Filosofantes
Vuelvo de un encuentro de fil¨®sofos organizado, en Magdeburgo, por W. WeIsch y G. Vattimo, donde se ha hablado de lo divino y de lo humano. Se trataba de personas muy cultas e inteligentes, interesadas por los mismos problemas que a m¨ª me inquietan y atraen. Pero en. el avi¨®n de vuelta me asalta una duda: ?basta todo ello para llamar fil¨®sofos a los miembros de este gremio? Y pronto llego a la conclusi¨®n de que no, de que deber¨ªamos hablar m¨¢s bien de filosofadores o filosofantes, con lo que el ¨¦nfasis se desplaza de algo que somos a algo que hacemos o tratamos de hacer. Somos, pues, filosofado res como otros son escritores, filosofantes como otros son. comerciantes.?No hablamos acaso de pintores o escultores? ?Se pretende acaso que los pintores sean "pintorescos" o los escultores "esculturales"? ?C¨®mo pretender, pues, que quienes hablamos de filosof¨ªa seamos, nosotros mismos, fil¨®sofos?
Fil¨®sofos los ha habido, ciertamente, y de ellos hemos tratado tambi¨¦n en nuestro encuentro -de fil¨®sofos como Arist¨®teles o Plat¨®n, Kant o Hegel, Schopenhauer o Russell- Pero en lugar de hablar como ellos hablaban de las cosas, hemos charlado de-ellos-y-de-las-cosas. Y ¨¦ste es, seguramente, el rasgo que mejor nos caracteriza a los filosofadores: el hecho de que en lugar de usar estad¨ªsticas (como los economistas), apelar a pruebas (como los cient¨ªficos) o emplear el lat¨ªn (como los curas), usamos y citamos a los fil¨®sofos como garant¨ªa de nuestras reflexiones -reflexiones o previsiones bastante m¨¢s refinadas y apenas un poco menos acertadas que la media-
-Este argumento -dec¨ªa un famoso sacerdote-, como demostraci¨®n, es en lat¨ªn.
Este argumento, decimos nosotros, como demostraci¨®n, culmina la deriva de Nietzsche y Heidegger hacia el nihilismo.
O sea, que no nos cansamos de culminar o de superar, de desenmascarar o perfilar los grandes movimientos del Esp¨ªritu; de prestar nuestra imaginaci¨®n, aplicaci¨®n y buena fe a los eternos temas de la filosof¨ªa; de ensayar variaciones m¨¢s o menos ingeniosas al pensamiento cl¨¢sico. Y as¨ª es como convertimos este pensamiento en una forma ilustrada de opinamiento sobre los temas m¨¢l variados: el renacimiento de la religi¨®n, la realidad. virtual o el descr¨¦dito de la pol¨ªtica.
Se dir¨¢, quiz¨¢, que esto de filosofantes lo ser¨¢n unos, los del "pensamiento d¨¦bil", pero que hay otros que siguen reflexionando, analizando y plante¨¢ndose las preguntas tal como lo hac¨ªan los fil¨®sofos de casta. Pues bien: no. Yo pienso que tambi¨¦n a ¨¦stos, los que pasan por pensadores duros y radicales, les conviene casi siempre ]la denominaci¨®n de filosofantes. Y a ellos, adem¨¢s, por razones etimol¨®gicas.Los primeros fil¨®sofos (amantes de la sabidur¨ªa) se llamaron as¨ª en contraposici¨®n precisamente a los sofos, a los "sabios" de las generaciones anteriores que todo y de todo sab¨ªan: de f¨ªsica y estrategia, de religi¨®n y de pol¨ªtica. El fil¨®sofo, por ¨¦l contrario, s¨®lo dec¨ªa saber que no sab¨ªa nada. De ah¨ª que, en vez de manufacturar juicios o verdades ready made transmisibles, endosables y al portador (esto es lo que ofrec¨ªan los llamados sofistas, los primeros pol¨ªticos de la inteligencia), ¨¦l tan s¨®lo aspiraba a dar una imagen hipot¨¦tica, pero total y sistem¨¢tica, de lo que pod¨ªa ser el orden de las cosas.
Nuestros filosofantes duros, por el contrario, son aprendices de sofos o sabios oraculares que no se dedican a la libre asociaci¨®n m¨¢s o menos ingeniosa o documentada (como los filosofantes de sal¨®n), pero que tampoco analizan la escurridiza estructura de esas realidades tan cotidianas y a la vez misteriosas que llamamos el tiempo o el amor, la muerte o el lenguaje. No, ellos ni se pasean por las cosas -?qu¨¦ frivolidad!- ni se esfuerzan por escrutarlas a fondo -?qu¨¦ vulgaridad!- Ellos se elevan directamente a las alturas de un Saber tanto m¨¢s insustancial cuanto m¨¢s universal, de una doctrina tanto m¨¢s vacua cuanto m¨¢s sistem¨¢tica. Convencidos de estar en hilo directo con el mism¨ªsimo ser, de hablar de t¨² a t¨² con el Absoluto, ellos consiguen, efectivamente, no decir absolutamente nada... Se dir¨¢ que fil¨®sofos como Plat¨®n o Spinoza ten¨ªan tambi¨¦n esta insensata pretensi¨®n de estar al t¨² con el Todo. Cierto. Pero en el curso de su productivo desvar¨ªo, ellos gestaron una manera de: ver las cosas, un lenguaje, una po¨¦tica incluso. Una po¨¦tica que en boca de nuestros filosofantes pronto se transforma en pegadiza cantinela que no se deja o¨ªr sino a s¨ª misma...
Pero no vayamos a escandalizarnos por ello. Ser fil¨®sofo no es una profesi¨®n, es una excepci¨®n, y es comprensible que la existencia acad¨¦mica del gremio no asegure la del genio. Ni vayamos tampoco a desanimarnos. Al fin y al cabo, tambi¨¦n los filosofantes, como los epsilones de HuxIey, tenemos nuestra funci¨®n social que realizar. Basta para ello que reconozcamos nuestra com¨²n condici¨®n de ep¨ªgonos y actuemos en consecuencia. Una forma fuerte de actuar puede ser unirse; otra, m¨¢s d¨¦bil, reunirse simplemente, como nosotros en Magdeburgo.Xavier Rubert de Vent¨®s es fil¨®sofo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.