A los intelectuales del Mediterr¨¢neo

El tercer a?o de guerra en la ex Yugoslavia sigue causando estragos ante nuestros ojos, que se habit¨²an a ese espect¨¢culo: m¨¢s de 200.000 muertos, m¨¢s de dos millones de desplazados y exiliados ' pueblos y ciudades en ruinas, puentes y edificios, escuelas y hospitales destruidos a ca?onazos, templos y monumentos profanados y arrasados, violencia y tortura de toda clase, estupros y humillaciones, campos de concentraci¨®n y depuraci¨®n ¨¦tnica, "urbicidio" y "memoricidio", innumerables existencias mutiladas o desgarradas. Es imposible resumir el sufrimiento humano. ?Se puede llegar m¨¢s lejos? Es una pregunta dirigida a los agresores y tambi¨¦n a aquellos que hacen tan poco para parar esta guerra que tiene lugar en el coraz¨®n de Bosnia y Croacia, en los confines del Mediterr¨¢neo, en Europa.Ante tal tragedia, ?qu¨¦ decir de una ONU que no se ha adaptado a los cambios de nuestro mundo, de una OTAN, que sigue prisionera de la guerra fr¨ªa, de una Uni¨®n Europea a la que le importa tan poco el resto de Europa, de una Rusia que intenta ocupar el lugar de la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica a riesgo de parecer un oso circense, de una Unprofor encargada de una misi¨®n parad¨®jica y absurda -la de "mantener la. paz" donde s¨®lo hay guerra-; de todos esos, juegos, apenas disimulados,. de las grandes potencias y sus intereses: altos el fuego mil veces violados, acuerdos continuamente traicionados, negociaciones que terminan siendo una burla y negociadores a menudo rid¨ªculos, resoluciones internacionales ignoradas o soslayadas, convoyes humanitarios convertidos en blanco de una rabia asesina. Las estaciones de este nuevo Calvario se llaman Vukovar, Srebrenica, Gorazde, Mostar, Bihac, con el G¨®lgota de Sarajevo, que lleva casi mil d¨ªas triturado entre las tenazas serbias, batiendo el triste r¨¦cord del asedio de Leningrado? ?No les parece suficiente, se?ores?Bosnia-Herzegovina, multinacional y multicultural, est¨¢ mortalmente herida y con ella nuestra fe en un mundo en el que pluralismo nacional y cultural ser¨ªa posible y estar¨ªa asegurado. La inercia y la indiferencia alimentan la brutalidad y la barbarie. Hace m¨¢s de tres a?os que las campanas doblan sin conmover la conciencia de los que deber¨ªan decidir por nosotros o en nuestro nombre. Europa dimite en Bosnia. Sus Gobiernos reniegan de su responsabilidad o se la lanzan unos a otros. Maastricht ha capitulado moralmente ante Sarajevo. Nuestros valores y principios m¨¢s elementales son escarnecidos; nuestra dignidad, envilecida. Ante tal humillaci¨®n, a nosotros, intelectuales mediterr¨¢neos, no nos queda m¨¢s que gritar nuestra c¨®lera, aunque sea en el desierto, como tan a menudo ha ocurrido en el pasado.

Volvemos a lanzar una botella al mar, nuestro mar, con un llamamiento destinado a lo que quede de conciencia en nuestras orillas. Dirigimos estas palabras a los amigos de todo el Mediterr¨¢neo para pedirles que se unan a nosotros y nos apoyen.

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