Mentiras que matan
Im¨¢genes de horror o de angustia. Una ciudad, Bihac, que no es serbia y que cae en manos de los serbios. Un ministro estado unidense, William Perry, que, antes incluso de que la batalla haya terminado, declara a los serbios "irreversiblemente" vencedores. Un general de la Unprofor, Rose, que reconoce abiertamente no haber pedido a la OTAN que respondiera a los serbios. Y no he terminado. Cinco grandes potencias se preparan, en efecto, a conceder a los serbios de Bosnia -si con sienten en ser un poco concilia dores- el derecho a federarse con los serbios de Belgrado y con los montenegrinos. Para los serbios, esto es pr¨¢cticamente la victoria de las victorias. Por esto combaten desde hace 30 meses. A cambio pueden muy bien ceder un poco del 70% del territorio que ocupan en Bosnia.En pocas palabras, Europa ha sido apartada; la ONU, ridiculizada; la OTAN, desafiada. Pero lo que estoy describiendo son los posibles sentimientos de la opini¨®n p¨²blica. Porque ni los dirigentes de Europa ni los de la ONU ni los de la OTAN se sienten humillados por los serbios. Como desde el principio estaban persuadidos de que nadie iba a hacerles la guerra, no han dudado nunca de la victoria de los serbios. Simplemente, ¨¦sta se ha hecho esperar demasiado. Siempre me he abstenido de toda inflaci¨®n sem¨¢ntica. Mi deseo de captar la complejidad de una situaci¨®n, mi comedimiento frente a la teatralidad de ciertas posturas demasiado dirigidas a los medios de comunicaci¨®n me han invitado a lo que yo cre¨ªa ser decencia. Pero esta vez estoy dividido entre el abatimiento y la rebeli¨®n.
En efecto, si se intenta reconstruir el encadenamiento de actitudes y decisiones, se llega a la conclusi¨®n siguiente: se decidi¨® de una vez por todas que contra los serbios s¨®lo se pod¨ªa hacer una guerra de verdad y que ninguna democracia quer¨ªa una segunda guerra del Golfo. A partir de ese momento, hab¨ªa que justificar la elecci¨®n ¨²nica de la diplomacia al afirmar que no hab¨ªa agresor, que no est¨¢bamos en presencia de una guerra de invasi¨®n, sino de una guerra civil, que la Unprofor deb¨ªa permanecer neutral para organizar las zonas de seguridad y contribuir a las treguas y los alto el fuego.
Algunos dir¨¢n que soy muy c¨¢ndido y que ellos ya lo sab¨ªan desde hac¨ªa tiempo. Yo tambi¨¦n, pero dos cosas me siguen resultando inexplicables: ?por qu¨¦, en ese caso, se reconoci¨® a Bosnia, con lo que se confirm¨® a poblaciones enteras en el sentir de que constitu¨ªan efectivamente una naci¨®n y deb¨ªan luchar por ella? Es eso lo que me parece un crimen en el razonamiento que atribuyo a los responsables. Porque reconocer a Bosnia era comprometerse a garantizar sus fronteras, como se hizo con Kuwait.Por otra parte, ?c¨®mo explicar la actitud de, EE UU, que, si bien se?alaba al agresor, no quer¨ªa o¨ªr hablar de otra cosa que no fueran bombardeos? Al mismo tiempo, dec¨ªa: "Es seguro que unos; pocos ataques a¨¦reos puntuales no acabar¨¢n con la determinaci¨®n de los pueblos yugoslavos. Ni los nazis ni los comunistas consiguieron nunca meter completamente en cintura a los Balcanes. La energ¨ªa que han demostrado esos pueblos ha sido siempre incre¨ªblemente mayor que la que los aliados piensari utilizar en la actualidad". ?Qui¨¦n dijo eso? El portavoz del Pent¨¢gono. ?En su comunicado de ayer? En absoluto. Estas declaraciones fueron formuladas por los militares estadounidenses y publicadas en The Washington Post a comienzos de febrero de 1994. Es decir, en el mismo momento en que la OTAN dirig¨ªa un ultim¨¢tum a los serbios.
En aquel entonces observamos que era inconcebible que. Clinton no hubiera pedido la dimisi¨®n de su secretario de Defensa. Porque, al fin y al cabo, los colaboradores de este ¨²ltimo estaban desautorizando al presidente de EE UU. Despu¨¦s de todo [el entonces ministro franc¨¦s de Defensa], Chevenement nunca fue tan lejos durante la guerra del Golfo. Adem¨¢s, supon¨ªa animar a los serbios a no dejarse conmover por unos ultimatos cuya iniciativa provocaba tantas divisiones entre los propios norteamericanos.
Pero, hoy, el Pent¨¢gono vuelve a las andadas. William Perry no experimenta la necesidad de manifestar su opini¨®n a trav¨¦s de confidencias oficiales a un periodista cualquiera. Ha insistido en proclamar personalmente que los serbios "controlan la situaci¨®n en Bihac" y que "las intervenciones a¨¦reas de la OTAN, en caso de que fueran solicitadas por la ONU, no modificar¨¢n la relaci¨®n de fuerzas sobre el terreno". Seg¨²n ¨¦l, s¨®lo servir¨ªan para castigar a los serbios.
?Qu¨¦ har¨¢ EE UU? Desde luego, siempre seg¨²n Perry, no enviar¨¢ "centenares de miles de hombres con, armamento pesado". Pero "es evidente que el inter¨¦s principal de EE UU es evitar que este conflicto se extienda", como dijo Perry, a la vez que recordaba que ya hab¨ªa observadores norteamericanos en Macedonia. En otras palabras, cada vez que los serbios avanzan, se propone "contenerlos" en sus conquistas. Har¨¦ tres observaciones sobre todos estos puntos:
1. Perry se dirige mucho m¨¢s a su presidente y al grupo de presi¨®n probosnio del Congreso que a la OTAN, a Francia y al Reino Unido. En resumen, les dice: ya ven que el Pent¨¢gono ten¨ªa raz¨®n cuando mencionaba la aplastante superioridad de los serbios. Las amenazas a¨¦reas no sirven de nada y sus; protegidos bosnios, para los que pidieron ustedes el apoyo de la CIA, han fracasado. ?Apoyo? De hecho, los franceses acusan a EE UU de haber fomentado la ofensiva de los bosnios, en contra de la opini¨®n del Pent¨¢gono al contribuir a estructurar su Ej¨¦rcito y suministrarles armas.
2. Los norteamericanos rechazan las acusaciones francesas. Han enviado un emisario a Alain Jupp¨¦ para insistir en su buena fe. Y tambi¨¦n para decir que, si se les arrastra demasiado a la pol¨¦mica, pueden responder que Francia puso obst¨¢culos a la rapidez de reacci¨®n de las fuerzas de la OTAN al imponerles la obligaci¨®n de contar en cada ocasi¨®n con la autorizaci¨®n de la ONU. Seg¨²n los norteamericanos, sin Francia y el Reino Unido, la OTAN habr¨ªa respondido de forma m¨¢s sistem¨¢tica a las provocaciones serbias.
3. Nadie dice toda la verdad. No faltan pruebas para determinar que EE UU acompa?¨® efectivamente la preparaci¨®n de la ofensiva bosnia. Los que mejores pruebas pueden aportar son los que ocupan puestos de observaci¨®n en Albania, Grecia y Bulgaria. Por otra parte, no es falso afirmar que Francia y el Reino Unido exigieron que las respuestas de la OTAN estuvieran sometidas a la decisi¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU.
Pero no fue eso lo que retras¨® realmente las respuestas. Las respuestas tardaron porque se tard¨® en pedirlas. El general brit¨¢nico Rose, comandante de la Unprofor, declar¨®: "Se me reprocha no haber solicitado frecuentemente intervenciones a¨¦reas. Confirmo que no lo he hecho. No soy un belicista. No quiero arrastrar a Occidente a una espiral de violencia". ?Por qu¨¦ dice el general Rose, en resumen, lo mismo que hab¨ªa dicho Fran?ois Mitterrand, que r¨ªo quiere "a?adir guerra , a la guerra"? Y, sobre todo, ?c¨®mo puede decirlo en estos momentos?
Hay varias razones para ello. En primer lugar, el general brit¨¢nico considera que los serbios han querido dar una lecci¨®n a los bosnios y demostrar su potencia para disuadir una nueva ofensiva. Adem¨¢s, el general Rose, al igual que sus hom¨®logos en el Pent¨¢gono, considera que la aviaci¨®n no podr¨ªa triunfar por s¨ª sola contra las fuerzas serbias.
El general Rose es un hombre estimable. No hay duda de
Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior que preferir¨ªa pasar las navidades con los suyos en vez. de en una ciudad asediada en una situaci¨®n cuyo desbordamiento dram¨¢tico tiene que contener sin una misi¨®n precisa y sin recibir ¨®rdenes concretas. Pero. tambi¨¦n es verdad que, por sus propias razones, ha cre¨ªdo tener que tomar partido contra los belicistas y, sobre todo, reconoce no haber pedido respuestas. Esto ser¨ªa una responsabilidad considerable si no expresara lo que sienten todos los estados mayores y todas las canciller¨ªas.
Recapitulemos. Una serie de personas, de dirigentes del planeta, est¨¢n plenamente decididas a no hacer la guerra en la ex Yugoslavia. En una primera fase, uno de ellos (Mitterrand) lo dice y lo subraya sin que sea necesario. Los mismos dirigentes ceden ante Alemania y reconocen a Croacia, y posteriormente a Bosnia, un pa¨ªs que saben que. deber¨¢n mutilar o sacrificar. Por ¨²ltimo, el presidente de la superpotencia incita a un pueblo a rebelarse,(como sucedi¨® en Hungr¨ªa en 1956, o en Irak en 1992 con los kurdos) y lo abandona a continuaci¨®n.
Habr¨¢n visto que me he colocado en el punto de vista de los que consideran a los serbios invencibles si no es al precio de una guerra total. Incluso desde su punto de vista, la cosa es desastrosa- En cualquier caso, desde el principio no nos han servido -?por miedo a los moralistas?- m¨¢s que mentiras. Mentiras que no dejan de matar.
Se descubre que Occidente nunca crey¨® en los ultimatos dirigidos a los serbios. Se entera uno de que el Pent¨¢gono no consigui¨® impedir que la CIA contribuyera a la ofensiva de los bosnios. Ahora se trata de ver qui¨¦n ser¨¢ el que diga primero y m¨¢s fuerte que, sobre todo, no quiere enfrentarse al Ej¨¦rcito serbio.
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