Un medio y no un fin
E. C., Nunca hab¨ªa visto un ordenador de cerca hasta hace un mes, pero ahora se confiesa "enganchado" a la inform¨¢tica. ?ngel Mart¨ªnez, 32 a?os, encargado de una f¨¢brica de transformaci¨®n de pl¨¢sticos, es uno de los trabajadores que se han matriculado en el Centro de Recursos de Ibi.
"Vine un poco por curiosidad, para ponerme al d¨ªa. Ahora todo el mundo maneja. un ordenador y para cualquier cosa se necesita saber algo de inform¨¢tica", explica. Cuatro d¨ªas a la semana dedica una de sus escasas horas libres a sus auto-clases particulares de inform¨¢tica b¨¢sica. "Es m¨¢s f¨¢cil de lo que cre¨ªa. Delante del ordenador, adem¨¢s de aprender me divierto. A m¨ª los libros me daban sue?o", confiesa sin rubor.
La baja cualificaci¨®n de la mano de obra es un obst¨¢culo para la modernizaci¨®n de las empresas, pero sobre todo lo es para el futuro laboral de los propios empleados. Jos¨¦ Narv¨¢ez, un mec¨¢nico matricero de 28 a?os, fabrica moldes para juguetes, pero ya sue?a con ampliar su campo profesional: dise?arlos sobre planos. Todo gracias a un programa de dise?o asistido por ordenador que est¨¢ aprendiendo en el Centro de Recursos. "Cuanto m¨¢s conocimientos tenga, m¨¢s podr¨¦ decidir sobre mi trabajo", afirma convencido. No s¨®lo le ha perdido el miedo a la inform¨¢tica, sino que ha pasado a engrosar la lista de adictos: se acaba de comprar un ordenador y de noche le dan las tantas frente a la pantalla. "Es verdad que esto engancha. No puedes dejarlo y siempre pides m¨¢s. Es una forma de aprender jugando
?Es hora de decir adi¨®s a los libros y a los profesores? "No:", responde tajante Manuel Aragon¨¦s, director del Centro de Recursos. "Tampoco hay que mitificar los multimedia. No son un fin en s¨ª mismos, sino un instrumento para la formaci¨®n".
El Instituto cuenta adem¨¢s con laboratorios de pr¨¢cticas y cursos en los que la ense?anza presencial supone el 40% del proces¨® formativo, y el uso de los multimedia, que es el 60% restante, requiere el apoyo de un tutor.
El centro permanece abierto ma?ana y tarde. El turno de estudio m¨¢s solicitado es el de 19 a 21 horas, que coincide con el fin de la jornada laporal. Cada alumno, reserva el d¨ªa, la hora y el equipo que va a utilizar. Por las ma?anas y a primera hora de la tarde suelen acudir estudiantes y desempleados de otros sectores profesionales, como Pepa S¨¢nchez, una diplomada en turismo de 31 a?os que se ha quedado en paro recientemente. "Vengo para mantener mi nivel de ingl¨¦s y aprender inform¨¢tica, porque sin preparaci¨®n es muy dif¨ªcil encontrar trabajo". Por 5.000 pesetas al a?o, Pepa dispone de cuatro horas de estudio semanales, que le parecen pocas. "Como ahora me sobran horas, estar¨ªa estudiando aqu¨ª todo el d¨ªa".
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