Una noche de garbeo para aprender lo que significa la energ¨ªa
Chavales de entre 8 y 12 a?os pasan la velada en un viraje a trav¨¦s del tiempo en Alcobendas
JAVIER BARRIOLos padres de 40 chavales dejaron asomar en sus caras una expresion mezcla de perplejidad cuando sus hijos les adviertieron. "?Que pasar¨¦is la noche en un museo?, pero ?fuera o dentro?". Tras la pertinente explicaci¨®n, los padres se tranquilizaron y accedieron. Los chicos iban a pasar la noche en el Museo de la Ciencia de Alcobendas para aprender lo que significa la energ¨ªa y c¨®mo se genera, acompa?ados de un profesor chiflado. Cuando los chavales llegaron anoche al museo encontraron el edificio completamente a oscuras. Entre tinieblas, el doctor Tempus les dio la bienvenida y les plante¨® diversos problemas. El primero, encontrar el interruptor general de todas las instalaciones.
PASA A LA P?GINA 5
La noche del museo. Museo Interactivo de la Ciencia (calle Pintor Murillo, s/n). Alcobendas. Tel¨¦fono 66139 09. Precio: 3.000 pesetas por ni?o.
Noche de ciencia y fogatas
VIENE DE LA P?GINA 1El doctor Tempus, con peluca blanca y gafas en la punta de la nariz, encarnado por victoria, una de las monitoras del museo e la Ciencia de Alcobendas, provocaba anoche las carreras de los estudiantes, ni?os procedentes de los barrios de Salamanca y Retiro de Madrid, con edades de entre 8 y 12 a?os que escudri?aban en el origen de la vida. Les tutelaba una monitora de Cruz Roja, Ana Bel¨¦n. Despu¨¦s de "buscar la luz", y o¨ªr y experimentar sobre lo que es la electricidad, por ejemplo construyendo pilas con limones, el doctor Tempus, auxiliado por dos ayudantes, invit¨® a sus disc¨ªpulos a buscar otras formas de energ¨ªa. Molinos de viento, plantas transformadoras y todo a base de pr¨¢ctica.
Para ese momento ya hab¨ªa transcurrido una hora de explicaciones y carreras. Enrique, con sus 12 a?os, aseguraba estar pas¨¢ndoselo estupendamente, tanto que dec¨ªa que "es mejor que dormir en casa". Su mochila, con la ropa para hoy un saco de dormir, descansa junto con las de sus compa?eros en el aula de ciencia donde se ha improvisado un dormitorio. Despu¨¦s de visitar el mundo molecular el cient¨ªfico loco congrega a todos los visitantes. "Como hemos perdido mucha energ¨ªa, es hora de recuperarla. Todas esas transformaciones que hab¨¦is visto vamos a realizarlas en nuestros est¨®magos". Un murmullo de satisfacci¨®n recorre el grupo, es la hora de la cena. En la cafeter¨ªa la comida espera. Ensalada, hamburguesas, un mousse de chocolate y refrescos. Mar¨ªa es sincera, con cara de pocos amigos, dice que "la comida es de extraterrestres" y que no le gusta. La sobremesa es m¨¢s animada. Desafiando al fr¨ªo se abren las puertas del museo y la cara de los ni?os se ilumina. Una. gran hoguera alza sus llamas y alrededor de ella se ponen a bailar, a jugar y escuchar la historia del fuego. Caras sonrojadas por el calor y el ejercicio vuelven a animar la noche. Sin darse cuenta han transcurrido otras dos horas.
Elena, con ojos de cansancio, afirma que a¨²n no se quiere ir a dormir porque lo est¨¢ pasando muy bien, y se marcha corriendo para entrar en un enorme igl¨² convertido en planetario. El tiempo vuela como la noche y a las 0.30 llega la hora de dormir. La noche parece que toca a. su fin. Pero cuando a¨²n los m¨¢s juerguistas no se han dormido, una hora despu¨¦s el doctor llama a sus disc¨ªpulos. Todo est¨¢ a oscuras, s¨®lo se ven tres peque?as luces procedentes de linternas. Los peque?os asisten at¨®nitos a un experimento en el que se visualizan formas en ausencia de luz.
A las tres, ya rendidos, vuelven a la cama, y esta vez ser¨¢ hasta las ocho de la ma?ana que se levantar¨¢n para desayunar. Toda una aventura que Almudena y sus compa?eras no olvidar¨¢n. Francisco de Blas, director del museo, confiesa haber extra¨ªdo la idea de sus colegas americanos, donde estas experiencias son normales. Queremos: "Crear para los chicos una noche artificial y hacerlos saltar hacia el pasado y el futuro para que sean conscientes de los avances de la ciencia de forma amena y did¨¢ctica".
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