?Cambio de cromos?
Como en los chascarrillos que sazonaron la terrible agon¨ªa de Franco, al hilo de la interminable declaraci¨®n del ex presidente de Banesto se suger¨ªa anoche que quiz¨¢ despu¨¦s de todo ser¨ªan el juez, el fiscal y los dos sabuesos del Banco de Espa?a que le interrogan quienes pod¨ªan terminar en las pr¨®ximas horas con un auto de prisi¨®n firmado, precisamente, por Mario Conde. Pero, bromas aparte, la prolongada comparecencia podr¨ªa dar lugar a un curioso relevo: Conde se enfrenta al tema de su prisi¨®n, si el juez Garc¨ªa-Castell¨®n as¨ª lo estima procedente, en momentos en que Javier de la Rosa puede (o no) estar ante una libertad con fianza. La Audiencia de Barcelona anunciar¨¢ en las pr¨®ximas horas su decisi¨®n ante el recurso de apelaci¨®n contra el auto de prisi¨®n.Hay un hecho que viene bien recordar. La instrucci¨®n de los sumarios de Ibercorp en su d¨ªa, y de JR y de Banesto en la actualidad, tienden a concentrar la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n sobre la decisi¨®n de libertad o prisi¨®n como si se tratase del juicio propiamente dicho. Y las relaciones de los medios con la opini¨®n p¨²blica sigue aquella ley del humorista Quino, quien una vez dibuj¨® a un magnate con su vaso de g¨¹isqui on the rocks en la mano derecha, mientras dice: "Por suerte, la opini¨®n p¨²blica todav¨ªa no se ha dado cuenta de que opina lo que quiere la opini¨®n privada".
Por eso, se trata de aclarar una cosa: los indicios de criminalidad son suficientes para que un juez decida, por ejemplo, considerar admitida una querella y, a continuaci¨®n, decretar prisi¨®n preventiva; pero pueden no serlo a la hora del juicio, donde la calidad definitiva de las pruebas se desplaza al centro de la escena procesal.
El juez Garc¨ªa-Castell¨®n y el fiscal Florentino Ort¨ª, est¨¢n trabajando muy asistidos por los inspectores del Banco de Espa?a. Si esto es evidente en la querella, que sigue los planteamientos del pliego de cargos del banco emisor contra todos los administradores y cuatro directores generales, ha resultado a¨²n m¨¢s patente durante los interrogatorios.
Y especialmente durante la declaraci¨®n de Mario Conde, las interrupciones del juez para efectuar consultas con sus dos asesores, inquilinos de un despacho casi contiguo, en la planta s¨¦ptima de la calle de G¨¦nova, son m¨²ltiples, lo que retrasa el interrogatorio y a¨²n m¨¢s importante, rompen el ritmo y el factor sorpresa necesarios en este tipo de procedimientos. Conde, por otra parte, conoce bien los razonamiento de los inspectores -los ha toreado con relativo ¨¦xito durante seis largos a?os- del mismo modo que ¨¦stos est¨¢n familiarizados con sus trucos. Pero los inspectores no est¨¢n en el cuerpo a cuerpo, lo que merma la eficacia necesaria en todo juego de pregunta y respuesta. Tanto en el caso Banesto como en el caso De la Rosa, no hay que olvidar que lo esencial es la realizaci¨®n de un juicio impecable y r¨¢pido, como sucede en otros pa¨ªses donde las cosas funcionan. Primero, porque los acusa dos tienen ese derecho fundamental; segundo, porque las imputaciones de actos fraudulentos deben ser sostenidas con pruebas s¨®lidas. Y tercero porque si el juicio, cerrada la instrucci¨®n, se prolonga durante a?os todo lo que se haya realizado quedar¨ªa reducido a una parodia. Por supuesto, los abogados de M¨¢rio Conde dar¨¢n la batalla hasta el ¨²ltimo minuto para evitarle la prisi¨®n. Pero su experiencia les indica que, m¨¢s all¨¢ del episodio de la prisi¨®n preventiva, el juicio es el asunto fundamental. Ciertos comentarios recogidos en fuentes fidedignas sugieren que esos abogados est¨¢n m¨¢s seguros en el medio y largo plazo, dando casi por perdida la lucha contra la Prisi¨®n preventiva, que consideran hasta cierto punto, como un hecho casi consumado. Una orientaci¨®n interesante de la judicatura en los delitos econ¨®micos se podr¨¢ conocer en las pr¨®ximas horas en el caso JR. El financiero ya ha reunido una cantidad de dinero para hacer frente a la fianza que pueda plantearse caso que la sala segunda de la Audiencia de Barcelona falle libertad. Sus familiares y amigos han formado un n¨²cleo duro con la bandera de "hoy por ti ma?ana por mi", invocando los viejos buenos tiempos en los que JR ayud¨® a mucha gente de este pa¨ªs a enriquecerse como nunca antes lo hab¨ªan imaginado. Amigos como Enrique Sarasola y Alvaro ?lvarez Alonso, por ejemplo, han sido alcanzados por el cepillo.
Pero en uno y otro caso -MC y JR- se necesita que completada la instrucci¨®n, un juicio tan r¨¢pido como impecable tenga lugar.
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