De Algorta a N. York
Lucilita Bhreatnach, secretaria general del Sinn Fein, brazo pol¨ªtico del IRA, es una de las dos mujeres que forman parte de la delegaci¨®n que la semana pasada inici¨® conversaciones con el Gobierno de Londres para la b¨²squeda de una salida pac¨ªfica al conflicto de Irlanda del Norte. Lucilita: el nombre procede de su madre, nacida en Algorta, Vizcaya, hija de vasco e irlandesa.La combinaci¨®n entre padre extranjero y madre nacional no es una novedad en el nacionalismo irland¨¦s. Eamon de Valera no fue bautizado con ese nombre sino con el de Eduardo: el de su padre, un m¨²sico espa?ol casado con una sirvienta irlandesa. Sobreviviente de la insurrecci¨®n de Pascua de 1916, creador del IRA -organizaci¨®n que 30 a?os despu¨¦s ser¨ªa declarada fuera de la ley por un gobierno presidido por ¨¦l- De Valera, el padre de la naci¨®n irlandesa, hab¨ªa nacido en Nueva York en 1882. En un escrito de 1945, George Orwel llam¨® la atenci¨®n sobre el hecho de que muchos forjadores de patrias procedieran del exterior de las mismas o, m¨¢s frecuentemente, de ¨¢reas perif¨¦ricas de dudosa nacionalidad: el corso Napole¨®n, el austriaco Hitler, el georgiano Stalin o el jud¨ªo de origen espa?ol Disraeli podr¨ªan acompa?ar a De Valera en una galer¨ªa de padres de la patria anhelantes, ellos mismos, de ver confirmada su identidad nacional.
Pero no es Lucilita, sino Martin McGuinness quien preside la delegaci¨®n nacionalista. Se trata del lugarteniente de Gerry Adams, con el que form¨® parte de la direcci¨®n del IRA provisional a mediados de los setenta. Adams, ya como cabeza visible del Sinn Fein, fue a partir de 1981, el principal impulsor de una cierta evoluci¨®n del movimiento hacia la izquierda, por una parte, y hacia la participaci¨®n electoral, por otra. La ruptura con el tradicional abstencionismo del republicanismo respecto a los parlamentos de Dubl¨ªn y Westminster fue el motivo de la ¨²ltima escisi¨®n del conglomerado IRA-Sinn Fein, en 1986. A su vez, la continuidad de Adams y McGuiness al frente del movimiento durante cerca de 20 a?os ha sido seguramente un factor fundamental para evitar que una decisi¨®n tan comprometida como la tregua indefinida acordada el verano pasado provocase una nueva escisi¨®n. Ello refleja probablemente que el hast¨ªo hacia la violencia ha alcanzado ya al nucleo duro del terrorismo.
La entrada del conflicto del Ulster en una v¨ªa pac¨ªfica acent¨²a el anacronismo de los planteamientos de ETA. Cada vez es m¨¢s evidente que no son motivos pol¨ªticos, sino la resistencia de ETA a desaparecer, y el temor de algunas personas de su entorno a quedar a la intemperie si ETA desaparece, lo que motiva la continuidad de la violencia. La noticia de que durante la ¨²ltima campa?a electoral ETA intent¨® asesinar al consejero Atutxa ha desautorizado las especulaciones sobre una tregua impl¨ªcita relacionada con la apertura de un debate interno sobre el fin de la violencia. Ese debate parece existir, pero en ausencia de un l¨ªder con autoridad para imponer el silencio de las armas, los que las poseen conservan un poder de veto sobre cualquier iniciativa pacificadora: les basta colocar una bomba para acabar con ella.
Esa ausencia de l¨ªderes capaces de enfrentarse a los que en cada momento son reconocidos como autoridad militar competente es una constante de los ¨²ltimos a?os. Hace poco, Julen Madariaga, uno de los fundadores de ETA, se permiti¨® considerar un error pol¨ªtico el asesinato del sargento de la ertzaintza Joseba Goikoetxea, y atribuir ese error a la influencia de la coordinadora KAS, a trav¨¦s de la cual ejerce ETA su autoridad. Dicha coordinadora respondi¨® con un ins¨®lito comunicado en el que calificaba a Madariaga de "tonto ¨²til" movido por sus "ansias de notoriedad". Este Madariaga, nacido en Chile, varias veces encarcelado en Francia, la ¨²ltima entre 1988 y 1991, tiene un asombroso parecido f¨ªsico con Gerry Adams. Es raro que entre los incesantes esfuerzos por encontrar paralelismos entre el Ulster y Euskadi, nadie haya reparado en ese detalle.
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