La carta por debajo de la puerta
Hay una foto magn¨ªfica y tremenda en el libro Esperando el porvenir, en el que Siruela recoge las cuatro conferencias que a principios de oto?o pronunci¨® Carmen Mart¨ªn Gaite en la Fundaci¨®n Juan March. con motivo del 250 aniversario de la muerte de Ignacio Aldecoa.En esa fotograf¨ªa, una m¨¢s en ¨¦l amplio repertorio gr¨¢fico recogido por la autora de Entre visillos para ilustrar la ¨¦poca en la que ella y sus compa?eros se hicieron escritores, aparece AP decoa en los ¨²ltimos d¨ªas de su vida, como si ya adivinara la helada mano del porvenir tapiando su viaje cuando s¨®lo ten¨ªa 44 a?os.
Aldecoa es el eje de este libro, pero, como el propio Aldecoa, ¨¦sta es una obra en la que cabe toda una era de ilusi¨®n y de encantamiento, l¨®s a?os cincuenta edific¨¢ndose como una bruma contra la sordidez de entonces, con su apuesta por, la vanguardia y por la risa, por el compromiso y por la literatura (Alfonso Sastre, Jos¨¦ Mar¨ªa de Quinto, Carlos Edmundo de Ory, Mayra O'Wisiedo, Rafael S¨¢nchez Ferlosio, Garc¨ªa Hortelano, Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, Juan Benet, Josefina Rodr¨ªguez Aldecoa ...), en contra del lugar del acomodo. La foto: una mueca, interior de, despedida, los ojos perdidos en alg¨²n umbral cerca no pero difuso, y la sonrisa de arena de Aldecoa -que a lo largo del volumen ha, ido aglutinando reuniones, retratos de grupo, vacaciones americanas o viajes insulares, que se escapa por la comisura sombreada por la nariz y por la melancol¨ªa. Un su¨¦ter de pico cubre parcialir¨ªente una camisa que es sepia en la imagen y que uno quiere imaginar beis, suave, una camisa de ¨²ltima moda en la ¨¦poca, abierta y firme bajo el cuello ya poderoso pero descansado del escritor pensativo. Debajo, a mano, Carmen Mart¨ªn Gaite ha reproducido un texto de un cuento en el que el propio Aldecoa hace hablar a uno de sus personajes sobre la muerte: in¨²til. La muerte se meter¨ªa como una carta pordebajo de la puerta".
Tomada pocos d¨ªas antes deque muriera, el 15 de noviembre de hace 25 a?os, esta fotografia es la imagen misma de la despedida, un texto en el rostro, una entra?able imagen del hombre al que la vida rode¨® de afectos y de amigos, de inteligencia y de sentido del humor, y que ve apagarse en los ojos que ve¨ªan antes de mirar la mi rada del porvenir; la capacidad, adivinatoria y secreta que tienen los ojos para arrojar luz sobre todo lo que nose sabe. Es un retrato que resume el libro y en cierto modo. recoge tambi¨¦n la atm¨®sfera de desconcierto de la ¨¦poca, la dificil relaci¨®nque tienen los hombres ante la evidencia desconocida de su final. Pero en esa fotograf¨ªa, como en todo el libro -en su aspecto gr¨¢fico y en su proceso literario-, hay un descubrimiento mucho m¨¢s gozoso que el inevitable dolor que, causa la noticia retrospectiva de que aquella imagen se tom¨® poco antes de que desap¨¢reciera el retratado. Y ese gozo es el que se siente al ver a tipos tan modernos, tan simp¨¢ticos, vestidos con tanta elegancia -este art¨ªculo ten¨ªa que haber versado sobre las camisas de Aldecoa, tal como aparecen en el libro, siempre distintas y siempre adecuadas-, y juntos, festejando o hablando, en actividad, vivos; una generaci¨®n viva que revive en este libro no s¨®lo un tiempo, sino una actitud: el viaje a rendir homenaje a Carmi?a Mart¨ªn Gaite en Salamanca, el co?¨¢ pele¨®n en la casa que luego tuvieron ¨¦sta y Ferlosio, el viaje con J¨®sefina a Manhattan, un lugar que Aldecoa adivino como quien crea en suenos los mapas..., las escenas isle?as, en las que Aldecoa cumpl¨ªa su incorruptible compromiso con las historias; y la evidencia, adem¨¢s, de que esta gente trabajaba much¨ªsimo, para s¨ª y para los otros. A los 44 a?os muri¨® Aldecoa, casi a la edad de Francis Scott Fitzgerald, el autor de El gran Gatsby, y en esa imagen de la muerte prematura est¨¢ tambi¨¦n presente la mirada com¨²n de ambos sobre la escritura: escribir, escribir infatigablemente contra la mediocridad, a favor de la vida, en contra de la nada que entonces crec¨ªa c¨®mo el ¨¢rbol de la angustia. Como el inconmensurable Lorca, asesinado por otra de las combinaciones absurdas del tiempo, estos melanc¨®licos inagotables se pasaron es cribiendo para no volverse sombras, sino ser luz y quedar se. En esta fatograf¨ªa de Aldecoa se concentra la vida que vivi¨®, hasta que la muerte del autor de Parte de una historia se metiera como una carta por de bajo de la puerta.
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