Verg¨¹enza en una ventanilla

En una de las ventanillas de atenci¨®n al p¨²blico del Ministerio de Justicia e Interior, hace s¨®lo unos d¨ªas, una se?ora emigrante, de procedencia norteafricana, para complementar un expediente, hac¨ªa entrega de un impreso en el que la interesada ten¨ªa que rellenar tres casillas.El di¨¢logo transcurri¨® de este modo:

Administrada. Se?orita, ?podr¨ªa rellenarme este impreso?

Funcionaria. ?Es que no sabe escribir?

Administrada. No, se?orita; lamentablemente, no.

Funcionaria. ?Y entonces qu¨¦ hace usted en este. pa¨ªs?

Cualquiera puede imaginarse el tono y el volumen de voz con que fue pronunciada esta ¨²ltima frase.

A la administrada emigrante s¨®lo le cayeron dos l¨¢grimas. Se conoce que est¨¢ acostumbrada.

Podr¨ªamos ignorar a la funcionaria con el silencio de nuestro desprecio. Podr¨ªamos recordarle aquello de "bienaventurados los pobres de esp¨ªritu...". Podr¨ªamos pasar por alto, en fin, la est¨²pida arrogancia de esa servidora p¨²blica.

Pero no podemos. Porque de la agresi¨®n verbal a la agresi¨®n f¨ªsica -"?s¨®lo quer¨ªamos asustarlos!"- no hay m¨¢s que un paso. Si lo hay.-