La fealdad
El Acontecimiento hist¨®rico y deportivo del 92 se?al¨® la fat¨ªdica restauraci¨®n de Los Valores, que son la quintaesencia ret¨®rico-folcl¨®rica de la Alta Alegor¨ªa nacional. ?La espa?olez de nuevo "sin complejos"! (Sin complejos como dicen con encomio del ultraderechista Gringich, por cuanto no se recata ni disculpa del m¨¢s feroz liberalismo antiestatista, al par que wasp, anti-dago, armamentista y justiciero.) Atronadores fueron los aplausos para el abanderado que tra¨ªa el sombrerito ladeado con un ¨¢ngulo inefablemente hortera; atronadores fueron para el fastuoso superkitsch seg¨²n el m¨¢s exquisito y chirriante, gusto catal¨¢n, daliniano, cugatiano ("Escuela de sirenas", navidad Carta Nevada). No desprecieis el poder de la fealdad, porque es la puerta de la estupidez y ¨¦sta lo es a su vez de la maldad. Viejos valores, vieja! glorias, Pizarro, Hern¨¢n Cortes, reaparecen, sin complejos, en el papel moneda y en el teatro oficial. Sigue de guardia Cela, centinela del poniente -o sea de sus "gracias y desgracias' celoso celador de la vern¨¢cula bellaquer¨ªa del alma nacional, y han vuelto el ozorismo y el landismo, que se remozan sin complejos en Bigas Luna y Almod¨®var, mientras la infraburguesa moralina y ternurina de "To er mundo- e g¨¹eno" regurgita sin sonrojo -sin complejos- en "Farmacia de guardia" y "Los ladrones van a la oficina". El anonadamiento cultural se ha reducido a defender fetiches: la che, la elle, la e?e y el gran insulto de las carreteras. Pero en esa cruzada por el toro de Osborne -?patologia social o perversi¨®n est¨¦tica culposa?- el culto a la fealdad viene virando hacia la estupidez. La espa?olez cong¨¦nita profunda ya est¨¢ a punto de baba para asisti rboquiabierta al reci¨¦n establecido relevo de la guardia en el palacio real. Y la banda tocando ?sin complejos!. "Espa?a ca?¨ª".
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