Confusa mezcla de g¨¦neros

En su triple calidad de guionista, productor y director, el televisivo James L. Brooks, en contra de la mayor¨ªa de sus contempor¨¢neos, piensa mucho lo que hace antes de embarcarse en un nuevo proyecto. Por eso, tras 10 a?os en el cine pero sin apartarse por completo de la televisi¨®n, tan s¨®lo ha realizado tres pel¨ªculas. La fuerza del cari?o (1983), una curiosa mezcla de comedia y melodrama, ganadora de m¨²ltiples Oscar, que parece situarle en la cresta de la ola; Al filo de la noticia (1987), una comedia sentimental ambientada en el competitivo ambiente de los telediarios, seleccionada para muchos premios, pero ganadora de bastante menos, y Aprendiendo a vivir (1993).Fascinado por la mezcla de g¨¦neros y subg¨¦neros, apoy¨¢ndose en su facilidad para pasar de uno a otro, James L. Brooks intenta ir m¨¢s lejos todav¨ªa en Aprendiendo a vivir, pero el ambicioso proyecto se le escapa completamente de las manos. No tanto porque haya perdido su capacidad para mezclar lo que en un principio parec¨ªa imposible, sino por no encontrar el tono adecuado en algunos momentos y adem¨¢s haberse tenido que enfrentar con unos imprevistos que desvirt¨²an por completo su trabajo. Siguiendo una corriente cada vez m¨¢s de moda, en primer lugar narra las relaciones entre un actor fracasado y su hija de cinco a?os que acaba convirti¨¦ndose en una gran promesa de la televisi¨®n. Sin duda es lo mejor, pero Nick Nolte est¨¢ excesivamente cuadrado y la debutante. Whittni Wright es la ni?a m¨¢s malcriada y peor doblada de la historia del cine.

Adem¨¢s tambi¨¦n cuenta los amores del propietario de Popcorn Productions, una marca especializada en pel¨ªculas violentas que de repente se plantea rodar una nueva versi¨®n del cl¨¢sico El secreto de vivir (1936), de Frank Capra, pero aqu¨ª se excede por completo en el tono de s¨¢tira y el irregular Albert Brook cae por completo en el rid¨ªculo.

Sin embargo, el principal problema con que se enfrenta Aprendiendo a vivir es que est¨¢ concebida como un musical y por el absoluto descr¨¦dito en que ha ca¨ªdo el g¨¦nero, James L. Brooks ha tenido que claudicar, quitarle los n¨²meros musicales y reducir las canciones a una sola. Esto hace que el resultado resulte especialmente extra?o, frustrado desde su puesta en circulaci¨®n y poco tenga que ver con los otros atractivos trabajos de su director.