La dif¨ªcil transici¨®n chilena
La decisi¨®n de construir un penal especial para militares divide a los pol¨ªticos
ENVIADO ESPECIAL, La convivencia carcelaria entre robagallinas y jefes militares que anegaron en sangre las estrellas de la bocamanga sinti¨¦ndose providenciales depositarios de la tradici¨®n hist¨®rica, de los valores nacionales y de la nacionalidad no parece convenir a la fr¨¢gil democracia chilena. La prudencia del Gobierno as¨ª lo entendi¨® cuando propuso una prisi¨®n especial para los miembros de las Fuerzas Armadas que confundieron patria con picana.Este penal, cuya edificaci¨®n deber¨¢ debatir el Parlamento con car¨¢cter de suma urgencia, ha dividido a los pol¨ªticos entre quienes sostienen que su construcci¨®n beneficia a la democracia y. quienes creen que la somete. El general retirado Manuel Contreras, con un prontuario que pone los pelos de punta, puede, ser su primer inquilino.
Los esfuerzos del presidente democristiano, Eduardo Frei, para evitar una crisis, de Gobierno demostraron las dificultades del poder civil para concluir en Chile el complejo proceso hacia la consolidaci¨®n democr¨¢tica. Ricardo Lagos, que ambiciona la presidencia, en las elecciones de 1999 y mantuvo la renuncia al cargo de ministro de Obras P¨²blicas durante 10 horas, no ha querido pasar a la historia como el dirigente socialista que construy¨® un purgatorio de privilegio. para los miembros de las Fuerzas Armadas encontrados culpables de violar los derechos humanos durante la dictadura (1973-1989). El senador de su partido, Carlos Ominami, piensa que estuvieron "muy cerca de la cat¨¢strofe. Si el presidente Frei hubiera aceptado la renuncia, la Concertaci¨®n se habr¨ªa partido".
El r¨¦gimen militar encabezado por Augusto Pinochet impuso las condiciones del tr¨¢nsito hacia la democratizaci¨®n y un marco representativo amarrado al inter¨¦s castrense que culmina en 1997 y limita hasta entonces el margen de maniobra del Ejecutivo y de las fuerzas que lo desbancaron electoralmente. Fern¨¢n Meza, arquitecto y acad¨¦mico, ex militante del Partido Comunista, admite su condici¨®n de dinosaurio y agrega que "hoy no hay grandes personalidades tipo Neruda. La ¨²nica gran personalidad, y es triste decirlo, es Pinochet". Su determinante influencia ha sido reconocida como ¨²til por el anterior presidente, Patricio Aylwin, quien, pragm¨¢tico aludi¨® a la existencia de acechanzas antidemocr¨¢ticas que fueron frenadas por el comandante en jefe del Ej¨¦rcito.
Aunque la permanencia del c¨¦sar no es asunto que est¨¦ en la calle ni quita el sue?o a la mayor¨ªa de los chilenos, es f¨¢cil escuchar elogios a su figura en sobremesas de Santiago. "?Ay, a mi general que no me lo toquen", dice Isabel, un ama de casa de 45 a?os, que coincide con el caudillo en la vigencia del orden y progreso y apoya la restauraci¨®n de un pluralismo que lo garantice. El difunto general chileno Guillermo Pickering recordaba en 1986 que, cuando hubo consenso democr¨¢tico en el pa¨ªs y los civiles creyeron en la democracia, las Fuerzas Armadas se adhirieron al sistema. "Cuando este concepto se rompi¨®, las Fuerzas Armadas se separaron de la democracia. Y si quieren volver a la democracia, se?ores, tienen todos ustedes que tener un claro esp¨ªritu democr¨¢tico. Ver¨¢n que las Fuerzas Armadas van a volver a la dernocracia". ?Cu¨¢ndo regresar¨¢n a la obediencia civil los revolucionarios de 1973? Cuanto antes y con algunos asesinos en la c¨¢rcel, como exigen los deudos de la dictadura.
La posibilidad de una petici¨®n de perd¨®n por los, excesos cometidos, abriendo el camino a una amnist¨ªa parece haber quedado descartada a juzgar por las declaraciones efectuadas por Pinochet en septiembre. "Ellos tienen que pedir perd¨®n por todos los desmanes y todo lo que causaron antes del 11 de septiembre
[fecha del golpe militar contra Allende]. ?A qui¨¦n le vamos a pedir perd¨®n, a los que trataron de matarme? ?A qui¨¦n?"
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.