Aromas

Un amigo m¨ªo, que lleva la cuenta, me se?ala que son m¨¢s de 50 los productos olfativos que se anuncian en televisi¨®n, incluidos colonias, perfumes y t¨®nicos para despu¨¦s del afeitado. Yo he rese?ado hasta un total de 21, pero he tenido que abandonar el elenco, a punto de entrar en coma de fragancias, en el momento en que Avon llamaba a mi puerta para ponerse de mi parte en el apasionante reto de ser mujer.Para entonces ya estaba impregnada de consignas indefectiblemente unidas al chorro de los distintos mejunjes, y me sent¨ªa tierna, vibrante y sensual, con esa sensaci¨®n tan pssst, pssst, que los hombres no pueden inituir, t¨² me chiflas, s¨ª, v¨ªsteme con tu frescor a flor de piel, elixir de vida, el perfume prohibido, y la vida toma vida, alma de mujer, en busca del placer de so?ar y sintiendo que en m¨ª nac¨ªa la nueva mujer de los albores del tercer milenio. En fin, con toda la sarta de gilipolleces propias de la publicidad impregn¨¢ndome hasta la madreperla.

Lo que ocurre es que, tal como viene cayendo lo que falta de a?o, en una especie de diluvio apestoso o, m¨¢s bien, de reaparici¨®n del caldillo de las cloacas en todo su esplendor, no hay mal que por bien no venga, y la proliferaci¨®n de aromas embriagadores puede resultar un ant¨ªdoto para las insanas miasmas que cada ma?ana nos emponzo?an el alma.

La verdad es que lo ¨²nico que me consuela cuando abro la oreja y oigo la radi¨®, o abro el ojo y leo el peri¨®dico, es que, pese a todo, me queda la oportunidad de buscar a Jacques, la colonia para hombres muy hombres. Porque todo lo dem¨¢s me est¨¢ pareciendo NBA Fragance: no limits'. Y ya es desgracia, habiendo nacido una, como la mayor¨ªa d¨¦ la gente, para serle fiel a Heno de Pravia.