Gonz¨¢lez niega
ENFRENTADO A la media hora quiz¨¢ m¨¢s dram¨¢tica de sus 12 a?os de presidencia, Felipe Gonz¨¢lez neg¨® ayer cualquier v¨ªnculo con los GAL. Aunque con alg¨²n temblor en la voz, asegur¨® con rotundidad que ni organiz¨® ni autoriz¨® ni encubri¨® ni toler¨® la actuaci¨®n de los GAL. El presidente del Gobierno hizo una condena expl¨ªcita de la guerra sucia contra ETA y dijo, por a?adidura, que es falso que su Gobierno haya intentado, tapar la boca a los ya condenados Amedo y Dom¨ªnguez con dinero procedente de los fondos reservados. Anunci¨® la presentaci¨®n de querellas contra quienes lo han afirmado.Gonz¨¢lez reclam¨® ser cre¨ªdo, y lo hizo con profesionalidad, seguramente consciente de enfrentarse a una tarea cada vez m¨¢s dif¨ªcil. La distinci¨®n entre responsabilidad pol¨ªtica y penal, que hab¨ªa llegado a admitir en alg¨²n caso anterior, ha desaparecido ahora: hasta que no se demuestren judicialmente las implicaciones insinuadas -vino a decir-, nadie tiene por qu¨¦ responder -pol¨ªticamente. Los indicios que han llevado al juez Garz¨®n a encarcelar cautelarmente a altos cargos del Ministerio del Interior -como la existencia de un comunicado de los GAL escrito supuestamente por Juli¨¢n Sancrist¨®bal- no bastan, a juicio del presidente, para modificar la presunci¨®n de inocencia, ni obligan a otra iniciativa que no sea colaborar con la justicia en la investigaci¨®n.
Tal vez era esperar demasiado que un presidente tan acosado arriesgase cualquier paso en una direcci¨®n m¨¢s comprometida. Pero comprometi¨® su honorabilidad al fiarlo todo a la imposibilidad de que aparezcan pruebas que puedan desmentirle. Volvi¨® a insistir en que no puede haber pruebas de algo que no ocurri¨®. Las querellas que anunci¨® -entre ellas, una contra el dirigente de Izquieda Unida Felipe Alcaraz, que ayer mismo le hab¨ªa acusado (le ser la X de la cumbre del organigrama del juez Garz¨®n sobre los GAL- obligar¨¢n a los tribunales a entrar en el fondo de, esas acusaciones, dilucidando si tienen o no fundamento las insinuaciones directamente dirigidas contra el Gobierno.
Gonz¨¢lez defendi¨® a todos sus ministros del Interior, con expresa menci¨®n de Barrionuevo, de las acusaciones vertidas por los ex polic¨ªas Amedo y Dom¨ªnguez, a quienes en dos ocasiones se refiri¨® como "dos condenados por la justicia". Aunque su palabra amparaba a los miembros del Gobierno frente al titular publicado ayer por un diario, termin¨® por responder tambi¨¦n en t¨¦rminos generales por la c¨²pula de Interior, y ni siquiera acept¨® valorar como argumento en su contra el hecho de que algunos de ellos -como Sancrist¨®bal, ex-director de la Seguridad del Estado- est¨¦n hoy cautelarmente en prisi¨®n.
El problema radica en que las ¨²ltimas actuaciones del juez Garz¨®n juegan, indicios aparte, a favor de la l¨®gica. Cualquier hip¨®tesis sobre los GAL que no pase por el aparato de Seguridad del Estado, al nivel que sea, resulta incre¨ªble por absurda. En un editorial publicado en estas p¨¢ginas el 19 de febrero de 1986 dec¨ªamos sobre los GAL: "Nadie en su sano juicio puede siquiera insinuar que los pobladores del hampa internacional asesinan a militantes de ETA, por cuenta propia, inflamados por sus convicciones pol¨ªticas o por su amor a los valores de la civilizaci¨®n occidental (...). ?Qui¨¦n recluta, organiza, arma, avitualla y paga a los mercenarios de los GAL? ?Qui¨¦n da luz verde para sus asesinatos, se?ala a las v¨ªctimas y da la orden de fuego? ?Qui¨¦n protege su retirada estrat¨¦gica hacia la frontera con Espa?a? Si s¨®lo el -silencio es la respuesta ¨¢estos interrogantes, no se debe olvidar que hay ocasiones en que el silencio es la m¨¢s elocuente de las actitudes".
Las inc¨®gnitas de entonces no fueron totalmente despejadas en el juicio que conden¨® a Amedo y Dom¨ªnguez a m¨¢s de cien a?os de c¨¢rcel. Once a?os des p¨²blica que seguramente pues, con una opinion est¨¢ hoy menos dispuesta a mirar para otro lado que entonces, nadie ha respondido a¨²n pol¨ªticamente, por la v¨ªa que fuere, de un invento que se revel¨® criminal y a la vez desastroso pol¨ªticamente.
El propio Gonz¨¢lez dio ayer un dato que indica r¨ªa que ni siquiera en el cambio- de actitud de las autoridades francesas fue decisiva la influencia de los cr¨ªmenes de los GAL. Y hoy es evidente qu¨¦ entre los efectos de esos 28 atentad ' os firmados por esas siglas, con el balance de 26 personas asesinadas nueve de las cuales eran totalmente ajenas a ETA, figuran los siguientes: prolongar el apoyo social a ETA por parte de una nueva generaci¨®n seducida por la falacia de las dos violencias sim¨¦tricas; deslegitimar gravemente al Estado democr¨¢tico, dando con ello credibilidad a la hip¨®tesis de la negociaci¨®n pol¨ªtica; dar p¨¢bulo a la idea de existencia de una aut¨¦ntica guerra, como pretend¨ªa ETA, y ser el punto de partida de una din¨¢mica de ilegalidades en cadena que condujo al descontrol de los fondos reservados, y con ello, a esc¨¢ndalos como el de Rold¨¢n y a la p¨¦rdida de control del Ministerio del Interior.
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