La comedia del arte y el arte de la comedia
Acabo de ver Bullets over Broadway (Balas sobre Broadway), la ¨²ltima pel¨ªcula de Woody Allen, y he tenido una sensaci¨®n no muy com¨²n en un espectador cinematogr¨¢fico: la de ver algo extraordinariamente divertido al mismo tiempo que incre¨ªblemente refinado y profundo; es decir, el filme me hizo re¨ªr y pensar, lo que puede ser la raz¨®n principal por la que escribo esta nota. Aclarar¨¦ que soy un devoto del arte cinematogr¨¢fico del director: creo haber visto casi todas sus pel¨ªculas, he disfrutado la gran mayo r¨ªa de ellas y considero que algunas son verdaderas obras maestras del cine: Annie Hall, Hanna and the her sisters, The purple rose of Cairo, Shadows anfog. (Doy los t¨ªtulos en ingl¨¦s porque ignoro los que recibieron en nuestra lengua).Hay muchos que no comparten mi entusiasmo por el director: creen, por ejemplo, que el humor de sus pel¨ªculas tiene una fuerte ra¨ªz ¨¦tnica o localista (el mundo jud¨ªo neoyorquino) que las limita. Hay algo atendible en eso: es imposible entender a Woody Allen sin entender el mundo cultural de Nueva York, lo que supone conocer tambi¨¦n las claves, alusiones e inflexiones de su humor verbal, de sus juegos de palabras y sus caricaturas ling¨¹¨ªsticas. Casi todo eso realmente se pierde o resulta? truncado cuando lo escuchamos traducido o, peor, doblado a otra lengua. Pero el encanto y el poder de sus im¨¢genes suple lo que se pierde por otras razones. Para m¨ª, ¨¦l representa un caso quiz¨¢s ¨²nico en el medio norteamericano: un director autor que se niega a aceptar las reglas que rigen la industria cinematogr¨¢fica del pa¨ªs, y que ha producido una obra muy personal, a contracorriente, minoritaria. Bullets... es un magn¨ªfico ejemplo de esa est¨¦tica y la recomiendo sin reservas -a quien ame el cine y el teatro.
El teatro es un mundo de referencias favorito del director, porque para ¨¦l est¨¢ cargado de memorias: comenz¨® escribiendo piezas para la escena que tuvieron s¨®lo un ¨¦xito relativo, pero que lo establecieron como un escritor c¨®mico. En este filme evoca una etapa de oro del teatro comercial neoyorquino: el mundillo que so?aba bajo las marquesinas de Broadway alrededor de los a?os veinte, con los nost¨¢lgicos acentos del iazz y los espect¨¢culos fr¨ªvolos como trasfondo. Pero la idea genial que distingue a esta comedia de otras est¨¢ en asociar el ambiente de Broadway con el de la Mafia italiana, y en lograr que el submundo del crimen resulte tan c¨®mico como el primero.
El joven dramaturgo David Shayne (interpretado por John Cusack) quiere estrenar su obra God of our fathers, y enfrenta las habituales dificultades de todo artista que empieza en un, ambiente donde el talento no se reconoce si no hay un productor capaz de apoyarlo financiera mente. El empresario de la obra recibe una ins¨®lita oferta: un capo de la Mafia ofrece los fandos necesarios para montar la obra. Pero bajo una condici¨®n: su amante Ol¨ªve (Jennifer Tilly) debe tener un papel en la obra; el problema es que la chica carece de sesos y tiene una voz que la in habilita para la escena. Gran dilema: aceptar o no aceptar la exigencia es una cuesti¨®n de vida o muerte para Shayne, que sabe bien que en Broadway las oportunidades no se repiten, aunque a la vez quiere ser fiel a sus ideales de autor.
Los ensayos" comienzan y tambi¨¦n las dificultades. Como primera figura de la obra aparece una actriz maciura (Dianne West) que ha tenido algunos fracasos, pero que mantiene su aura de gran artista. La actriz de reparto es otra profesional (Tracey Ullman) que muestra un humor lun¨¢tico, aparte de llevar a todos lados un perro chihuahua. Y el gal¨¢n es un hombre de aspecto anticuado (Jim Broadbent) que tiene un apetito compulsivo y que a la hora del estreno parece un doble de Oliver Hardy. Los conflictos, que se generan entre estos actores y el autor director son innumerables, dif¨ªciles de resolver y cada vez m¨¢s, delirantgs. Lo peor es que, adem¨¢s, el capo hace que los ensayos de su amiga sean vigilados por un inseparable guardaespaldas llamado Cheech (Chazz -Palminteri), para asegurarse de que sus condiciones se cumplan; las interferencias que esto provoca producen terribles situaciones. Paralelamente se de sata un fogoso romance entre la gran actriz y el autor, quien poco a poco va cediendo a los requerimientos de ella para hacer el papel que interpreta algo completa mente distinto y m¨¢s afima sus grandiosas pretensiones. (Esta mezcla de conflictos teatrales y personales recuerda un poco -en otra clave- After the re hearsal, de Ingmar Bergman). Media hora despu¨¦s de comenzada la pel¨ªcula, las complicaciones y enredos son monumentales y fren¨¦ticos.
Pero hay uno que supera a todos los otros: Cheech empieza a proponer cambios en el libreto que el resto del grupo (incluso el autor) tiene que reconocer que mejoran el texto; pronto el brutal guardaespaldas empezar¨¢ a hablar de "mi obra" y a defenderla de las concesiones que otros est¨¢n dispuestos a hacer. Es decir, tiene una concepci¨®n m¨¢s "pura" del arte que los que aceptan la intromisi¨®n del comercialismo. Y en nombre de ese ideal llegar¨¢ a cometer un crimen, cuya v¨ªctima no revelar¨¦. Esto introduce en la comedia un elemento de moral art¨ªstica que la proyecta en otra dimensi¨®n. Que el defensor de los supremos derechos del arte sea un asesino sin escr¨²pulos (cuando le preguntan "?qu¨¦ sientes cuando matas a alguien?", contesta: "Me siento bien") contiene una helada iron¨ªa, porque es el ¨²nico que no cede a las presiones. Los dem¨¢s, entretanto, transigen, abdican, enga?an y se autoenga?an: dicen que les importa el arte, pero todo lo subordinan al dinero, al ¨¦xito del momento. Invocar el arte es una comedia que todos representamos en un mundo que s¨®lo recompensa los triunfos materiales. De un modo sutil, Woody Allen ha dejado aqu¨ª un testimonio de su propia lucha como creador y quiz¨¢s de sus dilemas y flaquezas como hombre, que hace un tiempo lo envolvieron en un enorme esc¨¢ndalo conyugal. Lo que no dice, creo, es que la moral es siempre algo relativo y que el hombre m¨¢s odioso puede ser tambi¨¦n el m¨¢s aut¨¦ntico.
La ambig¨¹edad que hace del arte una comedia moral est¨¢ tratada con el alt¨ªsimo refinamiento que Allen ha alcanzado en el arte de la comedia. La obra est¨¢ narrada mediante breves vi?etas, cada una completa y perfecta como escena, pero que se conectan y se expanden como c¨ªrculos conc¨¦ntricos y arman una historia que es irresistiblemente c¨®mica sin dejar, de ser grave, porque muestra que todos somos menos ¨ªntegros de lo que creemos ser. Las espl¨¦ndidas actuaciones del elenco, la cuidada ambientaci¨®n y el rigor normal de la compleja composici¨®n contribuyen al efecto casi m¨¢gico que produce el filme. Bullets over Broadway es un deleite de ver y un inagotable motivo de meditaci¨®n.
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