Tibio

Los canadienses Crash Test Dummies son uno de los mejores exponentes de la nueva clase media musical. Por una parte, tienen la curiosidad de una voz inconfundible, la de su solista Brad Roberts, de un tono bajo cristalino que en un principio podr¨ªa hacer reconocible cualquiera de, sus canciones, pero que tras un recital se descubre como un monolito musical, monocorde y profundamente aburrido. Por otro lado, las canciones sencill¨ªsimas bien podr¨ªan haber salido airosas con la participaci¨®n del resto de los m¨²sicos, pero ¨¦stos se limitaron a ejecutar.Aunque la sala parec¨ªa estar casi completamente llena, las apariencias enga?an igual que la m¨²sica de los canadienses; si en algo despunt¨® el vocalista Brad Roberts fue en sus largos discursos entre algunas canciones del repertorio, en los que dej¨® patente su gran voz radiof¨®nica, aunque al cantar fuera capaz de dormir a los muertos. A su izquierda, Ellen Reid dio alguna que otra nota de color. Cuando tom¨® el relevo en un par de canciones como voz solista, por fin nos ofrecieron los Crash Test Dummies algo de brillo, algo que escuchar y algo a lo que atender, m¨¢s que nada por romper el tono apagado de la mayor parte del concierto, El resto de los m¨²sicos, con el academicismo al frente que el bater¨ªa Mitch imprim¨ªa a los ritmos, termin¨® por envolver el recital con guirnaldas y lazos que escond¨ªan un regalo en el que el envoltorio es lo m¨¢s atractivo, y que cuando lo abres resulta un bluff.