenerife no le bastaba con perder por la m¨ªnima. Cuando sus jugadores recibieron el primer gol cambiaron su manera de actuar. Adelantaron sus l¨ªneas y buscaron igualar el partido. Pronto lo consiguieron. Volvi¨® a suceder lo mismo en la segunda parte. Todav¨ªa arriesgaron m¨¢s. Permitieron al Real Madrid realizar peligrosos contragolpes. Dieron sensaci¨®n de equipo que no se resigna a ser derrotado. Su actitud es digna de todo respeto. Prefirieron morir matando a sufrir una agon¨ªa lenta y sin posibilidad de recuperaci¨®n. En momentos del encuentro dominaron y controlaron el esf¨¦rico. En esos instantes marcaron el ritmo del partido, jugando de t¨² a t¨² al conjunto madridista. En ese sentido pareci¨® que el Tenerife de ayer era el de campa?as anteriores. El entrenador estaba en el otro banquillo, pero su esp¨ªritu dio la sensaci¨®n de que se repet¨ªa por alguna raz¨®n. Sin embargo, los mimbres eran distintos y la manera de hacer con ellos, l¨®gicamente, ten¨ªa que. ser diferente. Y el Madrid, al menos esta vez, puso m¨¢s entidad en juego.
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