Vivir en la ciudad prisi¨®n
Tras mil d¨ªas de prisi¨®n, de vida en este campo de concentraci¨®n llamado Sarajevo, logr¨¦ salir de esta ciudad digna y, seg¨²n parece, maldita. Y sal¨ª, por as¨ª decirlo, a cuatro patas, vali¨¦ndome del t¨²nel de 800 metros escavado bajo la pista del aeropuerto. Como un topo. Despu¨¦s, como una gamuza, escal¨¦ el monte Igman a trav¨¦s de una suerte de corredor, al abrigo de las colinas y los valles circundantes.Cada habitante de Sarajevo siente las ganas de salir de su bienamada ciudad el tiempo necesario para saber qu¨¦ es vivir sin el miedo a que en cualquier momento empiecen otra vez a caer obuses, sin miedo a los francotiradores que siguen hiriendo y matando a inocentes, normalmente mujeres y ni?os. Sin miedo a encontrarse sin brazos, sin piernas o sin vida en uno de los abarrotados tranv¨ªas a los disparan desde las colinas de alrededor, No todos los d¨ªas, es cierto pero hay que saber cu¨¢l es el d¨ªa, cu¨¢l la hora en la que tiran. Dejar la ciudad, dejar esa jaula, salir y, por unos d¨ªas, no tener la impresi¨®n de ser un blanco. Ese es el sue?o de los habitantes de Sarajevo.
Lo m¨¢s maravilloso, y lo m¨¢s terrible, es que para los que viven en esta ciudad sitiada todo eso se ha convertido en normal, en una fatalidad, en una condena. Como si ya no hubiera esperanza. Han terminado por aceptar esta situaci¨®n, simplemente siguen viviendo, trabajando, luchando. Quiz¨¢ sea expresi¨®n de un desaf¨ªo, pero ante todo expresa una simple e impetuosa ansia de vivir. Hay muchos casos psiqui¨¢tricos, pero siempre menos que heridos, y el n¨²mero de -suicidios no es nada especial.
En Sarajevo, la mayor parte del tiempo no hay gas, ni luz ni electricidad. Cuando me fui (volv¨ª a los tres d¨ªas) hab¨ªa algo de agua y de gas, pero casi nada de electricidad y la poca que hay, llega cuando no hay agua. ?Qu¨¦ significa tener agua caliente en el cuarto de ba?o, tener ropa girando en una lavadora? ?Vivimos en la Edad Media, somos una tribu salvaje en pleno coraz¨®n de, Europa? M¨¢s del 90% de los ciudadanos no percibe ning¨²n salario. S¨®lo los comerciantes y los traficantes ganan dinero. El resto vive gracias a la ayuda de las organizaciones humanitarias o de lo que les env¨ªan familiares y amigos desde el extranjero. No hay facturas de agua, gas y electricidad, el tranv¨ªa es gratuito. S¨®lo pagamos el tel¨¦fono, que nunca sube mucho poros bloqueo, que, gracias a las llamadas son escasas y, a menudo, los tel¨¦fonos no funcior¨ªan. El dinero s¨®lo sirve para comprar comida. En estos momentos, la ayuda que se recibe del ACNUR es m¨ªsera: por persona y para dos semanas, 1 o 2 kilos de harina, 400 gramos de jud¨ªas, una lata de conserva de 450 gramos, 200 gramos de az¨²car. Eso es todo. De vez en cuando tambi¨¦n recibimos algo de sal, un jab¨®n o un poco de detergente. ?C¨®mo logramos comer? Es un fen¨®meno que no sabr¨ªa explicar. En general, como ya he dicho, gracias a la ayuda exterior. Las personas mayores, y los ni?os son los m¨¢s dignos de compasi¨®n. Y sin embargo, los ni?os est¨¢n llenos de vida, corren y se divierten, se r¨ªen. El 60% ha visto al menos a tino de sus amigos caer muerto o herido mientras jugaba.
Sarajevo era una ciudad (como tantas ciudades de Bosnia- Herzegovina) en la que nadie se preocupaba por saber a que religi¨®n o naci¨®n pertenec¨ªan los dem¨¢s. Se ignoraba totalmente. A veces era posible reconocer a un Musulm¨¢n por su nombre, cuando ten¨ªa un nombre musulm¨¢n tradicional. Aqu¨ª, era una realidad, todos conviv¨ªan: musulmanes, serbios, croatas, jud¨ªos... En esta ciudad hay muchos matrimonios mixtos, y durante esta guerra, en. la que se han desencadenado las pasiones nacionalistas, todav¨ªa se siguen celebrando matrimonios mixtos. A pesar de la comunidad internacional con Francia, Alemania, Gran Breta?a, Rusia y Estados Unidos a la cabeza, este esp¨ªritu comunitario se ha preservado.
Hay una cosa que debo pedir a los europeos. Que ayuden con todas sus fuerzas a los verdaderos dem¨®crata! de Sarajevo. Tambi¨¦n se ayudar¨¢n a s¨ª mismos.
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