"Me siento un reh¨¦n de Marruecos"
El patr¨®n del pesquero "Nuevo Pepe Carlos" y su segundo llevan m¨¢s de diez d¨ªas retenidos en la ex Villa Cisneros
"?Bonito? T¨² me preguntas si esto es bonito. Mira, desde aqu¨ª veo la Quinta Avenida en su confluencia con la Calle 42, de Nueva York". Es una iron¨ªa desesperada. En realidad, el paisaje que contempla desde hace m¨¢s de diez d¨ªas Ignacio Arrabal, el patr¨®n del Nuevo Pepe Carlos, es una calle polvorienta de la antigua Villa Cisneros, donde permanecer¨¢ retenido por las autoridades marroqu¨ªes hasta que el armador pague una multa de casi 12 millones de pesetas por pescar en aguas prohibidas.Ignacio, de 50 a?os, m¨¢s de tres d¨¦cadas en la mar, natural de Sanl¨²car de Barrameda (C¨¢diz), padre de tres hijos, es, hoy por hoy, un marinero en tierra. "Me siento un reh¨¦n de Marruecos", dice. Fue arrestado junto con la dotaci¨®n del arrastrero Nuevo Pepe Carlos -25 metros de eslora y 6 de manga-, integrada por 12 hombres, entre ellos tres marroqu¨ªes, el 21 de noviembre a la altura de la ciudad sahariana de Bujador, acusado de pescar el pulpo demasiado cerca de la costa.
"Para qu¨¦ negarlo. Es verdad. Est¨¢bamos pescando en aguas prohibidas. Pero es el hambre. Es la ¨²nica manera de conseguir con nuestras embarcaciones llevarnos algo a la boca. Si tuviera una nave de mayor calado lo har¨ªamos mucho m¨¢s lejos, en la zona permitida", asegura desde Dakla, la antigua Villa Cisneros, en una larga y apasionada conversaci¨®n telef¨®nica que retumba por el espacio para volverse imperceptible y retornar luego con m¨¢s fuerza.
Pero el patr¨®n o est¨¢ solo; junto ¨¦l, retenido tambi¨¦n por las autoridades marroqu¨ªes, e encuentra el segundo de a bordo; el patr¨®n de pesa Jos¨¦ S¨¢nchez Horta, de 37 a?os, natural de El Puerto de Santa Mar¨ªa, casado y sin hijos. Los dos permanecen uno junto al otro, en libertad de movimientos, pero retenidos por las autoridades marroqu¨ªes, como garant¨ªa para el pago de una multa de 12 millones de pesetas, la tercera parte del valor de un barco que se encuentra pr¨¢cticamente naufragado.
"Yo no perd¨ª la nave. Cuando vinieron los guardacostas a apresarnos, m, e hicieron subir con ellos en la patrullera. Era el 21 de noviembre, hacia las diez de la ma?ana. Navegamos juntos hasta que el pesquero se perdi¨® y qued¨® embarrancado en la zona de la Sarga. Pero yo nunca he perdido un barco". Lo dice con energ¨ªa y dureza, en un intento de salvar su honor.
Mientras las autoridades consulares de Agadir y de la oficina de Pesca de Rabat tratan por todos los medios de solucionar la situaci¨®n, los dilos marineros en tierra viven pendientes del tel¨¦fono, con la sola ansiedad de hablar una y otra vez con su familia. Llamar desde Dakla al exterior es pr¨¢cticamente imposible. S¨®lo queda la espera. Interminable.
"A nosotros no nos pagan para eso. Ayer habl¨¦ por tel¨¦fono con mi mujer. Se le rompi¨® la voz y se puso a llorar. 'Tranquila, tranquila...', le dije. Yo soy marino y capit¨¢n. Aguanto lo que me echen. ?sa es mi obligaci¨®n. Es mi profesi¨®n. Pero lo ¨²nico que pido es que me lleven a Agadir. All¨ª es m¨¢s f¨¢cil hablar con mi familia", concluye el patr¨®n del Nuevo Pepe Carlos, mientras la voz se difumina definitivamente. Es el silencio.
El Nuevo Pepe Carlos no es el ¨²nico. En lo que va de a?o han sido apresados m¨¢s de una decena de pesqueros. Se han multiplicado las multas y se ha redoblado la vigilancia. Para colmo, se prepara un servicio de vigilancia costera a trav¨¦s de sat¨¦lites. Todo ello sucede en las costas marroqu¨ªes mientras se ultiman los detalles de una conferencia internacional organizada por la FAO -Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n-, que se celebrar¨¢ en Agadir y que tendr¨¢ como objeto la "ordenaci¨®n de los recursos dentro de los l¨ªmites de la jurisdicci¨®n nacional". Quiz¨¢ ese foro internacional sirva para arreglar la vida de los pescadores espa?oles, como la de Ignacio Arrabal. Tampoco yo lo creo.
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