?Es el diario EL PA?S demasiado feminista?
Generalmente, los peri¨®dicos suelen ser criticados en todo el mundo de demasiado machistas. ?No est¨¢n hechos fundamentalmente por varones?De ah¨ª que debiera considerarse m¨¢s bien como un elogio, el que un diario sea considerado fuertemente "feminista". Sin embargo, ha habido un lector, Ram¨®n Lamas Abad, de Tarragona, que ha planteado tres cr¨ªticas a este diario que en resumen significar¨ªan que EL PA?S es un diario exageradamente feminista. Se ha quejado, en efecto, al defensor del lector de que:
1. Las escritoras del diario no respetan en sus informaciones "las razones del var¨®n", ya que, dice, "la mayor¨ªa de los hombres no somos como ellas nos dibujan".
2. Le parece tambi¨¦n que el diario no es lo suficientemente riguroso -sobre todo cuando informan las mujeres- sobre la relaci¨®n entre sexos", especialmente si tales relaciones son de hostilidad: violaciones, incumplimiento de sentencias judiciales, etc¨¦tera.
3. Que nos falta debate sobre el tema de las relaciones entre sexos". Su impresi¨®n es que el diario en este campo da s¨®lo por buenas las razones del "feminismo", como si se tratara de "la ¨²nica opci¨®n progresista posible". Y pone un ejemplo: ?puede aceptarse que la ¨²nica alternativa posible, para una cultura progresista masculina sea la del "hombre light ", desterrando as¨ª la masculinidad a la "androginia de esp¨ªritu"?
Si he entendido bien las razones del lector en su larga carta, mientras el diario no tiene ning¨²n problema en defender las razones m¨¢s progresistas del feminismo y de la nueva imagen de la mujer "feminista", s¨ª tendr¨ªa un cierto rubor en defender las razones de la "masculinidad", como si el modelo de hombre que se presenta como culturalmente nuevo y progresista tuviera que ser exclusivamente el ideado por el nuevo feminismo.
Rechaza el lector la definici¨®n de que el feminismo sea "la versi¨®n posmoderna del machismo secular" y lamenta el que cada vez que se habla de mujeres se las exalte s¨®lo por ser mujeres, y que cuando se trata de un "var¨®n" se le pueda "ofender, menospreciar o cachondearse de ¨¦l" impunemente. Porque- criticar a una mujer ser¨ªa "antifeminismo" mientras que criticar a un hombre, significa sin m¨¢s ser progresista.
Mal¨¦n Azn¨¢rez, redactora jefa de Sociedad, la secci¨®n que con mayor frecuencia aborda estos temas, responde: "Sin duda, la secci¨®n de Sociedad es la que m¨¢s toca las relaciones entre sexos. Y, como bien apunta el lector, en muchas ocasiones se trata de sentencias judiciales que destacan por sentar jurisprudencia o tener un alto contenido social. Y habr¨ªa que preguntarse entonces si los jueces espa?oles pueden ser tildados de 'feministas'. En cuanto a violaciones, malos tratos o discriminaciones de la mujer, es lamentablemente para muchas periodistas, entre las que me cuento, aburrido por reiterativo, adem¨¢s de penoso, tener en el final del segundo milenio que seguir informando de estos hechos, pero el peri¨®dico es un reflejo de lo que pasa en la sociedad, y no s¨®lo en la espa?ola. Y la sociedad, nos guste o no, sigue teniendo un pesado lastre machista, que subsiste y no se puede volatilizar de un d¨ªa para otro, pese a los avances conseguidos por la mujer".
Pero nuestro quejumbroso lector, a?ade Mal¨¦n Azn¨¢rez, habr¨¢ "podido comprobar que una gran mayor¨ªa de informaciones de este tipo se refieren a informes de organizaciones internacionales de solvencia, que realizan estudios sobre la situaci¨®n de la mujer en el mundo, y no sobre los hombres. Habr¨ªa que preguntarles a dichas organizaciones el porqu¨¦".
"Estoy totalmente de acuerdo con el lector en que la opci¨®n de 'hombre light' no es el ¨²nico modelo masculino posible, ni la alternativa para las nuevas relaciones entre sexos, pero quiz¨¢ tengan que ser los propios varones, como antes hicieron las mujeres, los que inicien sus reivindicaciones y personales batallas para encontrar el nuevo lugar en el que les sit¨²a una sociedad donde las mujeres han alcanzado, o luchan por alcanzar, su independencia sexual y econ¨®mica. Y nosotros se las publicar¨ªamos sin ¨¢nimo alguno de discriminaci¨®n".
Var¨®n rampante
El soci¨®logo Giner, con una punta de iron¨ªa, responde a su vez: "Me gustar¨ªa decir que tanto las sufragistas de anta?o como las feministas de hoga?o se las promet¨ªan demasiado felices cuando esperaban que sus logros domesticar¨ªan al macho de la especie. Y hete aqu¨ª que ¨¦ste, m¨¢s ladino que nunca, se ingenia mil estratagemas para prolongar su hist¨®rica preponderancia. Inquietante, pero estimulante: como no hay victoria total, tampoco hay por qu¨¦ abandonar la lucha por la causa. Habr¨¢ que continuarla por otros medios". Y es que el var¨®n malo, el arcaico portador de espantables prejuicios contra las damas (as¨ª ven ellos, en el mejor de los casos, a las mujeres), contin¨²a abundando, pero se bate en retirada. Algunas lo echan de menos: como aquellos anticlericales que quedaron descolocados con las reformas de Juan. XXIII, que en gloria est¨¢. Ellos quer¨ªan curas duros, oscurantistas, b¨¢rbaros. Y ahora son o estupendos frailes de la liberaci¨®n o cl¨¦rigos de hip¨®crita obra, temibles en su meliflua y refinada insidia. Lo mismo pasa hoy ante la progresiva emancipaci¨®n de la mujer. O somos sus entusiastas, y hasta nos pasamos en vehemencia al aprobar su porf¨ªa, o nos hacemos de la resistencia sofisticada, la que cede algunos ¨¢pices aqu¨ª y all¨¢ para tener mejor a raya al g¨¦nero que sol¨ªa, y a¨²n suele, estar debajo de los hombres.Proliferan, claro est¨¢, otras soluciones: la androginia, la melancol¨ªa o creerse que quod non potest diabolus, mulier vincit (lo que el diablo no puede" lo consigue la mujer). Pero, a mi juicio y, para responder al lector de EL PA?S, pienso que se ha acabado el var¨®n rampante y que s¨®lo tiene porvenir el otro.
Ni todas las mujeres v¨ªctimas, ni todos los hombres verdugos
Javier Valenzuela, director adjunto de EL PA?S, interpelado por el defensor del lector, responde:"Decir que EL PA?S es un peri¨®dico 'ferninista' me parece una boutade. No es ¨¦sa mi opini¨®n, ni, desde luego, la de nuestras redactoras y lectoras. Eso s¨ª, es un peri¨®dico que desde su fundaci¨®n se ha caracterizado por denunciar toda discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo, edad, raza o religi¨®n, y que seguir¨¢ haci¨¦ndolo, porque, ¨¦sa es una de nuestras se?as de identidad. En ese sentido, creo que EL PA?S, nacido en una ¨¦poca, el posfranquismo, en la que persist¨ªan enormes discriminaciones hacia las mujeres espa?olas, ha sido uno de los factores -tan s¨®lo uno y, sin duda, modesto- que han influido en que las cosas en este terreno est¨¦n ahora mejor.
Como la totalidad de los grandes diarios internacionales, EL PA?S fue concebido fundamentalmente por y para hombres. Esa masculinidad del diario persiste, pese a que se haya incrementado de modo significativo el n¨²mero de redactoras y, de una manera a¨²n m¨¢s espectacular, el de lectoras. Hace unos meses, Vicente Verd¨², en estas p¨¢ginas, introdujo en Espa?a un debate que se est¨¢ produciendo en la mejor prensa norteamericana: el de la necesidad de feminizar -no en el sentido de trapitos y cotilleos, sino en el de la mayor incorporaci¨®n de las preocupaciones y puntos de vista de las mujeres- los diarios.
Dicho eso, creo que el comentario del lector permite abrir otro nuevo y apasionante debate: ?son necesariamente los hombres los verdugos en todos los casos de conflicto de parejas?, ?nunca hay hombres v¨ªctimas?
Precisamente, la mejora de la situaci¨®n de las mujeres y las medidas de discriminaci¨®n positiva a su favor adoptadas en algunos terrenos, empiezan a provocar en las sociedades democr¨¢ticas casos de varones perjudicados. Pienso en la atribuci¨®n casi de oficio a las madres de la custodia de los hijos; pienso en esos padres a los que se les impide o dificulta ver a sus peque?os; pienso en esos se?ores que van a la c¨¢rcel por no pagar las pensiones de divorcio; pienso, en general, en las dificultades para adaptar la milenaria identidad masculina a los, afortunadamente, nuevos tiempos igualitarios... En Estados Unidos, Francia y Espa?a se organizan colectivos de varones que denuncian discriminaciones. ?Dicen tonter¨ªas? No necesariamente. Este peri¨®dico huye de todo dogmatismo e intenta dar claves sobre la creciente complejidad del mundo. Y en materia de sexos, ni todas las mujeres son v¨ªctimas, ni todos los hombres verdugos. Aunque es evidente que, en t¨¦rminos generales, las mujeres siguen llevando las de perder, empiezan a aparecer casos en que determinados varones lo pasan fatal. ?Por qu¨¦ no informar tambi¨¦n sobre las discriminaciones de las que pueden ser v¨ªctimas algunos hombres en raz¨®n de su sexo?".
El defensor del lector de lo que s¨ª est¨¢ convencido es de que el hombre acaba este siglo con una crisis mucho m¨¢s profunda que la mujer, porque ha perdido la certeza de su pasada e indiscutible identidad -en parte cuestionado por la nueva mujer emancipada- y a¨²n no ha hecho su propia revoluci¨®n. De ah¨ª su. incertidumbre incluso cuando reflexiona sobre la masculinidad o virilidad.
Y eso no puede dejar de reflejarse en un diario libre y pluralista atento a los cambios de los tiempos. Creo, por ello, que, lo que el lector advierte es en parte cierto. Pero no tanto por culpa de las mujeres, que escriben con aplomo y sin complejos de sus conquistas, sino de los hombres, que tenemos miedo, por un lado, a aparecer como machistas si afirmamos nuestra vieja identidad, y por otro, se nos nota que no sabemos cu¨¢l podr¨¢ ser nuestra nueva identidad. De ah¨ª quiz¨¢ la crisis que nos atenaza como "sexo fuerte".
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