Cad¨¢veres
A diferencia del presidente Mitterrand, que se ha revelado especialmente h¨¢bil para resolver al final de su mandato todos los diversos cad¨¢veres pol¨ªticos que guardaba sin enterrar en el armario de su pasado, al presidente Gonz¨¢lez, conforme progresa hacia el declive de su mandato, se le van acumulando las peticiones de rendimientos de cuentas por los casos pendientes de resolver. Cabe imaginar cuanto envidiar¨¢ Gonz¨¢lez las habilidades de Miterrand.Estos cad¨¢veres pol¨ªticos que Gonz¨¢lez parece incapaz de enterrar a tiempo, sin poder evitar que periodistas avisados los saquen peri¨®dicamente a pasear fuera de su armario, pueden resumirse en dos: Filesa (incluidas todas las sospechas de comisiones fraudulentas y financiaci¨®n ilegal) y GAL (representativo de los dem¨¢s casos de utilizaci¨®n ilegal de fondos reservados, como tambi¨¦n sucede en el caso Rold¨¢n). Y lo m¨¢s curioso es que existe alg¨²n paralelismo formal entre ambos casos, por mucho que sustancialmente difieran entre s¨ª (pues el GAL seg¨® vidas, mientras que Filesa s¨®lo da?aba la Hacienda p¨²blica).
Parece conveniente distinguir (como hac¨ªa el jueves pasado V¨ªctor P¨¦rez D¨ªaz en un excelente art¨ªculo publicado en estas p¨¢ginas) entre la comisi¨®n del delito y su encubrimiento posterior. Pues bien, tanto en el caso Filesa como en el caso GAL, de lo que podr¨ªa acusarse a Gonz¨¢lez, y por lo que se le pide que rinda cuentas que ¨¦ste se muestra reacio a dar, no es de complicidad en la comisi¨®n de los delitos (pues nadie parece dudar de su inocencia, sospechando casi todos que se actu¨® a sus espaldas), sino de su encubrimiento posterior.
Tambi¨¦n es verdad que el mero encubrimiento de un delito es mucho m¨¢s disculpable que la complicidad propiamente dicha, sobre todo si los sospechosos son amigos, compa?eros o subordinados del encubridor. Pero no es menos cierto que el reiterado encubrimiento contumaz (como todos sospechamos que se da) podr¨ªa ser entendido como una complicidad sobrevenida (o una complicidad ex post). Adem¨¢s, en ambos casos, este presunto encubrimiento se justifica por parecidas razones de solidaridad. Tanto es as¨ª que cabe temer que se intente con el diputado Barrionuevo, la misma maniobra encubridora que se hizo con el ex diputado Galeote (aunque pocos se atrever¨ªan hoy a firmar una an¨¢loga carta de solidaridad). Pero si fuera ¨¦se el caso, ?cargar¨ªa tambi¨¦n el ex ministro sobre s¨ª toda la responsabilidad ¨²ltima de la comisi¨®n del delito, como Galeote afirm¨® hacer?En fin, tambi¨¦n aparecen paralelismos en las justificaciones que se dan para disculpar la comisi¨®n de ambos delitos. En efecto, tanto en uno como en otro caso se alega como atenuante que se actu¨® por patriotismo: en el caso GAL, la eximente ser¨ªa la raz¨®n de Estado; en el caso Filesa, el patriotismo de partido. Pero un patriotismo que viola la ley no s¨®lo es criminal, sino antipatri¨®tico, en la medida en que traiciona la base legal que sostiene la comunidad que dice defender.
Por lo dem¨¢s, aun suponiendo que la raz¨®n de Estado (tras lo que suele ocultarse el inter¨¦s corporativo de gobernantes o funcionarios) fuera u?a eximente capaz de disculpar la comisi¨®n de un delito, sin embargo, nunca podr¨ªa justificar su encubrimiento. Por el contrario, lo que s¨ª exige la raz¨®n de Estado (o el patriotismo de partido) es descubrirlos o denunciarlos (aunque eso atente contra el compa?erismo). A la justicia (¨²nica raz¨®n de Estado no inmoral) le conviene favorecer las delaciones de los arrepentidos: tanto si son de ETA como de los GAL. Por eso, Belloch y Gonz¨¢lez se hallan hoy presos de un dilema moral. Belloch porque, como ministro de Interior, se espera que se solidarice con los inculpados dejos GAL, mientras que, como ministro de Justicia, debe favorecer su procesamiento. Y Gonz¨¢lez porque, en tanto que socialista, podr¨ªa desear encubrir a Filesa o los GAL, mientras que, en nombre de la raz¨®n de Estado, tiene que aclarar ambos casos: pues, si no lo hace, los cad¨¢veres acumulados se saldr¨¢n del armario hasta lograr enterrar a su Gobierno y con ¨¦l a la raz¨®n de Estado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.