El sexenio
DIF?CILMENTE SEIS a?os podr¨¢n parecer tan largos como los que tiene por delante el nuevo presidente de la rep¨²blica mexicana, Ernesto Zedillo y Ponce de Le¨®n, que ayer tom¨® posesi¨®n de su cargo. Seis afios tan intensos, complejos y decisivos como pueden ser para el futuro de su pa¨ªs. Tanto como los problemas que se encuentra sobre la mesa. Primero, la revuelta de Chiapas, hoy en reposo, pero que puede rebrotar en cualquier momento si Zedillo no logra encarrilarla por el camino de la negociaci¨®n. El propio presidente reconoc¨ªa en una entrevista publicada ayer en EL PA?S que no hay soluci¨®n militar, sino ¨²nicamente pol¨ªtica, al problema.En segundo t¨¦rmino, se enfrenta a la necesidad de reformar las estructuras del siempre gobernante PRI, en un sentido plenamente democr¨¢tico, si quiere tener posibilidades de subsistir en un medio cada vez m¨¢s competitivo y en el que la verdad del sufragio se va abriendo camino. Junto a ello, la necesidad englobadora de proseguir la apertura pol¨ªtica, iniciada por el presidente Salinas, para hacer de M¨¦xico no s¨®lo un Estado con una cierta legimitidad hist¨®rica y revolucionaria, sino una construcci¨®n plenamente democr¨¢tica. Todo ello equivale a esclarecer responsabilidades, llegando a donde haga falta en el propio partido, en los asesinatos de Colosio, primer candidato a la sucesi¨®n presidencial, y Ruiz Massieu, alto dirigente pri¨ªsta.
En tercer lugar, pero no en orden decreciente de importancia, el problema econ¨®mico. El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canad¨¢ es una puerta abierta a la competitividad y, posiblemente, tambi¨¦n a la prosperidad, pero todo ello dentro de un marco de lucha por la subsistencia, de un acceso a otros mercados a cambio de dejar de proteger los propios y, en definitiva, de salir al mundo defendiendo una mejor oportunidad con trabajo y capacidad de reparto de esa nueva riqueza que se genere.
Zedillo encontrar¨¢ al mejor aliado en la opini¨®n nacional para combatir los vicios de un sistema corrupto e ineficiente, en la medida en que sepa producir resultados con la apertura, a la que parece sinceramente decidido.
Los asesinatos mencionados, que son vastamente atribuidos a c¨ªrculos del propio partido, muestran c¨®mo la lucha va a ser sin cuartel, c¨®mo los viejos modos, asociados a negocios oscuros y tr¨¢ficos mayores, van a pelear para no apearse del privilegio. Posiblemente, como se dice, no hay tanto pol¨ªtica como pura defensa de la corrupci¨®n en esta especie de guerra civil incipiente en el PRI. Pero, si es as¨ª, tanto peor. Nada se defiende con m¨¢s ah¨ªnco que la vida muelle del delito.
El presidente mexicano es un hombre animoso con un plan de acci¨®n. Es prudente tambi¨¦n al. no dar ninguna batalla ganada de antemano y refrescantemente realista cuando admite que su pa¨ªs a¨²n no es una democracia plena. A la vista de todo ello, necesitar¨¢ en abundancia ¨¢nimo, prudencia y realismo para transitar estos pr¨®ximos seis a?os por uno de los oficios m¨¢s apasionantes y agrestes del mundo contempor¨¢neo: la presidencia de M¨¦xico.
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