Bajo el ¨¢rbol de Guernica
MA?ANA TOMA posesi¨®n en Vitoria el nuevo Gobierno vasco, quinto que presidir¨¢ Jos¨¦ Antonio Ardanza, tras haber jurado su cargo ayer bajo el ¨¢rbol de Guernica, seg¨²n una tradici¨®n inaugurada por el lehendakari Aguirre hace 59 a?os. La fragmentaci¨®n del electorado vasco, superior a la de cualquier otra comunidad,- exig¨ªa un- m¨ªnimo de tres formaciones para configurar una mayor¨ªa suficiente. A la alianza del PNV (20 esca?os) con los socialistas (12), que ha venido gobernando en Euskadi desde hace ocho a?os, se ha unido esta vez Eusko Alkartasuna (8).De la negociaci¨®n entre los tres socios ha trascendido m¨¢s el aspecto de la distribuci¨®n del poder entre ellos que el espec¨ªficamente program¨¢tico. El PNV retiene cinco carteras (m¨¢s la presidencia), tres el Partido Socialista de Euskadi (PSE-EE) y dos Eusko Alkartasuna (EA). Este acuerdo se ha visto condicionado por la reducci¨®n de departamentos a que se hab¨ªan comprometido los partidos. El anterior Gobierno ten¨ªa 16 consejeros, m¨¢s que cualquier otra comunidad, e inclu¨ªa 169 altos cargos y un centenar de asesores. Si se tiene en Cuenta que el sistema. ¨ªnstitucional vasco comprende adem¨¢s tres gobiernos provinciales con sus correspondientes parlamentos -Juntas Generales-, el compromiso de reducir el n¨²mero de carteras parece mas que justificado.
La ¨²ltima crisis ha agudizado el sentido cr¨ªtico de los ciudadanos vascos contra el crecimiento desmesurado de la, Administraci¨®n aut¨®noma, que, pese a ser construida ex novo, no ha evitado reproducir los vicios de ineficiencia y despilfarro, de la estatal. A esa inquietud responde probablemente la inclusi¨®n en el programa conjunto del nuevo Gobierno de una referencia a la "transparencia y austeridad" de la Administrac¨ª¨®n. Con una tasa de paro del 25%, que alcanza el 52% entre los menores de 25 a?os, la crisis econ¨®mica y sus secuelas ocupan el lugar primero entre las preocupaciones de los vascos, seg¨²n vienen revelando las encuestas desde hace a?os; los dirigentes pol¨ªticos reconocen por lo general que ¨¦sa es la prioridad absoIuta. Sin embargo, esos mismos dirigentes desv¨ªan, una y otra vez el debate pol¨ªtico hacia cuestiones secundarias o menos urgentes, como la profundizaci¨®n del autogobierno, las competencias pendientes o el fomento del euskera.
La pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica ha sido, junto con la de la pacificaci¨®n, uno de los temas m¨¢s pol¨¦micos entre los socios. El ascenso del Partido Popular y, sobre todo, de Unidad Alavesa tiene mucho que ver con el rechazo por parte de sectores de la poblaci¨®n al modelo ling¨¹¨ªstico seguido desde comienzos de los ochenta, considerado por los cr¨ªticos car¨ªsimo y poco eficaz. Una referencia gen¨¦rica a la "no discriminaci¨®n por raz¨®n de lengua" incluida en el programa deja las cosas como estaban, puesto que mientras el PSOE sostiene que son los que no saben euskera los discriminados, EA asegura que los ¨²nicos discriminados son los vascohablantes. La quemante cuesti¨®n, de la euskaldunizaci¨®n de los funcionarios -aprendizaje en un plazo dado a riesgo de perder la plaza- se ha dejado en suspenso hasta el mes de julio, en que oficialmente finaliza la primera fase del plan aprobado en su d¨ªa.
LO m¨¢s confuso del acuerdo program¨¢tico es lo referente al Pacto de Ajuria Enea al que se reincorporara EA tras a?os de ausencia unilateral. Por una parte, se admite la posibilidad de tomar decisiones por mayor¨ªa, lo que supondr¨ªa liquidar el principio de consenso, consustancial al objetivo central del Pacto: la renuncia de todos los partidos democr¨¢ticos a obtener beneficios pol¨ªticos de los efectos de la violencia. Por otra, se plantea la hip¨®tesis, de la que EA hace cuesti¨®n de principio, de admitir en su seno a Herr¨ª Batasuna (HB), algo absurdo mientras esa organizaci¨®n siga apoyando y legitimando el terrorismo. Herri Batasuna, por su parte, ha considerado "una provocaci¨®n", la invitaci¨®n a integrarse a lo que considera "un instrumento represivo".
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