El taxi de Llamazares
Como profesional del taxi, me veo en la obligaci¨®n de puntualizar algunos detalles que, a mi entender, debiera haber tenido en cuenta el se?or Llamazares a la hora de dise?ar y proyectar en su columna publicada en estas p¨¢ginas [27 de noviembre] tan peculiar y esperp¨¦ntico modelo de autotaxi, y del que parece ser que a¨²n no ha logrado apearse.Afortunadamente, el taxi dispone hoy d¨ªa de mecanismos y sistemas lo suficientemente viables y, transparentes como para poder establecer y recibir cr¨ªticas o modificaciones encaminadas siempre a la creaci¨®n de mejoras y medidas que potencien y desarrollen. un buen nivel de trabajo.
As¨ª pues, y de una forma plural, se consigue que sean los propios taxistas quienes se encarguen de elaborar propuestas comunes, sin la necesidad de contar con la colaboraci¨®n de instigadores informativos encargados de adulterar y desequilibrar la estabilidad de un sistema que cuenta con los problemas y dif¨ªcultades propias y afines a cualquier otro sector labdral.
Pero como, por otra parte, explicar la situaci¨®n actual del taxi resulta casi imposible, por razones de tiempo y espacio principalmente, lo que s¨ª le propondr¨ªa a Julio Llamazares es que actualizara, y cultivara el concepto fantasmal y enga?oso que tiene de los taxistas y acudiera a cualquiera de las agrupaciones oficiales existentes (Federaci¨®n Profesional del Taxi o bien Asociaci¨®n Gremial del Taxi), que sin lugar a dudas le ayudar¨ªan a esclarecer y ampliar la escasa y precaria informaci¨®n que presume tener de este colectivo.
Por poner un ejemplo, le dir¨¦ que en lo referente a la ¨²ltima concesi¨®n de licencias efectuada en Madrid, ¨¦sta se hizo bajo la condici¨®n prioritaria de haber realizado una cotizaci¨®n en la Seguridad Social equivalente a cinco a?os de trabajo como taxista y que, por tanto, nada tiene que ver con la ideolog¨ªa pol¨ªtica del futuro propietario.
Y, para mayor inri, creo que el hecho de confundir hoy d¨ªa a un trabajador del taxi con un agente de la Gestapo se podr¨ªa calificar de un lamentable anacronismo patol¨®gico.
Por todo lo anteriormente expuesto, rogar¨ªa que el se?or Llamazares, as¨ª como quienes respaldan su trabajo, intenten ajustarse de una forma m¨¢s oportuna y proporcionada a la realidad de los hechos-
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