El Madrid doblega sin agobios
El CSKA de Mosc¨² se mostr¨® como un equipo de juego monotem¨¢tico
Nuestro gozo, en un pozo. El partido promet¨ªa como pocos. Volv¨ªa el CSKA a Madrid despu¨¦s de casi una d¨¦cada con Eremin, uno de los legendarios, en el banquillo. Su tarjeta de visita hab¨ªa sembrado temor. Tres partidos, tres victorias. Una plantilla plagada de j¨®venes y espigados jugadores, algunos de los cuales formaron parte de la selecci¨®n subcampeona del mundo, en Toronto. Incluso por tener, cuenta con un par de americanos, algo impensable cuando s¨®lo siete temporadas atr¨¢s un compatriota suyo, Larry Spriggs, atrancaba la habitaci¨®n de un hotel en Mosc¨² temeroso del ataque nocturno del diablo sovi¨¦tico. Al otro lado de la alambrada, un Real Madrid escocido por tres derrotas consecutivas, lo que, por otro lado, arreglaba una de sus principales deficiencias: la falta de concentraci¨®n que muestran en los partidos que no alcanzan la m¨¢xima dificultad.
Todas las expectativas creadas se esfumaron en 10 minutos, los que dur¨® la cortes¨ªa blanca. Durante el primer cuarto de encuentro; ambos conjuntos se dedicaron a ense?ar lo mejor de cada casa. Sabonis y Arlauckas luc¨ªan lo m¨¢s vistoso de su repertorio ante los intentos de los hombres altos rusos, sobrados de cent¨ªmetros, pero faltos del necesario acompa?amiento de unos cuantos kilos. Dando r¨¦plica, el base Karassev y, sobre todo, el alero Kisurinne, un aut¨¦ntico talento todav¨ªa en estado de formaci¨®n, como casi todos sus compa?eros. El marcador no conoc¨ªa descanso (28-24, minuto 10) hasta que Obradovic realiz¨® un perfecto movimiento t¨¢ctico. Vari¨® su primer planteamiento (tres bajos con Sabonis y Arlauckas) e, introduciendo a Mart¨ªn, coloc¨® toda su artiller¨ªa pesada en la cancha. Dispuso una zona defensiva 1-3-1 y, de golpe y porrazo, paraliz¨® la din¨¢mica ofensiva rusa, que nunca volvi¨® a ser la misma que al inicio del choque.
Es el equipo ruso un conjunto biso?o, con buena y resistente materia prima, pero de deficiente acabado. Esto resulta evidente ante su falta de ductilidad t¨¢ctica. Su juego es monotem¨¢tico, al m¨¢s puro estilo sovi¨¦tico, que no ha podido ser variada ni siquiera con la presencia de los dos estadounidenses (Evans, el base, pas¨® inadvertido. A Eddie le sobran kilos y le falta talento). Las incidencias del marcador no les afectan, ni siquiera los avatares ajenos, como pudo ser la cuarta personal de Sabonis y su posterior reclusi¨®n en el primer minuto de la segunda parte. No es de extra?ar que mostrasen una inoperancia total ante la zona presionante, lo que catapult¨® al Madrid hacia lugares y situacioes m¨¢s c¨®modas de las que disfrut¨® hasta el descanso (52-45).
Como ocurri¨® el d¨ªa del Scavoini, Sabonis, inconmensurable en el primer tiempo (19 puntos, 8 rebotes), cometi¨® la cuarta falta cuando todav¨ªa parte del p¨²blico asistente estaba comentando el primer tiempo en el bar. Siete puntos de ventaja no invitaban a la alegr¨ªa, pero la historia del partido ante los italianos se volvi¨® a repetir. El Madrid se desmelen¨® para bien, y el CSKA lo hizo para mal. El partido se convirti¨® en un ejercicio de apresuramiento, en donde los blancos se encontraron como pez en el agua y el campe¨®n ruso se ahog¨® a base de perder balones (a siete minutos del final ya llevaban 18) y lanzamientos poco trabajados. Mart¨ªn se erigi¨® en martillo, y las diferencias, sin prisas pero sin pausas, se hicieron definitivas cuando todav¨ªa restaban nueve minutos (75-58). De ah¨ª hasta el final, los jugadores madridistas se dedicaron a divertirse un rato, que nunca viene mal. Todo lo que les fue permitido por unos colegiados que en un partido light, sin aparente dureza, sin ninguna tensi¨®n que fuese m¨¢s all¨¢ de lo exigible, se?alaron m¨¢s de medio centenar de faltas.
Gan¨® el Madrid, buena noticia, pero se ech¨® de menos una mayor resistencia para poder conocer su verdadero estado. Los rusos resultaron un peque?o fiasco. Ya van quedando pocas cosas en las que poder confiar.
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