Sangre y polvo en un refugio de Grozni
Los chechenos resisten en el palacio de la presidencia
Estaban cubiertos de sangre y polvo. A su lado yac¨ªan los cad¨¢veres de seis adultos. Los cinco ni?os que resultaron heridos el martes al caer un proyectil ruso contra su refugio s¨®lo sab¨ªan mirar pasmados a la c¨¢mara del fot¨®grafo brit¨¢nico Nigel Chandler. Formaban parte de los miles de refugiados que intentan huir de la matanza en la capital de Chechenia. "Cont¨¦ seis adultos muertos y cinco ni?os heridos, pero pod¨ªa haber m¨¢s en medio de la confusi¨®n", explic¨® el fot¨®grafo a los corresponsales en Grozni.Ojos oscuros y bocas ensangrentadas. As¨ª describ¨ªa Chandler, un veterano fot¨®grafo del conflicto de los Balc¨¢nes, la terror¨ªfica visi¨®n de la guerra del C¨¢ucaso que acababa de plasmar con su c¨¢mara.
Los refugiados, ni?os y adultos, hu¨ªan en un cami¨®n de los bombardeos de la artiller¨ªa rusa, pero un vendaval de metralla inmoviliz¨® su veh¨ªculo a unos 500 metros del palacio de la presidencia. Salieron ilesos de los primeros proyectiles y corrieron a refugiarse en el s¨®tano de un edificio cercano. "Una tremenda explosi¨®n sacudi¨® el refugio y de repente me encontr¨¦ con esta terrible escena de sangre y polvo", agreg¨® el fot¨®grafo, que tambi¨¦n result¨® ligeramente herido en una pierna.
El alto el fuego anunciado por Mosc¨² se ha traducido en pura rutina: un proyectil por minuto sigue cayendo sobre el palacio presidencial de Grozni y sus alrededores, en las ¨²ltimas posiciones que mantienen las fuerzas chechenas al norte del r¨ªo" No se aprecia ning¨²n signo de tregua.
El Ej¨¦rcito ruso prefiere los bombardeos a los combates casa por casa. Ha escogido a la artiller¨ªa en lugar de la infanter¨ªa, la potencia de fuego en vez del cuerpo a cuerpo. Espera desestabilizar, debilitar, laminar a los combatientes fieles al general Dzhojar Dud¨¢iev.
Varios centenares de milicianos chechenos a¨²n resisten en las entra?as del palacio presidencial. Est¨¢n por todas partes. Entre los meandros de las canalizaciones de la calefacci¨®n o bajo los muros que arden.
El cad¨¢ver de un joven miliciano era trasladado por sus compa?eros, que lo hab¨ªan transportado, atado de pies y manos, bajo las bombas. Unas ancianas rompieron sus ligaduras para poder recomponer el uniforme antes de embalsamar su cuerpo con vendas. Un grupo de hombres se cortaba el pelo alrededor de una fogata. Otros compart¨ªan pedazos de pan y latas de carne. Y dos ni?os de 12 a?os correteaban.
En un rinc¨®n de los s¨®tanos del palacio presidencial, seis heridos recib¨ªan cuidados m¨¦dicos. Entre ellos, tres soldados rusos parec¨ªan tener el mismo tratamiento que se daba a los chechenos.
Un oficial confirmaba que el general Dzhojar Dud¨¢iev ya hab¨ªa abandonado el palacio mientras un miliciano se abr¨ªa paso desde los pisos superiores con una lanzacohetes en la mano. Un guardia le amonest¨®. Los milicianos entran y salen sin cesar de los s¨®tanos del edificio. Van a ocupar las posiciones de defensa para frenar con sus ametralladoras el avance de los rusos.
Tiradores de ¨¦lite -hay mujeres entre ellos, dicen- se ocupan entre los inmuebles cercanos. Sobre el puente que cruza el r¨ªo, al lado del palacio, un combatiente checheno disparaba a ciegas contra los soldados rusos que se quedaban aislados. "?Ala es el m¨¢s grande!", gritaba a cada r¨¢faga.
Otros cantaban y bailaban en la c¨¦ntrica plaza de la Revoluci¨®n de Octubre antes de regresar a la lucha. Pero en los barrios perif¨¦ricos, donde el ruido de las explosiones se suaviza, los habitantes de Grozni viven con el miedo contenido. Y tambi¨¦n mueren. Algunos vecinos se saludan a la chechena, sujet¨¢ndose por las caderas y chocando una mejilla tras otra. Mientras, en los patios y en los jardines los perros a¨²llan a la muerte.
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