Dos ratas
Oigo por la noche las mand¨ªbulas de dos ratas que est¨¢n royendo la viga maestra del Estado. Tambi¨¦n oigo en la oscuridad sus patas correr unas veces por dentro del cielo raso y otras chapotear en la charca que hay debajo de mi sue?o. Son dos ratas muy especiales: escriben cartas al ministro de Justicia y mandan telegramas a un fiscal general. ?ste las ha recibido en su despacho. Pero el trabajo principal de los insignes roedores Amedo y Dom¨ªnguez consiste en comerse el fundamento del Estado como si fuera un queso de bola. No obstante, mi sue?o es pl¨¢cido porque s¨¦ muy bien que cuando despierte me encontrar¨¦ con que este pa¨ªs ya est¨¢ regenerado gracias al patriotismo monetario de dos ratas polic¨ªas. Puede que Felipe Gonz¨¢lez acabe derribando el propio templo sobre s¨ª mismo, aunque en el cataclismo tal vez caer¨¢ la viga maestra del Estado sobre la cabeza de los filisteos, despu¨¦s de haber sido ro¨ªda a fondo por unos asesinos que llevan el honor en el pasador de la corbata y con la derecha se van rascando los test¨ªculos de la patria. Mientras tanto, el juez Garz¨®n ha recuperado la antigua felicidad. Entra y sale de la Audiencia Nacional sonriendo y con el abrigo por encima de los hombros, como hac¨ªan los progresistas en la sala de fiestas Carrusel en los a?os setenta con la idea de poner la pista d¨¦ baile patas arriba s¨®lo, con su mirada seductora. Y todo este desastre ha sucedido porque Gonz¨¢lez ha cometido la insensatez esquizoide de nombrar por primera vez en la historia de ministr¨® del Interior a un hombre honesto que cree en la justicia. El papa Juan XXIII tambi¨¦n cre¨ªa en Dios y estuvo a punto de cargarse a la Iglesia. Los buenos papas son los que no creen en Dios por la misma raz¨®n que los ministros del Interior tienen la obligaci¨®n de ser unos, cocodrilos y salir del asador con un palillo entre los dientes despu¨¦s de las comidas. As¨ª est¨¢ Espa?a. Las ratas Amedo y Dom¨ªnguez han sustituido a Giner de los R¨ªos y Gumersindo Azc¨¢rate, dos preclaros regeneracionistas. Estamos salvados.
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