Dentro y fuera
ANTE EL ultim¨¢tum del PNV los socialistas vascos han aceptado la oferta del partido de Arzalluz para seguir formando parte del Ejecutivo de Vitoria, ahora en alianza tripartita con la inclusi¨®n de Eusko Alkartasuna (EA). Los socialistas ten¨ªan poderosas razones para pasar a la oposici¨®n, por lo que condicionaron su permanencia en el Gobierno, formalmente ofrecida por el PNV, a una serie de requisitos. Esos requisitos no se han cumplido en lo esencial, pero el PSE-EE ha decidido, de todos modos, mantenerse en el Ejecutivo. Sin duda, porque sus dirigentes consideran preferible estar. dentro en precario que verse marginados de todas las instituciones -diputaciones y ayuntamientos incluidos-, lo que se hubiera producido de haber roto su colaboraci¨®n con el nacionalismo.Aunque pueda comprenderse, se trata de una actitud poco airosa y que ha sido mal explicada. Primero dijeron que s¨®lo aceptar¨ªan la repetici¨®n de Ia f¨®rmula bipartita PNV-PSE, con exclusi¨®n de un tercer socio. El argumento era que las urnas hab¨ªan reflejado un ascenso del voto no nacionalista y que, por tanto, no ten¨ªa sentido reforzar, con la inclusi¨®n de EA, el componente nacionalista del Gobierno. M¨¢s tarde admitieron el principio de pacto tripartito, pero condicionado a la aceptaci¨®n de ciertas pautas program¨¢ticas y, sobre todo, a que se ofreciera al PSE-EE una "representaci¨®n digna": con un vicelehendakari socialista y con carteras de peso.El acuerdo program¨¢tico parece haberse logrado, pero se desconocen cu¨¢les puedan ser las correcciones introducidas en relaci¨®n a la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica, de las que los socialistas hab¨ªan hecho bandera. Tampoco se sabe si el acuerdo recoger¨¢, como al parecer pretend¨ªa el PNV, una relativizaci¨®n del consenso en relaci¨®n a las pautas de pacificaci¨®n plasmadas en el Pacto de Ajuria Enea. En todo caso, ser¨¢ sobre todo en funci¨®n de esas y otras cuestiones program¨¢ticas, y no del reparto de poder convenido, como podr¨¢ valorarse el acierto o desacierto de la decisi¨®n. adoptada.
Pero tampoco parece que el reparto haya resultado especialmente favorable. La posibilidad de una vicepresidencia socialista fue excluida de entrada por el PNV, y en ello se ha mantenido: habr¨¢ un vicelehendakari, pero ser¨¢ nacionalista. Los socialistas esperaban ingenuamente que el PNV pagara ahora el favor que le hab¨ªan hecho en 1986, cuando, pese a obtener dos esca?os m¨¢s (aunque no m¨¢s votos), cedieron la presidencia al candidato nacionalista. El PSE-EE ten¨ªa argumentos para criticar la falta de generosidad de su socio, y, a pesar de todo, fuerza para haber exigido m¨¢s: porque tambi¨¦n el PNV los necesitaba a ellos. Lo que ha resultado escasamente pedag¨®gico es que el reproche principal a la actitud del partido de Arzalluz haya sido que se reservaba para s¨ª los departamentos con mayor presupuesto. Asunto que tal vez procupe a los correspondientes titulares de los mismos, pero seguramente no mucho a los votantes socialistas.
Los socialistas no ignoraban que, a lo largo de los ¨²ltimos ocho a?os, el PNV se hab¨ªa beneficiado m¨¢s que ellos de la coalici¨®n entre ambas fuerzas. Sus dudas proven¨ªan de la convicci¨®n de que la alternativa a estar dentro podr¨ªa ser a¨²n peor. Porque entonces habr¨ªa un Gobierno exclusivamente nacionalista (PNV-EA), y porqu¨¦, en ausencia de un tercer socio que sirviera para justificar las concesiones al pragmatismo pol¨ªtico, la pugna entre ambos por un mismo electorado podr¨ªa provocar una indeseable radicalizaci¨®n, y porque ello supondr¨ªa otorgar un protagonismo al Partido Popular, que ya hab¨ªa ofrecido su apoyo externo a un Gobierno nacionalista minoritario. Para ayudar a resolver sus propias dudas, los socialistas plantearon, en contra del criterio del PNV, que el acuerdo no implicase compromiso alguno con vistas a las elecciones locales de mayo. Pero en el momento en que los nacionalistas acced¨ªan a esa exigencia, los socialistas la retiraban, pasando a ser ellos quienes la, consideraban necesaria. Porque quedar fuera del Gobierno supon¨ªa quedar tambi¨¦n fuera de las diputaciones y los ayuntamientos en los que no tengan mayor¨ªa absoluta. Y fuera hace mucho fr¨ªo. Con lo que est¨¢ cayendo.
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